BRONCA PORQUE ROBA EL ASALTANTE PERO TAMBIEN ROBA EL
COMERCIANTE – Pedro y Pablo “La marcha de la bronca”
Desde hace un largo tiempo atrás, se
han naturalizado en la sociedad algunas prácticas que responden a “valores” no
muy santos pero que son aceptados por el común de las personas sin hacer de
ellos un análisis crítico y mucho menos algún tipo de consideración ética. En
este caso me referiré a aquellas actitudes que han generado una categoría
social, “el especulador”, con la evaluación societaria que detallamos en los
renglones que anteceden .
¿Qué es la especulación? El
concepto especulación, cuando se lo utiliza a nivel económico, es una operación comercial o financiera que
se lleva a cabo con mercancías o valores con el objetivo de obtener lucro a
partir de las variaciones de los precios o de
cambios en otras variables.
El especulador no pretende hacer uso
del bien que
adquiere, ya que su único objetivo es aprovechar las fluctuaciones del precio.
Por eso tampoco se involucra en la gestión de los bienes comprados. La voluntad
del especulador es comprar a un precio y vender a otro mayor.
La especulación, por lo tanto, está
basada en la previsión y
en un análisis de la evolución de los precios. Está práctica está mal vista a
nivel social ya que los especuladores pueden forzar a que los precios suban o
bajen por encima de su valor real (al aumentar la demanda o la venta de forma
artificial), pero aceptada, como expresaba anteriormente, pasivamente.
Todo ello sin olvidar tampoco lo que
se da en llamar especulación inmobiliaria y que es la acción que lleva a cabo
toda persona que se dedica a vender y comprar inmuebles con el claro objetivo
de, aprovechando las fluctuaciones del mercado, luego revenderlos y obtener
numerosos beneficios.
Por supuesto esto se da en todos las
escalas del famoso y endiosado “mercado”, empieza en el segmento de los
fabricantes y productores de los artículos que se caracterizan por formar
monopolios y oligopolios desde los cuales ya comienzan a tener poder para fijar
los precios de los productos a voluntad. En este sector los ciudadanos y
ciudadanas desconocen mayormente quienes son los individuos que conforman estas
empresas, muchas de ellas multinacionales, protegidos por el anonimato de las
acciones que conforman el capital societario. Por supuesto se conocen los
nombres de los principales dueños de las mismas, pero no los encontramos
cotidianamente por nuestras calles ni lugares por los que nos movemos los
ciudadanos de a pie. Recuerdo a un profesor de Doctrina Social de la Iglesia
que tuve en la universidad, que manifestaba que la figura jurídica de Sociedad
Anónima era inmoral, precisamente por el ocultamiento de la identidad de sus
propietarios.
Luego de este primer eslabón de la
cadena, aparecen los distribuidores mayoristas, que en algunos casos también
pertenecen a los primeros, que de la misma manera tienen poder suficiente para
regular los precios del mercado. El conocimiento personificado de quienes
integran este segmento es casi similar al anterior, lo que significa que no
podemos personalizar a los propietarios.
Llegamos ahora al último segmento de
la plaza comercial, la distribución minorista, protagonizada por lo que
denominamos genéricamente “el comerciante”. Aquí nos encontramos que es más
sencillo conocer personalmente a quienes nos atienden cuando concurrimos a un
local para satisfacer nuestra necesidad de adquirir determinado producto. En
muchos casos nos reciben empleados y en otros tantos lo hacen los propios
dueños del comercio.
En especial en los barrios o pueblos
en los que habitamos se da esta relación personalizada entre comprador y
vendedor ya que son conocidos vecinos que conviven con nosotros durante un
tiempo, a veces prolongado, en nuestra misma zona de residencia.
Aquí es donde podremos visualizar lo
que decíamos al principio sobre la naturalidad de ciertas costumbres y valores
que aceptamos como normales y sin embargo son perjudiciales para nuestra
economía doméstica, quizás también para nuestras relaciones personales.
Algo habitual es que en cada compra
que efectuamos no se nos entrega ticket o factura oficial por el importe de la
misma, lo que significa que el porcentaje del IVA se nos cobra pero no se
acusa, lo que hace a una importante evasión impositiva por parte del
comerciante, lo cual es un delito.
En forma cotidiana vemos la promoción de determinados productos con una leyenda que puede decir más o menos así: “MIÉRCOLES Y VIERNES DESCUENTO DEL 30% O DEL 40%”; “JUEVES, VIERNES Y SÁBADO DESCUENTOS HASTA EL 40% POR PAGO DE DETERMINADA TARJETA DE CRÉDITO”. Nos preguntamos alguna vez si en esos días promocionales nos hacen tales descuentos, ¿cuál será el margen de ganancia o rentabilidad los días en que no lo hacen?
RENTABILIDAD EMPRESARIA
En los países europeos, EEUU de Norteamérica, Canadá, Japón las grandes cadenas de supermercados tienen un porcentaje de ganancias, entre lo que pagan al fabricante o al productor y lo que le cobran al consumidor entre un 7 y un 9 % y los accionistas de esas grandes cadenas de supermercados están locos de contentos porque es un índice bien alto, un promedio del 8 %. EN LA REPÚBLICA ARGENTINA los estudios realizados artículo por artículo, supermercado por supermercado demuestran que EL PROMEDIO DE RENTABILIDAD OSCILA ENTRE UN 40% Y 250%… ¡UN DISPARATE!…. Estos datos fueron obtenidos por relevamientos efectuados por la Organización Consumidores Libres y también por el Centro de Almaceneros de Córdoba en marzo de 2018.