¿CIUDADANOS O
CÓDIGOS DE BARRAS?
A medida que avanza el capitalismo en su
versión más sofisticada, el neo-liberalismo, vamos viendo como los seres
humanos nos vamos convirtiendo cada vez con mayor evidencia en un conjunto de
engranajes movidos por la vertiginosa rueda del dios mercado. Este mecanismo de
perfecta relojería va creando en cada uno de los que quiera incorporarse
“voluntariamente” al sistema la necesidad de ser felices, capaces y productivos,
para ello necesita utilizar la mayor sutileza posible para evitar que el
afectado no se dé cuenta de la manipulación que se ejerce sobre sus neuronas,
lo que lo va llevando a robotizar no sólo sus gustos materiales sino también
dirigiendo su modo de pensar hasta el límite de opinar sin conocer de lo que se
está tratando o de creer todas las noticias, reales o no, que emiten los medios
masivos de in-comunicación.
Para consolidar esta metodología el Estado
debe intervenir sobre la educación, sus planes de estudio y la capacitación de
los docentes, para con ello hacer que los retoños humanos vayan teniendo el
tutor necesario para que no puedan torcer su voluntad desde su niñez, así
construirán al autómata futuro que acompañará todas las decisiones del mercado,
inclusive en la actividad social y política.
Impidiendo de esta manera que el individuo
desarrolle su espíritu crítico, lo que de hacerlo lo volvería en un ser
“peligroso” y hasta diríamos “subversivo” para el sistema. Cualquiera de
nosotros que ejercitemos el pensamiento crítico podemos dilucidar entre lo real
y lo ficticio de las noticias, por ejemplo, o podríamos tener intervención en
reuniones, asambleas u otros foros y con nuestros argumentos hacer cambiar la
opinión de algunos o todos los asistentes, también estaríamos en condiciones de
darnos cuenta del grado de opresión que ejerce el poder sobre la sociedad, y
para colmo intentaríamos luchar contra dicha sumisión.