HISTORIAS DE VIAJE

Por Arq. Ricardo Muela

 


21 DE DICIEMBRE DE 2012 (Octubre 2012)
 
Desde noviembre del pasado año, estamos recordando vivencias de México. Al territorio maya se hizo referencia en la última entrega y para cerrar estos comentarios, veremos lo que esa civilización nos dejó para el día del epígrafe. Se las conoce como las Profecías mayas.
Observatorio de Chichén Itzá
A lo largo de la historia de la humanidad, en forma recurrente se planteó la posibilidad del fin de la especie humana por numerosos factores: cambio de milenio, invasiones de seres extraterrestres, colisión con otros astros, guerras, diversos fenómenos naturales. Los agoreros, afortunadamente, aún no han tenido razón. Tanto se ha dicho sobre el día que nos ocupa y atento a su proximidad, bueno sería hacer algunas consideraciones al respecto.
Conocemos que la civilización maya se originó hace unos 3000 años en la zona sur este de México. Fue una cultura muy longeva, estructurada, basada en la agricultura y el comercio siendo su legado una gran cantidad de monumentos, obras de ingeniería e incluso, literatura.
Los mayas eran geocentristas ya que concebían el cosmos como una superposición de trece cielos, siendo la tierra la más baja. Cada uno de los cielos estaba presidido por un dios llamado Oxlahuntikú. Debajo de la tierra había otros nueve cielos, también en capas,
Calendario Maya
con sus respectivos dioses llamados Bolontikú. En el último de estos cielos, que era el infierno maya llamado Mitnal, estaba Ah Puch, el señor de la muerte. 
Creían que el diluvio había exterminado los otros mundos que le precedieron y que el actual era sostenido por cuatro hermanos llamados Bacabes, asentados en los cuatro puntos cardinales. La ceiba sagrada Yaxché, era el centro del mundo maya, sus ramas se elevaban a los cielos y sus raíces penetraban el inframundo.
Como se puede ver, daban mucha importancia a lo exotérico, junto a  un desarrollo cultural que era muy avanzado y científico.   
Eran muy guerreros. Les agradaba analizar las conjunciones de los astros para determinar ventajas y desventajas en las batallas. Solicitaban de sus dioses los dones de la vida, la salud y el sustento, a cambio de los cuales realizaban una serie de ofrendas y de ceremonias purificadoras inmersas en un complejo ritual. Practicaban los flechamientos y arrojaban a los niños, doncellas y piezas de oro al Cenote Sagrado de Chichén Itzá, como ofrenda al dios Chac. 
La cultura maya no desapareció de la noche a la mañana. Su decadencia tuvo origen en los continuos enfrentamientos bélicos entre los diferentes estados mayas, que junto con un periodo de cambio climático que perjudicó gravemente la agricultura, hizo a los mayas abandonar las ciudades y las estructuras políticas y religiosas establecidas.
En realidad, se puede afirmar que la cultura maya aún está vigente, aunque sea tan solo  una sombra de lo que fue. Tal vez sean ellos los que, con más ansias están esperando este 21 de diciembre de 2012.
Todo está ligado al  calendario de cuenta larga, cuyo origen es olmeca y no maya. Fueron estos últimos, en base a sus conocimientos matemáticos y astronómicos, quienes produjeron numerosas inscripciones en el sistema de cuenta larga, llamaban a los días kin. Los períodos de veinte días recibían el nombre de winal; dieciocho winal eran equivalentes a un tun. (equivalente a un año ). Veinte tun conformaban un katún y, a su vez, veinte katunes conformaban un baktún. Rara vez, los mayas emplearon otras unidades de cómputo calendárico mayores que el baktún. En orden ascendente, los mayas empleaban las unidades conocidas como piktún, kalabtún, kinchiltún, y alautún.
El cero inicial de este calendario se situó, en el 13 de agosto del 3114 a.C. Tarea realizada por el investigador John Eric Thompson, en base a las comparaciones de fechas de eclipses registrados en el calendario maya y en el calendario gregoriano. Tiene una duración de 5125 años y acaba el 21 de diciembre de 2012. Sobre esto, también hay muchas teorías
Es un calendario no repetitivo, por lo que tiene que acabar en un punto. El final del calendario maya indica el inicio de un nuevo ciclo del sol (en este caso el sexto) de lo que sería un año solar respecto a la galaxia que está compuesto de 5 ciclos. Según la cultura maya el sexto sol se asocia con el regreso de Quetzalcoatl como nuevo Mesías.
Dicen los mayas que será un ciclo de sabiduría, armonía, paz, amor, conciencia y supondrá el retorno al orden natural. En ningún momento se hace alusión al fin del mundo, concepto éste que fue introducido por personas fuera de la tradición maya. Sin embargo, no existe un legado concreto y único que estructure las profecías tal como hoy se conocen. Se trata de algo mucho más complejo y sutil.
La visión profética maya, sujeta a las más diversas interpretaciones, se encuentra en estelas de piedra repartidas por el inmenso territorio que ocupó esta civilización, en lo que hoy son México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice.
También en los libros del Chilam Balam, resultado de la traducción al castellano de los antiguos jeroglíficos mayas, se dejó constancia de lo que habría de suceder en el futuro.
Son siete las profecías que allí se describen
La primera se refiere al fin del miedo.
...“El mundo de odio y materialismo terminará el sábado 22 de de diciembre del año 2012 y con ello el final del miedo, en este día la humanidad se tendrá que escoger entre desparecer como especie pensante que amenaza con destruir el planeta o evolucionar hacia la integración armónica con todo el universo, comprendiendo y tomando conciencia de que  todo está vivo y que somos parte de ese todo y que podemos existir en una nueva era de luz."...
...”En el trece Ahau al final del último katum, el itzá será arrollado y rodará Tanka, habrá un tiempo en el estarán sumidos en la oscuridad y luego vendrán trayendo la señal futura los hombres del sol; despertará la tierra por el norte y por el poniente, el itzá despertará”...
La primera profecía anunció que siete años después del comienzo del último Katum,  es decir en 1999, comenzaría una época de oscuridad que nos enfrentaría a todos con nuestra propia conducta. Dijeron que las palabras de sus sacerdotes serían escuchados por todos nosotros, como una guía para despertar.
Ellos llaman a esta época como el tiempo en que la humanidad entrará al gran salón de los espejos, un tiempo de cambios para enfrentar al hombre consigo mismo, para hacer que entre a ese gran salón y se mire, que mire y analice su comportamiento con el mismo, con los demás, con la naturaleza y con el planeta en donde vive.
Una época para que toda la humanidad, por decisión consciente de cada uno de nosotros decida cambiar, eliminar el miedo y la falta de respeto de todas nuestras relaciones. Que nuestra propia conducta de depredación y contaminación del planeta contribuiría a que estos cambios sucedieran.
La primera profecía reitera que estos cambios van a suceder para que comprendamos cómo funciona el universo y avancemos hacia niveles superiores dejando atrás el materialismo y liberándonos del sufrimiento.
De similar tenor son las otras seis profecías, en las que se puede observar que no se hace ninguna alusión al fin del mundo; todo lo contrario, se señalan caminos,  que ellos entendían que conducían a un mundo mejor. 
En la séptima profecía, decían que todos los seres humanos tienen la oportunidad de cambiar y romper sus limitaciones, recibiendo un nuevo sentido, la comunicación a través del pensamiento, los hombres que voluntariamente encuentren su estado de paz interior, elevando su energía vital llevando su frecuencia de vibración interior del miedo hacia el amor, podrán captar y expresarse a través del pensamiento y con el florecerá el nuevo sentido.
Parece ser que los agoreros de siempre, al desconocer su propio día final, quedan tan traumados, que pretenden inventar teorías sobre el final de los días de toda la humanidad.
Tranquilos, a pesar de las profecías esotéricas, el cine catástrofe, la literatura de ciencia ficción, las coincidencias forzadas, nada pasará el 21 de diciembre de 2012.

Fuente:
Numerosas páginas de la Web.


CHICHÉN ITZÁ (Setiembre 2012)


En la cultura maya–tolteca, CHI = boca, CHEN = pozo, ITZÁ, el nombre de la tribu que se estableció allí. Fue interpretado como “hechiceros del agua”.

En busca de esa expresión de la cultura maya del Yucatán, salimos muy temprano en la mañana. Por la carretera Federal 180 Cancún – Valladolid, recorrimos los 214 kms. que nos separaban desde Playa del Carmen, rumbo a Mérida. 
Después de una escala en el camino, que toda excursión tiene para ver las artesanías de la región, llegamos a Chichén Itzá; en un día diáfano, con una temperatura alta, impactándonos la exuberante vegetación que presidía el parque arqueológico que íbamos a conocer. Estábamos en el Municipio de Tinum, en el estado de Yucatán, para observar la arquitectura y la disposición urbana, que ha llegado hasta nuestros días. Ésta fue una ciudad o un centro ceremonial con una gran influencia tolteca, que ha pasado por varias etapas constructivas desde su fundación, que se estima ha ocurrido alrededor del 525 d.C. El dios que preside el sitio es Kukulcán,  representación maya del Quetzalcóatl de los toltecas. 
El maravilloso Templo de Kukulcán

El 1988 la zona arqueológica de Chichén Itzá pasó a ser Patrimonio de la Humanidad declarada por la Unesco y en  julio de 2007 fue reconocida como una de Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno, por votantes de todo el mundo.
El guía que nos acompañaba, era un maya más, no en su aspecto sino en sus sentimientos. Permanentemente se refirió a sus antepasados y comenzó la visita mostrándonos una choza típica de los mayas, igual a la que ocupaba con su familia en tiempos de su niñez y adolescencia, junto a sus catorce hermanos. Planta rectangular con dos ábsides, paredes y techo de paja con estructura de palos. En el suelo, sobre piedras, el fogón. Dormían en hamacas colgantes, tomadas de vigas que eran parte de la estructura de la vivienda.   
Seguimos avanzando por la calzada que nos lleva a la ciudad a la sombra de los grandes árboles. De pronto, visualizamos en medio de una gran planicie la Pirámide de Kukulcan o El Castillo, una de las expresiones más notables de la arquitectura maya.
La pirámide está sostenida por una base cuadrada de 55,5 m. de lado y compuesta por nueve muros escalonados, decorados a base de tableros salientes y rectangulares. En el centro de cada una de las caras tiene una gran escalera con su balaustrada. La ubicada en la cara norte es la principal, destacándose por la presencia, en cada balaustrada de una gran cabeza de serpiente emplumada de piedra que forma la base; el cuerpo hace las veces de fuste y la cola es el capitel. En lo alto, el templete abovedado.
El Castillo fue construido en honor a Kukulcán, pero algunos expertos suponen que fue para adorar al sol. Esta apreciación surge de los números, puesto que hay 4 escaleras de 91 escalones cada una, más un escalón para subir el templo en la plataforma superior, suman 365, igual a los días del año. Cada uno de los lados de la pirámide tiene 52 tableros, que coincide con el número de años del ciclo tolteca. Los nueve muros escalonados están divididos por escalinatas en 18 secciones. Dieciocho son los meses del calendario maya.
Después de años de investigación, los arqueólogos descubrieron que este edificio está estrechamente relacionado con los equinoccios, ya que en el de primavera (21 de marzo) y en el de otoño (22 de septiembre), hacia las tres de la tarde, la luz solar proyecta siete triángulos isósceles en las balaustradas de la escalera norte, configurando el cuerpo ondulante de una serpiente de 34 m. de largo, que parece moverse bajando, a lo largo de diez minutos. 
Como dice el investigador, L. A. Arochi, ...queda evidente la íntima relación que hicieron, los inventores de semejante montaje, de su conocimiento astronómico, aplicado a la arquitectura, en un entorno religioso y para un fin estrictamente político de liderazgo de masas, que debían concurrir puntualmente a la cita de una ardua tarea de supervivencia: la del pesado trabajo agrícola de su cultivo esencial, el maíz, base de su alimentación. Se infiere, por ende, que ese espectáculo que hoy vemos como mágico, tenía que ver con la estabilidad social de los mayas.
Otra construcción emblemática es el Juego de Pelota. El de Chichén Itzá es el más  grande que se construyó en Mesoamérica. La cancha principal mide 168 m. de largo por 70 m. de ancho y tiene la forma de una “i” mayúscula. Está delimitada por dos largas plataformas de 8 m. de altura que corren paralelamente. En la parte central superior hay un gran anillo de piedra grabado con figuras de serpientes emplumadas. En la parte inferior en un friso, está grabada en bajorrelieve la descripción del juego de pelota.
El Juego de Pelota
Se cree que comenzó la práctica de este juego unos 1.600 a.C. y se jugó a lo largo de 2.700 años en todo Mesoamérica. La variación en la forma de juego y el significado religioso del mismo sufrió numerosas modificaciones.
El juego tardío, es el más conocido como “pelota-cadera”. Los partidos se disputaban entre dos equipos que podían variar de dos a cuatro personas. Tenían que mantener la pelota en movimiento  y en el caso de este campo, debían hacer pasar la pelota por el anillo de piedra impulsándola con la cadera. Cabe aclarar que la pelota, que era de caucho macizo podía llegar a pesar alrededor de 2 kilos y medio. Esto requería el uso de vestimentas especiales, llegando incluso a provocar la muerte por fuertes golpes.
Se jugó solo por deporte como entretenimiento; se jugó para dirimir cuestiones donde se podía llegar incluso a la decapitación del capitán del equipo perdedor y se jugó como una manera de calmar tensiones o resolver conflictos sin recurrir a la guerra, dirimiendo  la disputa con un juego de pelota en lugar de una batalla. Con el tiempo, el papel de este juego se expandió no solo para incluir la mediación externa, sino también la resolución de la competencia y el conflicto dentro de la sociedad.
Cargado de un gran simbolismo, este campo ocupa un lugar preponderante dentro de las construcciones de la ciudad. Desde el punto de vista astronómico se creía que la pelota que rebotaba representaba al sol y los extremos del campo, al amanecer y al atardecer.
Mantenía una dualidad cosmogónica, ya que lo veían como una lucha entre el bien y el mal, entre la noche y el día o una batalla entre la vida y el inframundo.
Un hecho curioso  e inexplicable,  es el comportamiento acústico del campo, que pudimos comprobar, aún con la gran cantidad de personas que había en el lugar. Se ha experimentado que dos personas pueden conversar normalmente a 152 m. de distancia. 
Numerosos edificios componen esta ciudad sagrada que cuando llegaron los españoles ya hacía trescientos años que estaba abandonada. Se les ha atribuido a las construcciones, nombres inspirados en algunos detalles particulares: en los extremos del Campo de Juego de Pelota están, el Templo Norte o del Hombre Barbado y el Templo Sur; en la plataforma oriental está ubicado el Templo de los Jaguares. Diseminados en 15 has.,El Tzompantli, la Plataforma de Tigres y Jaguares y la de Venus. El Grupo de las Mil Columnas, el Templo de los Guerreros, el Templo de las Mesas. El Mercado, La Casa del Sudor, el Osario, la Casa del Venado, la Casa Colorada, el templo de los Tableros Esculpidos, la Casa de las Monjas y pueden contarse muchos más.
El que es realmente impactante es El Caracol u Observatorio Astronómico, con una forma muy similar a los actuales. Fue construido en numerosas etapas, sobre gran basamento una torre cilíndrica de 16 m. de altura culmina con un recinto abovedado donde funcionó el observatorio.
El Observatorio Astronómico
La exactitud de su emplazamiento es asombrosa y fue construido con fachadas, ranuras y perforaciones que apuntan a la visualización de fenómenos espaciales específicos.
El observatorio esta intencionalmente desviado de la alineación de la plataforma principal para que sus esquinas este y oeste apunten a la salida del sol en el solsticio de verano y a la puesta del sol en el solsticio de invierno. La mencionada plataforma está perfectamente alineada a la puesta de Venus en su declinación norte máxima.

En la Plataforma de Venus
Una breve mención al Cenote Sagrado. Es un pozo natural, el más grande de la zona,  que se usó con fines religiosos para honrar a Chac, el dios de la lluvia. El agua tiene un llamativo color turquesa y la profundidad es de alrededor de 13 m. Creían que el dios habitaba en las profundidades y a él hacían toda clase de ofrendas invocando a la lluvia: guerreros, niños, vírgenes cargadas de joyas y valiosas ofrendas como parte de los sacrificios propiciatorios.   


TULUM   (Agosto 2012)

Acapulco – México D.F. – Cancún, fue el itinerario que, con AeroMéxico, debimos hacer para llegar a Playa del Carmen, a orillas del Mar Caribe, nuestro último destino en este pequeño recorrido por el gran país de la Mesoamérica: México.
Mientras viajábamos, repasábamos los folletos que tanta expectativa nos causaron.
Íbamos en busca de ese… cosmogónico universo; tierra sagrada y venerada por generaciones; conocimientos y sabiduría que no dejan de sorprender; imponentes edificaciones; adoración a múltiples dioses en cuyo nombre erigieron templos sagrados que aún no terminan de contar sus historias; estelas con inscripciones, algunas aún indescifrables; canales milenarios creados por el hombre que conectan vasos lagunares; observatorios para escudriñar el universo. La cultura maya maravilla al mundo entero. Sus cálculos matemáticos perfectos, su sistema numérico, la predicción de los ciclos estacionales y su comprobada habilidad para navegar los mares…
Caminando por Tulum
Recorrimos los 68 kilómetros, hacia el sur, que separan el Aeropuerto Internacional de Cancún con Playa del Carmen y nos alojamos en el Hotel Sandos Playacar Beach Resort y Spa, un complejo hotelero “todo incluido”, en el corazón de la Riviera maya.
Playa del Carmen se llamaba en tiempos prehispánicos Xamán Há, que quiere decir “Agua del norte” y era el punto de inicio de las peregrinaciones que los mayas hacían al santuario de Ixchel en la Isla de Cozumel. Si bien es cierto que en el siglo XVI, los españoles invadieron y casi destruyeron la mayoría de los sitios mayas, este pueblo nunca fue un asentamiento español.
En tiempos modernos, a principios del siglo XX se afincó en el lugar una comunidad integrada por pescadores, productores de cocoteros y del árbol del chicle. Es éste un polímero gomoso que se obtiene de la savia del árbol Manilkara Zapota. Numerosos pueblos amerindios usaban la goma para mascar, dado su sabor dulce y aromático. La industria actual, lamentablemente, lo reemplazó por un plástico neutro, el acetato polivinilo.
Templo de los Frescos
En los últimos veinte años, la ciudad evidenció un cambio importantísimo por las fuertes inversiones en el área del turismo, contando con una gran oferta en el rubro alojamiento para quienes, atraídos por la belleza de la zona, donde las playas con fina arena blanca y el imponente mar azul turquesa, son los mayores atractivos sumados a la arqueología, el clima, la vegetación, la amplia variedad de esparcimientos y deportes relacionados con el mar.
El hotel Sandos donde nos alojamos, nos sorprendió por sus dimensiones: en 14,5 has. ofrece 455 habitaciones y todos los servicios necesarios para “vivir” en el hotel. Las haciendas junior suites son habitaciones especiales distribuidas en doce edificios de dos plantas en medio de una exuberante vegetación y una gran piscina privada para cada uno. Preparadas para el gusto de los norteamericanos, las exageradas habitaciones tienen 52,00 m2. (13,00 x 4,00) mas el balcón; equipadas con dos camas matrimoniales supermedida, estar con cómodos sillones, baño zonificado, muy completo con jacuzzi,  t.v., frigobar, etc, etc.
Se pueden utilizar ocho restaurantes y siete bares, de modo tal, que las 24 horas del día están cubiertas con algún servicio; que por la forma de contratación se encuentra incluido en el precio, al igual que todos los espectáculos y entretenimientos. Vehículos similares a los de las canchas de golf, pero para más pasajeros, están a disposición para movilizarse dentro del inmenso predio de este hotel.
Tulum, fue el destino elegido para el siguiente día. La guía que nos acompañó, nos entusiasmó por su profunda identificación con la cultura maya. Ella hablaba de “nosotros” y se sentía una partícipe, una descendiente directa de ese tiempo pasado que se reflejaba en el entusiasmo de su relato y en la profusión de su información. Escuchémosla:
El Castillo junto al Mar Caribe
… Estamos en Tulum una de las ruinas más visitadas de México y estoy segura que es uno de los sitios más mágicos de la Tierra.
Ahora la conocemos como Tulum, que quiere decir en el idioma de nuestros antepasados “muralla” o “palizada”, que es la que acabamos de ver, con sus ocho metros de grosor, una altura variable entre tres y cinco metros, sus 400 metros de largo paralelo a  la costa y 170 metros en sentido este-oeste. Antes tenía el nombre de “Zamá”, que significa “Ciudad del Amanecer”, lo cual es comprensible,  ya que se encuentra en la parte más alta de la costa oriental, donde contemplar el amanecer es, sin dudas, un espectáculo maravilloso.
Éste es uno de los sitios americanos registrados más antiguamente por el mundo occidental. En 1518, el cronista español Juan Díaz narraba haber visto una ciudad “tan grande como Sevilla”, con una torre que sin duda era El Castillo de Tulum, lugar ocupado en ese entonces por los habitantes de esa jefatura maya independiente.
Los edificios actualmente visibles pertenecen en su totalidad al último período de ocupación prehispánica de la península de Yucatán: el Postclásico medio - tardío (1200 – 1550), pero la presencia de algunos elementos claramente asociables a períodos más antiguos, indican que el asentamiento pudo haberse originado en una época considerablemente más antigua, quizás el Clásico temprano (400 o 500 de nuestra era).
Existe evidencia consistente para asegurar que Tulum habría sido una de las principales ciudades mayas de los siglos XIII y XIV. Habría funcionado políticamente como un asentamiento (o batabil) independiente del dominio de otras provincias, hasta prácticamente la llegada de los españoles en el siglo XVI, cuando fue definitivamente abandonado.
Como dijimos, la muralla de Tulum delimita al conjunto principal por sus lados norte, sur y oeste, ya que el sector oriental mira directamente al mar Caribe. Cuenta con cuatro accesos y dos torres de observación, que aparentemente por su conformación, pueden haber sido templos.
La Casa del Cenote, en el sector noreste se levanta sobre una antigua cavidad en donde se acumula agua en épocas de lluvia. Este edificio tiene un pórtico de columnas hacia el este y en su interior se conserva una banqueta y un santuario.
En el externo norte de la que fue la calle principal de Tulum, está la Casa del Noroeste, un edificio palaciego de planta rectangular con la fachada principal orientada al oeste, con pórtico de dos columnas que forman tres entradas a las que se acceden por escalinatas. El interior está formado por dos cuartos: el anterior no muestra nada y el posterior aloja un santuario. 
La Casa del Halach Uinic, de forma rectangular, de enormes proporciones, palaciega. Su nombre significa “Hombre Verdadero” que es uno de los términos que los mayas usaban para designar a los reyes. Asentada sobre una enorme plataforma con tres cuartos uno con santuario y los otros con banquetas. Estuvo recubierto con estucos y decorados con esculturas.
Casi en el centro del gran espacio, está el Templo de los Frescos, que tuvo una vital función social y religiosa dada por su particular arquitectura como por su decoración y las pinturas que recubren los muros. Fue construido en tres épocas, con muros con un fuerte desplome hacia afuera, conservándose en el interior más antiguo, hermosas pinturas que representan a diversas deidades como Chaac, dios de la lluvia e Ix Chel, dios de la Luna.  
En el área central de este sitio se encuentran los edificios principales, delimitados por una segunda muralla interior; la mayor parte de estas edificaciones tuvo funciones de tipo ceremonial. El Castillo es el más sobresaliente por su tamaño, ubicación y la singular fachada de su templo superior, con tres accesos ornamentados con columnas serpentinas, complementados con una deidad descendente y dos mascarones zoomorfos en las esquinas. Cabe mencionar que la imagen actual de El Castillo es producto de diversas etapas constructivas, la más reciente de las cuales está representada por dos pequeños templos ubicados a ambos lados de la escalera principal. Al frente de El Castillo hay una plataforma, posiblemente para danzantes, y a los costados otros edificios que complementan el arreglo del conjunto, entre lo relevante figura el Templo de la Serie Inicial, donde se encontró la fecha más temprana documentada en Tulum: 564 d.C.
Si avanzamos para el norte vemos el Templo del Dios Descendente, conformado por un pequeño basamento sobre el que se construyó un edificio ornamentado con la imagen de esa deidad, principal elemento iconográfico de la ciudad.
El Grupo Kukulcán, ubicado justo al norte de El Castillo, comprende diversas estructuras menores, siendo la más notable el Templo del Dios del Viento, nombrado así por la redondez de su basamento, tradicionalmente relacionado con Kukulcán como dios de los vientos, o con Ehecatl, deidad del centro de México.
María de la Cruz Caamal Canul, por el interés que despertó en nosotros,  cumplió satisfactoriamente con su función de guía.
El digno cierre de la visita fue vivenciar la magnífica vista desde el acantilado hacia el infinito. La blanca arena y el mar turquesa, invitaban a bajar. El sol se entretenía haciendo dibujos afiligranados en el agua. Familias de iguanas se desplazaban lentamente, ignorando a los presentes, buscando los espacios de mayor sombra. Nos vamos, admirando la inteligencia de aquellos mayas que hace muchos siglos, eligieron este maravilloso lugar para vivir.

ACAPULCO (Julio 2012)
 
La experiencia de México D.F. y sus ciudades cercanas estaba culminando. La van  que nos llevaría a la terminal de ómnibus ya estaba estacionada frente al hotel; cargamos los equipajes y partimos.  Última foto del Zócalo, con la Catedral cerrando la perspectiva.
__Aquí tiene los tickets del camión…., me dijo el chofer cuando llegamos.
__ ¿A qué camión se refiere?.
__ Al que los llevará a Acapulco. 
La Bahía

Sorpresas que nos dan los americanismos. Por suerte la transportación sería en un moderno autobús de gran porte. 
Nos llamó la atención el funcionamiento de ésta, una de las cuatro terminales de la ciudad. Los pasajeros junto a sus acompañantes y público en general ingresan a una gran sala de espera, similar a la de cualquier ciudad importante. Media hora antes de la partida del ómnibus en una oficina, según puerta de embarque, se despacha el equipaje de bodega. Llegada la hora,  se accede a un hall,  donde pueden ingresar solo los pasajeros con su equipaje de mano. Dos personas con barras detectoras revisan a cada pasajero y habilitan el ingreso a la plataforma de salida, indicando la posición del coche que prestará el servicio. Al llegar a él, una persona frente a una mesita, revisa pormenorizadamente el equipaje de mano. Luego de esto se puede ingresar al ómnibus. 
Este increíble control parecía haber llegado a su fin. Pero…, cuando el pasaje se completó, y cada uno ocupaba su asiento;  una señorita cámara en mano, filmó a cada uno de los viajeros.
Acapulco desde Acarey
Estas medidas de seguridad, casi mayor a la de los aeropuertos, marca a las claras el nivel de inseguridad que vive el pueblo mexicano.
Partimos, con rumbo sur por la carretera de cuota. En nuestro país equivale a una autopista con peaje, en este caso fue la Autopista del Sol, con una distancia de alrededor de 380 kms. y un tiempo de viaje menor a cuatro horas.
Una hermosa obra de ingeniería en la que se destacan cinco puentes de tirante muy modernos y al llegar a Acapulco, nos sorprende un túnel de casi tres kms. de largo.
De repente, al salir de él, se divisan las aguas del Pacífico y la hermosa y extendida ciudad de Acapulco de Juárez, en el Estado de Guerrero. 
Desde el piso 23 del Hotel Crowne Plaza las visuales de la costa, como las de la ciudad bordeada por las montañas, son espectaculares.
Esta ciudad mexicana de alrededor de un millón de habitantes, fue fundada por Fernando de Santa Ana y 29 jefes de familia en el año 1550 y la bautizaron  Ciudad de los Reyes.  Años antes, después de la Conquista de Tenochtitlán, Hernán Cortes mando expediciones al sur con el objeto de localizar oro; fue entonces donde descubrieron en 1923 la hermosa bahía de Acapulco que será denominada de Santa Lucía,
El puerto de Acapulco entre 1571 y 1815 se convirtió en el más importante de la Nueva España ya que anualmente y a lo largo de dos meses, recibía un importante comercio con las novedades de Oriente, China, Japón, Ceylán, Damasco.
Dado el permanente acoso de piratas y corsarios, por las riquezas que albergaba la ciudad, en 1615 y a lo largo de dos años,  se construyó el Fuerte de San Diego, nombre dado en honor al Virrey Diego Fernández de Córdoba, 1º Marqués de Guadalcázar.
En 1783 se concluyó una importante ampliación que permitió dar cabida a dos mil hombres con víveres y agua potable para todo el año. Más tarde fue convento, hospital y cárcel. Esta fortificación marítima, que tiene una forma muy particular semejante a una tortuga, es el monumento histórico más importante de la región; albergando desde 1986 el Museo Histórico de Acapulco, que vale la pena visitar.          
Cuando estábamos programando este viaje por  México, confieso que en una de las propuestas no figuraba Acapulco dentro del itinerario. Pensaba yo, que ese tiempo podíamos dedicarlo a la zona arqueológica del Yucatán, pero el grupo dispuso que, estando en México, no podíamos dejar de conocer Acapulco, precisamente por las razones que la hicieron famosa. 
Está ubicada en una zona económicamente privilegiada y es un importante centro vacacional desde la década del 50 en que empieza el boom de las construcciones en altura sobre la costa de la bahía.
En las décadas 60 y 70 se convierte en el lugar favorito para vacacionar para el Jetset internacional, en especial de los norteamericanos. Se filman películas y se realizan fuertes inversiones, en una competencia de lujosas residencias, por parte de empresarios y artistas mexicanos y extranjeros.
Pudimos visualizarlas  en el paseo que realizamos en el yate turístico AcaRey. La guía, indicaba una a una, con gran orgullo, el nombre del propietario de las mansiones que tapizan la costa. “Celebridades”, desde Chespirito hasta Silvester Stallone.
Es un verdadero placer este recorrido en yate por la costa, con música tropical en vivo, barra libre y un panorama deslumbrante, con el cierre de un bellísimo atardecer en el inmenso Océano Pacífico.
En el tradicional city tour por la ciudad, mientras recorríamos la carretera Escénica Miguel Alemán, la guía comentaba que la actividad más popular en Acapulco es la de no tener planes programados ni un itinerario fijo. Se trata de disfrutar del mar y del sol y prepararse para vivir la movida nocturna en los bares y discotecas, célebres por sus escenografías deslumbrantes y la variedad musical. La ciudad ofrece, además, una gran cantidad de restaurantes y lugares para ir de compras, donde los precios pueden llegar a ser muy razonables por la gran competencia.
No puedo dejar de comentar una pequeña desilusión. Cuando todavía era alumno de la escuela primaria, junto a otros amiguitos a la hora de la merienda, teníamos un ritual. Pegados a la única radio valvular de mi casa, escuchábamos las aventuras de Tarzán en la selva. Toddy  era la firma auspiciante. El relato era motivante y nuestra imaginación volaba. Tarzán, Jane, Boy, la mona Chita, Tantor, Terk, Kala, Kercheck, el Profesor Porter, todos manejados por la imaginación de Edgar Rice Burroughs en las indómitas selvas de África. También veíamos las películas donde Johnny Weissmuller era el más famoso de los  protagonistas.
Señalando con su mano derecha, la guía dijo:… y esa es la Isla Selva Negra, donde se filmaban las películas de Tarzán.  ¡ Pensar que creíamos que eran en África!. Hoy se encuentra un tanto descuidada y solo la magia de cine pudo presentarla como una verdadera selva africana.
Observamos la bahía desde distintos ángulos, con paradas para registrar los recuerdos con nuestras cámaras. Playas y más playas  de distintas características, a lo largo de varios kilómetros, matizadas con historias de personajes famosos que las frecuentan y a veces, hasta con viejas historias de corsarios. 
Al fondo de una muy forestada avenida nos encontramos con el Hotel The Fairmont  Acapulco Princess. Tiene una original arquitectura con forma de pirámide azteca de quince pisos. La recepción está ubicada en un lobby, al aire libre, en el centro del edificio, rodeado por los balcones de las habitaciones en toda su altura y enmarcado por  encantadoras fuentes.
Cinco piscinas de forma libre y una laguna de agua salada  están dispuestas en medio de los jardines que tienen más de 750 especies vegetales y albergan una importante colonia de cisnes, flamencos y aves tropicales. 194 has. dedicadas al lujo y a una forma muy especial de vacacionar junto a las Playas del Revolcadero.
Los clavadistas
Famosos en todo el mundo son los clavados de Acapulco. La Quebrada se formó en 1934 cuando se dinamitó el cerro formando un paso que permitió llegar a los acantilados.
Desde aquél entonces, un muy adiestrado grupo de  jóvenes del puerto, se arrojan al mar desde 35 mts. de altura.
El espectáculo da inicio con el ascenso del clavadista, por entre las hendiduras naturales del acantilado, hasta lograr el punto más alto, lugar donde se ubica su santuario. Esto solo,  ya constituye un espectáculo, al observar con que agilidad sortean la trepada de esta pared casi vertical. 
Posteriormente a su ritual, pasan a situarse en una pequeña plataforma a la altura indicada, en la cual el clavadista debe calcular el movimiento de las olas, la marea y el viento, escogiendo el momento adecuado para lanzarse al vacío, haciendo contacto con el agua en un tiempo de 3 segundos y a una gran velocidad. Aplausos de los observadores. 
Se ha generado una infraestructura adecuada para la observación de este inusual espectáculo, con alto riesgo para quienes lo protagonizan y un contener de la respiración por el vértigo que genera.


MÉXICO D.F., ÚLTIMO DÍA (Junio 2012)
 
Aseguran que uno no se puede retirar de la capital de México, sin antes conocer el Museo Nacional de Antropología.
Museo Nacional de Antropología

A las 9:00 hrs. ya estábamos haciendo la cola para ingresar en este moderno edificio que se encuentra en los bosques de Chapultepec; diseñado por un equipo de profesionales comandado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez e inaugurado en el año 1964.
En un espacio de más de 9 has., un año y medio les demandó construir 45.000 m2. de superficie museológica y transformarla en una de las instalaciones, en la materia, más logradas del mundo.
Las salas de exhibición rodean un amplio patio, donde los visitantes se encuentran con un gran espejo de agua con plantas acuáticas y peces. Al ingresar a ese patio impacta el  gran paraguas, que se transformó en el ícono de la obra. La columna que sostiene el techo plano ligado con tensores, está recubierta con bronce amartillado y su decoración representa diferentes aspectos de la historia de México: el árbol mitológico de los indígenas prehispánicos, la nacionalidad mexicana, mezcla de indígenas y europeos y el águila y el jaguar que simbolizan los elementos contrarios del Universo.  . 
Desde 1790 con el descubrimiento del monolito de la diosa Coaticue, y luego el de la  Piedra del Sol, que es el objeto arqueológico más conocido de México, también llamado Calendario Azteca por que describe el relato de los soles cosmogónicos y muestra múltiples signos calendarios, nace la tradición mexicana de proteger el patrimonio cultural. Se creó el primer museo llamado de la Universidad, luego en 1825 el Museo Nacional y a medida que se fueron dando nuevos descubrimientos y con el permanente avance de los estudios se llega al actual Museo Nacional de Antropología. 
Piedra del Sol

Resuelto en dos plantas, la baja es ocupada por las culturas prehispánicas distribuida en doce salas, que se inician con dos introductorias: Mesoamérica e Introducción a la Prehistoria del país. Siguiendo la secuencia evolutiva y cronológica vimos las Salas del Preclásico, Teotihuacán y Tolteca, que muestran las diversas etapas del desarrollo de las culturas que vivieron en el Altiplano General de México antes de los mexicas, cuya Sala se ubica en el centro del Museo. A continuación están las otras cinco Salas, donde pudimos apreciar los testimonios artísticos y culturales de los habitantes de las otras regiones mesoamericanas: las salas de Oaxaca, de las culturas del golfo, Maya, Norte y Occidente de México.
Demás está decir, que para recorrer, observar y analizar todos los elementos que se encuentran, tanto interior como exteriormente, demandaría varios días completos. Nosotros disponíamos de una mañana, por lo que continuamos visitando la planta alta con sus diez Salas dedicadas a exhibir la cultura de los grupos indígenas contemporáneos de mayor presencia nacional: la Introducción a la Etnografía; coras y huicholes; purépechas; otomíes; Sierra Norte de Puebla; Oaxaca; huastecos y totonacos; mayas de las Tierras Altas y bajas, y grupos del Noroeste. Salimos con un montón de fotografías y la satisfacción de haber intentado bucear dentro de la vasta y compleja prehistoria mexicana y su correlato en los tiempos actuales. 
Columna, fuente, paraguas

Volviendo hacia el centro de la ciudad y recordando las recomendaciones de viajeros que nos precedieron, decidimos recorrer la famosa Zona Rosa.
Ha sido parte de la Colonia Juárez con orígenes a finales del siglo XIX siendo en un principio una zona residencial caracterizada por grandes casonas y palacios eclécticos que fueron  morada de distinguidas personalidades de la sociedad de esa época. Estaba algo alejada del Centro Histórico, con pocos terrenos construidos y por el alto nivel económico  de los que la habitaban, fue un sector aislado del movimiento de la ciudad. Después de la Segunda Guerra Mundial, se comenzaron a edificar grandes hoteles en cercanías del Paseo de la Reforma. Esto originó que esta avenida y sus alrededores empezaran a ser frecuentados por turistas extranjeros lo que motivó cambios en el uso de suelo de la zona. De tal suerte algunos de los dueños venidos a menos de las antiguas casonas empezaron, primero, a rentar los garages para la instalación de boutiques y negocios, para después, debido al gran éxito que tuvieron, terminar vendiendo estas construcciones que fueron convertidas en lujosos restaurantes y exclusivos centros nocturnos.
Continuaron las importantes inversiones especialmente dirigidas al sector turismo, pero en la década del 80, especialmente después del terremoto de 1985, en la zona decayó la demanda de los espacios comerciales por lo que otros grupos sociales vieron oportunidades, como la comunidad coreana y especialmente la comunidad gay que ha establecido un gran número de negocios que van desde sex shops y boutiques hasta famosos centros nocturnos, lo que ha llevado a la Zona Rosa, sin ser un barrio gay, a convertirse en uno de los primeros lugares de respeto abierto a los derechos de esta comunidad.  
Zona Rosa

Al parecer de Vicente Leñero, literato mexicano, la zona es "demasiado tímida para ser roja y demasiado atrevida para ser blanca". 
Nosotros hemos recorrido sus calles, llenas de espacios verdes y bien arboladas, al estilo Palermo de Buenos Aires, con modernos edificios y profusión de locales comerciales: lo hicimos a media tarde y por lo que pudimos observar nos imaginamos que por la noche y madrugada de cualquier día de la semana, la zona bien puede calificarse de roja. Razón ésta que la llevó a su fama actual. Quedaría un tanto desprolijo, contar algunas anécdotas de hechos acaecidos.  
Casi en el atardecer, aprovechamos para conocer la Torre Latinoamericana, ubicada en el centro de la ciudad, Eje Central Lázaro Cárdenas esquina con la Peatonal Francisco J. Madero. Un edifico del cual están muy orgullosos los mexicanos ya que se construyó con tecnología netamente local, en zona sísmica, superando los terremotos de 1957 y1985 sin daño alguno. Es una de las obras más emblemáticas del D.F.
Se comenzó a construir en 1949 y se terminó en 1956. Este rascacielos cuenta con 43 pisos de oficinas, con 187 metros de altura, y una antena desde donde se transmiten señales de radio y televisión. Esta torre nos ofrece un mirador en los tres últimos pisos de su estructura, desde donde pudimos obtener excelentes vistas de la ciudad. El sol ya se había ocultado tras las montañas, las luces de la interminable ciudad estaban encendidas y todavía se podían ver las líneas que perfilaban los edificios, con sus planos teñidos de un tinte rojizo; un momento único para apreciar desde la altura, la enorme obra del hombre en uno de los conglomeramos más grandes del mundo. 
Desde lo alto pudimos apreciar el Palacio de Bellas Artes, que es la casa máxima de la expresión de la cultura del país, considerado el teatro lírico más importante de México y el centro más destacado dedicado a las bellas artes en sus diversas manifestaciones.
Fue declarado por la Unesco, Monumento Artístico en 1987.
Comenzó su construcción en 1904, con un diseño ecléctico mezclando los estilos Art nouveau y Art decó. Se emplearon mármol blanco de Carrara en sus fachadas y de diversos tonos en su interior, que cuenta con obras de los grandes muralistas mexicanos.
Después de varias interrupciones en su construcción se inauguró en 1934. Este imponente edificio alberga diversos escenarios y salas para la práctica y exposición de obras de arte, destacándose la gran sala de espectáculos.
Antes de ir a cenar, a modo de despedida de esta gran capital pasamos por Sanborns  a tomar un aperitivo.
El recinto que la alberga, es en realidad, el Palacio Azul como lo llamaban en el siglo XVI cambiando su nombre, tiempo después, por el de Casa de los Azulejos. 
Palacio de Bellas Artes desde Torre Latinoamericana

Fue construido en estilo churrigueresco y se dice que los azulejos que revisten el exterior, fueron fabricados en Puebla, en una alfarería de talavera de frailes Dominicos, en 1653.
Los barandales de bronce de corredores y balcones fueron traídos de China. El patio interior del palacio luce sus altas columnas de piedra con vigas y tirantes de madera de grandes dimensiones. Su fuente de piedra que es única, constituye uno de sus mayores atractivos.
Una riquísima historia acompaña esta morada desde mediados del siglo XVI a nuestros días, habiendo presenciado no solo felicidad, regocijo y hechos sobrenaturales, sino también, como contrapunto, crímenes y hasta terremotos, según cuentan varias leyendas.    

LA MAJESTUOSA SANTA PRISCA DE TAXCO (Mayo 2012)

Todas las mañanas, antes de comenzar un viaje, mientras desayunábamos en la terraza del hotel “repasábamos” la imponente imagen de la Catedral y todo el Zócalo a sus pies. 
Amaneció fresco, con el cielo bastante encapotado. Desde muy temprano en esta megalópolis, la bruma un tanto contaminante, está presente.

Museo Robert Brady

Hoy saldremos con rumbo sur y a 85 kms. del D.F. haremos la primera parada en Cuernavaca, capital del Estado de Morelos. 
A poco tiempo de haber partido, estaba abstraído contemplando el tren que se desplazaba a nuestro lado, observando sus ruedas con cubiertas de goma y pensado lo suave que sería el desplazamiento sobre las vías con escaso ruido en su movimiento, cuando el ómnibus comenzó a parar y fue estacionado casi bajo un puente. Griterío y aplausos entre el pasaje. Habíamos parado frente al Estadio Azteca. Como no soy amante del futbol, no estaba ni enterado de lo que significa este campo de deportes. Todo el mundo abajo y cámara  en mano, a gatillar.
Sebastián, el guía, comenzó su relato diciendo que el estadio y el equipo de futbol son propiedad de la empresa de medios Grupo Televisa. Tiene una capacidad de 105.064 espectadores lo que lo convierte en el tercer estadio en el mundo según su capacidad. Se comenzó a construir en 1962 y se inauguró en mayo de 1966. Contó una enorme cantidad de historias referidas a los acontecimientos acaecidos en los numerosos partidos disputados a lo largo de 46 años. Solo una memoricé:  

Palacio de Cortés

__ Allí, dentro de esa mole de cemento que están viendo, Diego Armando Maradona, en cuartos de final del México 86, en el partido Argentina e Inglaterra anotó el famoso gol con la mano, llamado “La Mano de Dios” y otro conocido como el “Gol del Siglo”. Contentos los futboleros.
Después de esta parada sorpresa continuamos viaje hacia la “Ciudad de la Eterna Primavera”: Cuernavaca; elegida por los mejicanos de la capital para sus momentos de descanso; desde el tiempo de los aztecas, pasando por Hernán Cortés y otros personajes como Maximiliano de Hamburgo, Diego Rivera, Frida Khalo, entre otros, hasta nuestros días.  

Taxco en la montaña

En una hora de viaje por moderna carretera se llega a esta ciudad de montaña sumamente acogedora de clima tropical muy estable, con plazas y antiguas mansiones llenas de verde que crean una atmósfera apacible y hasta bohemia.
Nuestra visita comenzó por donde el guía lo dispuso: la gran manzana donde se encuentra la Iglesia Catedral y varios templos.
El Templo de Nuestra Señora de la Asunción hoy Catedral de Cuernavaca, comenzó con el convento de esta localidad, quinta fundación franciscana en México, que  fue establecido en 1525 por los doce primeros frailes franciscanos que llegaron al país.
De la primera etapa constructiva sólo sobreviven el casco de la iglesia y las arcadas de la planta baja del convento.
Se ingresa a un gran atrio que funcionó en una época como cementerio. Este espacio ha constituido desde siempre la parte central del conjunto, en cuyos ángulos es posible que en un principio se encontraran capillas posas, hoy sustituidas por edificios.
El convento y templo de la Tercera Orden, se construyó al noroeste del atrio de la catedral, a su capilla se le dio planta de cruz latina y una sola nave dividida en sotocoro, nave, crucero y ábside. Es un importante ejemplo del barroco dieciochesco novohispánico. 
La Capilla Abierta, dedicada al señor San José, fue edificada en la primera mitad del siglo XVI, y es la parte más antigua que se conserva del monasterio.  Se considera uno de los monumentos abovedados más antiguos y en su interior se encuentra la pintura del "Linaje espiritual de San Francisco", que representa escenas de la vida de Asís.
El Templo de Nuestra Señora del Carmen, fue erigido en el mismo, en la segunda década del siglo XVIII. Cuenta con una sola nave, decorada en estilo neoclásico.

Santa Prisca

También se construyeron en el atrio  la Capilla del Carmen, la Capilla de la Santa Cruz  y las Capillas del Humilladero. Una verdadera concentración de templos y capillas entorno a este gran atrio forestado y con bellos jardines.
En la misma manzana, al costado de la Catedral, por la calle de difícil nombre: Netzahualcóyotl, el artista norteamericano Robert Brady (1928-1986) montó en su Casa de la Torre, un polifacético y original museo, con más de 1300 piezas de gran valía de todas partes del mundo: figuras ceremoniales primitivas, marionetas, estatuillas prehispánicas, Cristos antiguos, pinturas y muebles coloniales, alfombras persas, un mosaico bizantino, un tótem canadiense, una banca de chaquiras de Camerún, e incluso tejidos, vajillas y pinturas representativas del arte mexicano.
Nos concentramos en el ómnibus, y partimos viaje a Taxco. Al girar en la esquina vimos un verdadero palacio y cuando preguntamos de que se trataba, el guía respondió: __Ahh !!..., es la casa de Hernán Cortés. El ómnibus siguió su marcha.
Cuando uno visita un lugar determinado, como parte de un tour programado, ocurren estas cosas. Hay un  tiempo, siempre escaso, dentro del cual se acomodan los lugares que la empresa prestadora del servicio, cree más interesantes y por cierto, como no se puede ver todo lo disponible, quedan afuera puntos importantes.
El Palacio de Cortés, hoy Museo Regional de Cuauhnáhuac, es la construcción civil más antigua que se conserva en México. Se comenzó a construir en 1521, sobre una construcción prehispánica dedicado a lo que fue el centro recolector de tributos de los tlahuicas. Hernán Cortés, vivió en él, hasta su muerte en 1549.
Después de recorrer un zigzagueante camino de montaña, realmente bello, con la presencia de pequeñas aldeas, en medio de una exuberante vegetación, llegamos a Taxco.
Es éste el centro minero más antiguo del continente, mundialmente conocido por sus minas de plata que existen desde el tiempo de la Colonia. El trabajo de ese metal es un verdadero atractivo y productor de un relevante movimiento comercial.
Por primera vez en este viaje, la lluvia se hizo presente. Lo hacía en forma intermitente, pero molestó el desplazamiento por esta ciudad que en el centro, Taxco Viejo, tiene una planta urbana al más puro estilo medieval. Calles muy angostas, empedradas con dibujos de líneas de colores que marcan la calzada donde se desplazan los vehículos, carente de veredas y con pendientes muy importantes. Casas de blancas paredes y techos de rojas tejas españolas se ven por doquier.
El restaurante donde almorzamos tiene unas vistas a la ciudad que permite apreciar cómo se pega a las laderas de las montañas y prácticamente, forman un tapizado blanco y rojo con pinceladas de verde follaje.
Demasiado tiempo destinado a la compra de objetos de plata, hicieron que me escindiera del grupo para recorrer las callecitas aledañas tratando de que la lluvia no me empapara.
La Parroquia de Santa Prisca es, sin dudas, el monumento más importante de Taxco. El templo se debe a la generosidad de Don José de la Borda, poderoso dueño de la mina “San Ignacio”, que decidió que su hijo sacerdote, celebrara misa en un templo expresamente construido para él. Solo Borda manejó el dinero y dirigió la construcción  y a ello se debe la perfecta unidad de estilo que se aprecia en la obra.
Se comenzó a construir en 1748 y se terminó en septiembre de 1758. En esa época florecía en la Nueva España el arte barroco y éste templo cumple con las características de los de ese entonces, en México: planta en cruz latina, con la cúpula sobre el crucero, las torres al pie y entre ellas la fachada. Entre los brazos quedan situadas la sacristía, el bautisterio y el cuadrante. 
La fachada es barroca con influencias churriguerescas. Las torres están profusamente labradas en piedra, simulando estar hechas en madera y sus figuras parecen provenientes del arte chino en ese material. El sector central de la fachada, de una fastuosidad plástica extrema, está envuelta por una gran profusión de figuras simbólicas: medallones, escudos, columnas, querubines, flores, hojas, vegetales. Está flaqueada por las bases, más tranquilas, de las torres.
En un momento que estaba el guía distraído, le expliqué que quería tomar una foto de Santa Prisca completa, como la había visto en manuales de estudio. Se prendió de la idea. Julio, Inés, Marta y Juan Carlos, se sumaron  y casi corriendo, escapando a la lluvia que por momentos era intensa, comenzamos a trepar las subidas de las callecitas con curvas y contracurvas, tratando de usar todos los aleros disponibles.
Sebastián, golpeó la puerta de un bar que estaba cerrado. Conocía a los dueños, quienes nos flanquearon el ingreso. Subimos tres pisos y llegamos a la terraza.
__ Ohhh!!... estábamos ante la majestuosa Santa Prisca de Taxco. Que belleza. Desde la altura del comienzo de las torres pudimos verla en toda su magnitud.

CAMINANDO POR CHOLULA Y PUEBLA (Abril 2012)



Iglesia Ntra. Sra. de los Remedios de Cholula
 Parecía que el chofer había estacionado en una calle cualquiera de San Pedro de Cholula, en el estado de Puebla. A la izquierda teníamos un cerro y a la derecha podíamos observar la ciudad casi desde arriba, ya que nos encontrábamos en un lugar alto.
Grande fue la sorpresa cuando el guía nos comentó que en realidad estábamos parados frente a la pirámide más grande de Mesoamérica y que por ahora se nos presentaba como un simple cerro, cuya iglesia amarilla en su cima, aún no veíamos. Debíamos iniciar el recorrido.
Lamentablemente a la llegada de los españoles, éstos se encargaron de destruir la mayor parte de la pirámide y nada mejor para borrarla de la memoria de los indígenas que construir un templo encima, previa destrucción del existente. Sin embargo, el estado mexicano se ha encargado de desenterrar parte de ella y convertirla en museo. Quizás lo más interesante de esta pirámide son sus túneles subterráneos, que se cree recorrían todo el interior de ella y que hoy en día se pueden visitar en la compañía de guías. Esa era nuestra intensión, pero algunos desmoronamientos impidieron nuestro ingreso. En la parte exterior, se encuentran ruinas de lugares ceremoniales, y una ancha escalera que conduce al templo de Nuestra Señora de los Remedios, que domina todo el pueblo y en donde se puede contemplar una hermosa vista de Cholula y del volcán Popocatépetl al fondo.
La visita comenzó por el museo de sitio donde nos pudimos enterar que este pueblo puede considerarse la ciudad viva más antigua del continente americano, ya que su fundación data de unos 600 a.C. Cholula se ha traducido de la lengua náhuatl como “agua que cae en el lugar de la huida”.
La Gran Pirámide, que se puede observar en una didáctica maqueta, comenzó a construirse en el segundo siglo de nuestra era hasta formar una plataforma de 120 m. de lado y 18 m. de alto con una escalinata de acceso al poniente y un templo en la cúspide. Como todos los edificios de la Ciudad Sagrada, estaba orientado 24º al este del norte mirando hacia el volcán Iztlaccihuatl. Con el paso del tiempo, nuevas culturas y sucesivas construcciones superpuestas, llegó a tener siete capas, calculando que en su última etapa constructiva llegó a medir, su base, 400 m. de lado y su altura fue de 62 a 65 m. a lo que había que añadir el templo construido en la cima, donde ahora se encuentra la iglesia dedicada a Nuestra Señora de los Remedios.

Santa María de Tonantzintla
El santuario, que remata este cerro artificial fue construido en 1594, y debido al terremoto de 1864, en el que quedó totalmente destruido del que sólo se conserva una pequeña capilla, se reconstruyó en estilo barroco. Un dato curioso: el 12 de febrero de 1895, se denominó Distrito Cholula de Rivadavia, a la cabecera del municipio de San Pedro de Cholula, por decreto del XIII Congreso Constitucional del Estado y en honor al presidente argentino, Bernardino  Rivadavia, en compensación o intercambio político cultural con Buenos Aires, por el hecho de llevar el nombre de Benito Juárez en una de sus importantes avenidas.
__Podrían haber elegido un mejor presidente…, le comenté al guía. Se quedó mirándome, con un signo de preguntas flotando en su cabeza, pero no se animó a seguir con el tema, mientras subíamos para llegar a descubrir las partes visibles de esta pirámide.

Callecita poblana
 Ya de retorno al país consulté el decreto y pude descubrir lo escaso que era el conocimiento de nuestra historia por parte de los mejicanos, ya que en los considerandos del documento, luego de agradecer a nuestro país por haber dado a un distrito el nombre de Benito Juárez, decía: “…Y para que exista alguna analogía entre el pasado de Cholula, teniendo en consideración la resistencia que allá se puso al Conquistador Castellano, nos ocurre el nombre del glorioso General Rivadavia héroe de la independencia de la referida República…” ¿!¡?
Antes de seguir para Puebla de Zaragoza, me gustaría comentarles que como premio por portarnos muy bien en el viaje, cosa que siempre tienen preparado los choferes, pasamos por un intrincado pueblito llamado Santa María de Tonantzintla.
El motivo era conocer y admirar una obra única, considerada como la joya más rica del barroco indígena mexicano, en su grado exuberante: la iglesia de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
En ella conviven amalgamadas dos culturas religiosas, la indígena y la católica traída por los españoles. Lo más sobresaliente de éste bello templo son los estucos policromados que ornamentan su interior. En la cúpula principal, que data de 1600, está la mayor profusión de figuras y formas donde se manifiesta un creciente horror vacui (horror al vacío); que llevó a colmar, progresivamente, todos los espacios de ésta iglesia.
El gran valor de esta obra se debe a que es el único templo donde los franciscanos, que evangelizaron el antiguo México, permitieron que los indígenas plasmaran sus inquietudes artísticas y religiosas. Ellos quisieron representar en la cúpula de la capilla el cielo de Tláloc, el dios de la lluvia.
Puebla de Zaragoza fue fundada el 16 de Abril de 1531, cuando según cuenta la leyenda, los ángeles descendieron del cielo y señalaron al Obispo Julián Garcés, donde se tenía que construir la ciudad, debido a ello se le conoce también como la Angelópolis (Puebla de los Ángeles). Unos cuantos años después la estamos caminando. Comenzamos en la Plaza Mayor que está en el lateral noreste de la Catedral frente al Ayuntamiento. El guía comenzó a andar bastante rápido y nos dimos cuenta que en realidad, además de mostrarnos la ciudad, nos llevaba a almorzar.
En el restaurante del Hotel Colonial de Puebla, que parece una gran casona, precisamente de estilo colonial, en la calle 4 Sur casi frente a la iglesia de la Compañía, la atención fue excepcional. Como corresponde nos ofrecieron mole poblano y después de enterarnos de que se trataba, preferimos otro menú.  
El mole es un plato tradicional de la cocina poblana y uno de los más representativos del país. Consiste principalmente en una salsa de una gran variedad de ingredientes, con chocolate, chiles variados, jitomates, almendras, plátano, nueces, ajonjolí, clavo, canela, perejil, pimienta, cebolla, ajo, etc.; vertida sobre presas de guajolote, nombre que se le da en México al pavo (meleagris gallopavo). Se cuentan numerosas historias respecto de su origen.
El centro histórico de Puebla que fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987, muestra impresionantes edificios de la arquitectura colonial española. La cultura y el arte florecieron y las manifestaciones de la iglesia quedaron plasmadas en templos,   conventos y colegios religiosos.
Caminar sus calles es muy agradable por el colorido, la arquitectura española detenida en el tiempo, con edificios totalmente revestidos en mayólicas, la fuerte presencia de la cerámica de Talavera, con preeminencia del azul sobre fondo blanco.
De todos los edificios, el más importante es el de la Catedral Basílica Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción que ocupa una planta rectangular con un gran espacio para el atrio. El templo de dimensiones monumentales está organizado en cinco naves: una central, dos laterales procesionales y dos de capillas hornacinas. Se destaca su fachada de estilo renacentista con sus torres, que con un poco más de 70 metros de altura, eran las más altas de las colonias españolas.

Catedral de Puebla
La catedral que fue construida entre los siglos XVI y XVII, es considerada como uno de los museos más importantes de arte novohispano y posterior, por los tesoros que alberga. A lo largo de los siglos se ha enriquecido en obras de pintura, escultura, orfebrería y carpintería de gran calidad artística, así como sus decorados. Los tesoros de la sacristía resguardan ricos ornamentos sacerdotales bordados con hilo de oro y plata, vasos sagrados, cálices, copones, relicarios y cruces bañados en oro con incrustaciones de joyas y diamantes. No se puede dejar Puebla sin conocer el Templo Conventual de Santo Domingo de Guzmán desde cuyo transepto se accede a la gran Capilla del Rosario, espléndido ejemplo del barroco novohispano, inaugurada en 1690 y considerada en su tiempo como la “octava maravilla del mundo”. 
La planta del Templo es una nave en forma de cruz latina, sin cúpula, de grandes dimensiones. Se destaca el majestuoso y bien proporcionado retablo de estilo barroco que cubre todo el muro del ábside. Cuatro pisos, más de veinte imágenes de santos vinculados con la orden, todo laminado en oro.
La Capilla es de planta en cruz latina con brazos cortos al igual que el testero, con cúpula. Está decorada con yesería sobredorada, trabajo exquisito y minucioso, en el que se observa la gran habilidad de los artesanos poblanos. Toda la ornamentación, con profundos simbolismos referidos al Rosario, se hizo a base de harina con clara de huevo y agua, recubierta con láminas de oro de 24 quilates. Una verdadera maravilla que deja asombrado a cualquier observador, más allá de su fe religiosa.
En las últimas horas de la tarde, con rumbo noroeste, por la autopista México-Puebla, recorrimos los 119 kms. que nos separaban del D.F.

TEOTIHUACÁN (Marzo 2012)


Calzada de los Muertos

Mientras esperábamos que el otro grupo avance, aprovechamos a comprar la famosa botellita de agua mineral, esa que en todas las caminatas nadie quiere llevar, aunque después, todos quieren tomar. Muy buena bibliografía, a precios accesibles, está a disposición para la compra en varios kioscos. Las artesanías y los artesanos, siempre presentes.
Comenzamos por el Museo de Sitio que nos permitió ubicar geográficamente dentro de esta monumental expresión del urbanismo teotihuacano y observar, de cerca, expresiones del arte de distintas épocas de los habitantes del lugar.
Estábamos en el sector sur de ésta gran zona arqueológica. Cruzamos la Calzada de los Muertos y llegamos a La Ciudadela

Columna Palacio del
Quetzal-Papaloti

Fueron los primeros españoles quienes bautizaron con ese nombre el lugar, ya que se asemeja a una fortaleza que en su parte central tiene un “castillo” a cuyo alrededor se desarrolla una extensa muralla con un acceso escalonado que encerraba la plaza de 400 metros de lado.
Fue con las exploraciones del siglo XX que se determinó que el edificio era el Templo de Quetzalcóatl y que la “muralla” estaba formada por plataformas de 7 metros de altura con estructuras piramidales en la parte superior. Éstas contenían templetes donde se realizaban ceremonias y festividades.
En la parte interior de la Ciudadela  hay una plaza hundida y una plataforma cuadrangular con escaleras en los cuatro lados y, al sureste, una estructura asimétrica con siete superposiciones constructivas.
En este sector sur, lo más importante es el imponente templo de Quetzalcóatl, sobre una pirámide de base cuadrada, con entablamento de mampostería. Los relieves de las terrazas de este templo muestran el arte del moldeado en piedra, donde a intervalos de tres metros se proyectan desde el tablero grandes cabezas en ángulos rectos, que representan el espíritu de la lluvia a través de una serpiente emplumada que se alterna con una serpiente ondulante y una profusión de uso del color en que predominaba el rojo. La alternancia de las austeras figuras en relieve de estas serpientes, expresaban los opuestos de la naturaleza, el verdor y la vida de un lado y los desiertos cálidos y ardientes del otro.

En el Templo de Quetzacóatl
(Museo de Antropología)
No pude conseguir información sobre la razón por la cual se usaron escalones tan altos y poco profundos, lo que da por resultado unas escaleras extremadamente empinadas  muy difíciles de subir y bajar. Ha primado en la concepción el ángulo que debían conseguir para sus terrazas.
Como en toda excursión en cualquier lugar de este mundo, hay un tiempo dedicado a la faz comercial; nos guste o no y de acuerdo como lo tenga planificado o “arreglado” el guía. En este caso, entre el desplazamiento desde el sector sur al norte, pasamos por un gran centro de producción de artesanías. Una cooperativa de trabajo donde, entre otras cosas pudimos observar el trabajo con la obsidiana.
 
Pirámide de la Luna

Éste es un vidrio volcánico muy duro y frágil, brillante, generalmente de color negro o gris, pero los hay rojo o verde. Dadas sus cualidades físicas, fue tal vez, la materia prima más importante para los antiguos mesoamericanos que con una maestría lograda a lo largo de miles de años, los artesanos dedicados a la obsidiana aprovecharon prácticamente cada fragmento del material para crear objetos que se utilizaban en cualquier actividad: domésticas, medicinales, artesanales, militares y religiosas.  
Hoy exhiben orgullosos sus obras y tratan de comercializarlas, generando recursos que apuntan a la obtención de un turismo sustentable.
El maguey, fue el otro tema de demostración. Un señor ataviado con prendas multicolores posiblemente como la que usaron sus ancestros, hoja en mano, nos platicó acerca de este mitológico y extraordinario vegetal que como ninguno, proporciona al hombre: casa, vestido, sustento y salud, además de ser un medio de conocimientos, ya que de él se extraen hojas de papel. Probamos su pulpa y el agua que de ella emana. Existen muchas variedades de maguey, posiblemente más de doscientas; del subgénero Agave se produce una bebida fermentada llamada Pulque, “ la bebida de los dioses” y el famoso Tequila, aguardiente proveniente de la destilación del mosto fermentado que se obtiene del corazón de la planta de agave azul.  
Después de un tentempié servido en el salón de ventas, con toda la explicación culinaria de su origen, historia y elaboración, aunque sin los chiles mexicanos, abordamos nuevamente el ómnibus y nos dirigimos al sector norte de la zona arqueológica de Teotihuacán.
Ingresamos por el Palacio del Quetzal-Papalotl, en el cual se destaca su patio interior rectangular, aporticado en sus cuatro lados que dan entrada a los recintos. Todas las pilastras están esculpidas con el motivo del Quetzal-Mariposa y unidas a través de un friso tablero pintado con motivos abstractos.
Pasamos al Palacio de los Jaguares, donde se conservan taludes con decorados originales que representan felinos, que soplan caracoles emplumados y tienen conchas en el lomo. Por el Templo de los Caracoles Emplumados llegamos a la Calzada de los Muertos.  

Desde este punto se aprecia la escala monumental del conjunto. A pesar de la gran destrucción a que fue sometido, en un ejercicio de imaginación se le pueden devolver los templos que ya no existen, ver desfilar a los miles de personas que aquí vivían precedidos por sus sacerdotes, todos envueltos en un colorido sin igual.
La Calzada de los Muertos o Miccaohtl es el eje norte sur de la ciudad de Teotihuacán, orientado en realidad a 15º 0,3´al este del norte geográfico, comienza con la Pirámide de la Luna y se extiende con una longitud de más 2,5 km., con el extremo sur sin definición monumental. El ancho promedio es de 45 metros y está flanqueada por los edificios más importantes destinados a templos, palacios y casas de los personajes más encumbrados.
El guía, que también era un “personaje”, insistía en que, si nosotros veníamos a ver pirámides nos habíamos equivocado de lugar, ya que lo que estábamos contemplando eran basamentos, conos truncados que en la plataforma superior tuvieron templos dedicados al dios correspondiente.
A nuestra izquierda en el extremo septentrional de la avenida, teníamos la Pirámide de la Luna que fue uno de los primeros edificios construidos en Teotihuacán. Tiene 150 metros de lado y una altura de 42 metros. Como muchas de las construcciones importantes de Teotihuacán, es producto de varias superposiciones y ampliaciones y su exterior ofrece un motivo arquitectónico típicamente teotihuacano: un entablamento rectangular y enmarcado sobre una mezcla inclinada. Todos los exteriores están recubiertos de argamasa espesa y blanca que habitualmente se decoraban con escenas mitológicas pintadas de rojo y policromadas.
Recorriendo la calzada y observando los numerosos basamentos que están en ambas márgenes, llegamos a la Pirámide del Sol, la más antigua, la más grande, la más imponente.

Pirámide del Sol
La base de esa pirámide es casi cuadrada, mide 222 metros por 225 metros con una altura de 64 metros, habiendo perdido el templo que la coronaba, presumiblemente destinado al dios sol como quería la tradición azteca. La orientación tiene una inclinación de 17º 30´ de la dirección del polo terrestre, lo que apunta hacia el polo magnético y permite al Sol coincidir en el cenit del centro de la pirámide los días 20 de mayo y 18 de junio.
Originalmente estaba compuesta por cuatro cuerpos pero actualmente se aprecian cinco después de la reconstrucción efectuada en 1910.
Estudios recientes han descubierto la existencia de una cueva natural, ampliada por los primeros pobladores hasta convertirla en una cámara de planta trebolar, destinada a sus rituales, a la que se llegaba por un túnel hasta el centro mismo de la planta de la actual pirámide. Esto hace presumir la razón por la cual la pirámide y la misma ciudad, se construyeron en ese lugar y no en cualquier otro del valle de México.
Los cinco argentinos sentados a la sombra bajo un pequeño arbolito en la zona de los puestos de artesanía, observamos atentamente como Julio y Ruth, subieron y bajaron raudamente los 364 escalones de la Pirámide del Sol, para cargarse con mucha energía positiva, con sus dos brazos en alto. Los que quedamos abajo entendíamos que, para subir, habíamos llegado tarde…, unos diez añitos tarde.
A las 16:30 horas partimos para almorzar en un restaurante tradicional de Teotihuacán: “El Jaguar dorado”. Mucha comida típica, mucha música mexicana y mariachis que con corridos, haupangos, sones jorochos y valses pusieron un digno cierre a esta vista de una gigantesca expresión de la cultura teotihuacana en el valle central de México.



A LA VERA DE LA RUTA MÉXICO-PACHUCA (Enero-Febrero 2012)
 

Kinich Coyol, es el nombre de la empresa que se encargó de hacer el receptivo en Méjico. Es difícil de recordar…, en lengua náhuatl quiere decir sol y luna. Buenos equipos, buenos guías y mucha puntualidad. Con media hora de antelación, según lo indicado en el voucher, (parece que hubo un error), estaban en el hotel. Tuvimos que terminar el desayuno rápidamente y correr hasta el bus que se hallaba estacionado a unos cien metros, en el lateral de la Catedral. Gran sorpresa cuando nos encontramos, que entre el pasaje, había 19 argentinos.
Salimos del D.F. con rumbo noroeste por la carretera México-Pachuca. El destino principal era la visita a la “Ciudad de los dioses” o “Ciudad donde fueron hechos los dioses”, así le llamaban los mexicas a Teotihuacán, una de las mayores ciudades mesoamericanas prehispánicas.
 Allá nos dirigíamos, cuando habiendo recorrido unos 35 kms., abandonamos la autopista y a través de los campos sembrados de hortalizas, divisamos el Ex Convento de San Agustín de Acolman.
Fue para mí una gran emoción recorrer esta obra que había estudiado en la diplomatura de la Univ. Blas Pascal y que al hacerlo, nunca imaginé que algún día podría vivirla tan de cerca.  
Cumplidos los trámites de rigor, todo el grupo se encolumnó detrás del guía y comenzamos el recorrido, mientras escuchábamos sus explicaciones en mexicano muy veloz, por lo que le solicitamos que, aunque hablamos el mismo idioma, lo hiciera más lento para comprender mejor.
Sobre basamentos prehispánicos, Fray Andrés de Olmos, entre 1524 y 1529, inició la construcción del convento que estuvo a cargo de los franciscanos hasta 1536, pasando a manos de los agustinos, quienes le dieron la forma actual hacia 1560 aproximadamente. 
La segunda etapa corresponde a la construcción de la nave del templo, y la planta alta del claustro chico, las celdas y la capilla abierta. A partir de 1558 comienza la tercera etapa, con la construcción del arco triunfal del ábside del templo y un nuevo claustro, que es donde actualmente funciona el Museo del Virreinato.
Por este sector entramos, pasando desde la portería a la cocina donde se pueden observar los elementos con que los frailes preparaban sus alimentos, pasando luego al anterrefectorio y al refectorio, salas donde se exponen pinturas de caballetes, textiles, esculturas y objetos litúrgicos usados por los agustinos.
Al salir del refectorio se accede al patio de “Los Naranjos” del claustro grande y fue instantáneo el recuerdo del patio del Convento agustino de la Popa de la Galera de Cartagena de Indias. El ámbito era exactamente igual. El diseño arquitectónico parecía perteneciente a una misma mano. Recorrimos las celdas de descanso, el deambulatorio con sus columnas decoradas con perlas isabelinas, las salas capitulares donde se exponen lienzos de autores reconocidos de la época del virreinato. Visitamos la capilla abierta, desde donde el celebrante oficiaba misa a la multitud que se encontraba en el atrio.
Pasamos al patio de las caballerizas, al claustro chico construido por los franciscanos en planta baja y alta. Fue un extenso recorrido, profusamente documentado.
La visita del interior había concluido, según el guía. Según nosotros,  faltaba lo más importante: el templo. En México, templos, capillas y ex conventos pertenecen al Estado. Éste dispone que se hace con ellos. En este caso, la iglesia solo se abre en el momento del oficio religioso los días domingo, aduciendo falta de personal de custodia.
Nicolás, solicitó hablar con la persona responsable del museo y le dijo: __ Venimos del sur de América, de Argentina, hemos recorrido 7.000 kms. para conocer este monumento y nos encontramos que está cerrado. Somos gente mayor, es muy probable que nunca volvamos por aquí. Le solicitamos tenga la amabilidad de hacer abrir un rato la iglesia para conocerla. Trataremos de hacer lo más rápido posible, para no comprometerlo…
Agradeciendo el asentimiento, ingresamos al imponente templo, una de las joyas más notables del siglo XVI, pasando por el sotocoro, en cuyo lateral derecho está el baptisterio y el retablo de la Virgen María. Impresiona, de inmediato, la altura de los muros y la maravillosa bóveda nervada. Llama la atención el ábside del templo con pintura mural al temple con motivos de santos, obispos y papas que pertenecieron a la orden de los agustinos. En el interior de la nave única, se conservan vestigios de algunos retablos barrocos de los siglos XVII y XVIII, tallados en madera y estofados en hoja de oro, con una exuberante decoración vegetal, figuras de personajes celestiales y esculturas de ángeles.    
En el exterior se destaca la fachada del templo de estilo plateresco, por la belleza de sus columnas y de los detalles decorativos en el friso y en el arco de la puerta, donde se aplicaron técnicas de orfebres y plateros para dar forma a las piedras.
Recorrimos el amplio atrio, vimos una de las “capillas posas” y la hermosa cruz atrial.
Con la alegría de haber conocido esta casi fortaleza del siglo XVI, partimos para el próximo y cercano destino.
Llegamos al lugar unos 2120 años después de que todo comenzó en este valle de la cuenca central de México. Mucho tiempo ha pasado, tanto, que ya no se recuerda quienes fueron sus primeros habitantes y menos el idioma que hablaban. Estuvieron allí, hasta el año 700 d.C. En un principio fueron cazadores, agricultores, pescaron y recolectaron, pero, con el paso del tiempo, se produjeron cambios sociales devenidos del aumento de la producción y del intercambio comercial, como la centralización del poder y el asentamiento de la población que edificó el gran centro urbano, parte del cual, hoy podemos ver. 
Fue posible gracias a la numerosa mano de obra existente y a la fuerte presencia de la clase  sacerdotal que amén de realizar ceremonias y rituales, organizó y controló el trabajo; detentando el poder político, administrativo y económico de ese pueblo. Fue importante su desarrollo cultural, extendiendo su influencia a lugares como Monte Albán, en el estado de Oaxaca o Tikal, en Guatemala. Puede que lo haya hecho por la vía comercial, por las armas, o por la combinación de ambas.
En su época de esplendor, alrededor de los años 450 a 650 d.C., se estima que ha llegado a tener alrededor de 100.000 habitantes y ocupar una extensión de 21 km2. A modo de comparación, la ciudad de París en el año 510, tenía 30.000 habitantes y llegó a los 100.000, recién en el año 1200.
A mediados del siglo VII comenzó la decadencia y en el siguiente, el abandono de la ciudad fue total. Vacía quedó, solo rodeada por algunas pequeñas aldeas.
La presencia de una gran hambruna que los obligó a emigrar, una descarnada lucha por el poder que dividió a la clase dirigente, la sublevación del pueblo contra ellos, una feroz  invasión de los grupos étnicos del norte… En algunos de estos acontecimientos o en la combinación de algunos de ellos, puede estar la razón del derrumbamiento. Por ahora son solo hipótesis.
Después de la caída,Teotihuacán, se convirtió en un sitio de peregrinaje de otros pueblos, entre ellos los mexicas, que venían a hacer sus ceremonias religiosas, basados en la leyenda que señalaba que en este lugar se había creado el Quinto Sol, que alumbraba al mundo en el que vivían los herederos de la cultura teotihuacana.
Junto a los toltecas, se encargaron de excavar los sitios principales de la ciudad en busca de elementos preciosos, depredación que se constató arqueológicamente. Además edificios como los de La Ciudadela, no solo fueron saqueados, sino que fueron incendiados y destruidos por pueblos posteriores, con la única razón de que la cultura teotihuacana no volviera a prosperar en la región.
A pesar de todo, llegaron a nuestros días una gran cantidad de incógnitas respecto del desarrollo de la cultura teotihuacana y también los restos admirables de este asentamiento urbano que hoy podemos contemplar, el cual debió adquirir su forma definitiva en el siglo III de la era cristiana.
La cosmovisión de la sociedad que creó el plan urbano está marcadamente presente con una fuerte relación de las construcciones más importantes y las formas de la sierra de Patlachique que rodean al valle de Teotihuacán. Esas construcciones están dispuestas de tal manera que determinan puntos de observación astronómica, convirtiendo  a la ciudad en un gran observatorio astronómico, relacionado con el culto de las fechas notables en el calendario teotihuacano.
Estamos todos listos para entrar. El guía ha dispuesto que lo hagamos por La Ciudadela.
Otro grupo, muy numeroso y ruidoso está delante de nosotros. Esperemos un ratito para que se alejen…, nos pidió el guía.
Seguro, que en la próxima entrega, entramos.

MEXICO D.F. II  (Diciembre 2011)

El pasado fin de semana estaba parado frente a una góndola en un conocido supermercado de Tanti, buscando un producto. Se acerca un señor y me dice:
__ Por las dudas … ¿Usted no es el que escribe en la Revista Haciendo Camino, el asunto de los viajes?.
__ Si, efectivamente, le respondo.
__Caramba ¡! Nunca una cana al aire !!!. Muchas iglesias y monumentos y “fiesta” nunca!.. O no las cuenta?
__Vea, en realidad, yo cuento sobre los viajes que he tenido la suerte de hacer, en general en grupo, tratando de referirme a aquellas cosas que, presumo, más le puede interesar a los lectores. Todos los lugares del mundo, tienen elementos significativos, cada uno con su historia particular y el relato trata de hacerlos vivenciar por los lectores. El espacio disponible no alcanza para narrar aquellas cosas que se pueden ver o hacer en el lugar de residencia.
Tampoco tome el relato como una forma de proponer un viaje, como una guía turística, son solo recuerdos de lo que pude vivir. Hablando de ellos, ¿recuerda como terminó el último artículo en Méjico?  
Acompáñennos, decía y me refería a entrar en la Catedral de México D.F.
Pase Ud. primero…
Conocer el interior de la Catedral Metropolitana de México, dedicada a la Asunción de la Virgen María, nos demandó varias visitas, ya que por razones de horario, algunos sectores permanecían cerrados. Este magnífico templo posee una planta en forma de cruz latina con cinco naves y tres puertas principales hacia el Zócalo capitalino, siendo la del centro una puerta jubilar que sólo es abierta en ocasiones especiales. El recorrido se realiza a través de un deambulatorio que rodea el coro y el área de feligreses, en torno al cual se ordenan perimetralmente14 capillas con diversas advocaciones así como los altares principales.
Uno de los elementos más destacados del interior es el coro, ricamente ornamentado en estilo barroco, con dos órganos monumentales y mobiliario proveniente de las colonias asiáticas del Imperio Español.
Mención especial requiere el retablo de los Reyes y la Capilla Real, que situados detrás del altar principal muestran una fantasía barroca de columnas que simulan troncos de palmeras recubiertas por chapa de oro que sirven de marco a diversas obras pictóricas con temática referente a distintos reyes y reinas que por sus actos fueron elevados al grado de santidad. Otro retablo destacado es el del Altar del Perdón, que ubicado en la nave central, frente al acceso de la Puerta Jubilar, está realizado en un rico estilo herreriano y que alberga uno de los más importantes objetos de devoción del templo, el Cristo del Veneno.
Observar los techos produce una sensación muy especial por las formas y la altura. Bóvedas de cañón corrido, algunas con nervaduras, se encuentran a distintos niveles piramidalmente del centro más elevado a los bordes laterales. 
En la mayoría de las iglesias novohispanas, el Sagrario, que es el lugar donde se contiene reservada la Eucaristía, constituye un recinto anexo al templo, y en el caso de la Ca-tedral, se trata de un fabuloso edificio de estilo barroco estípite en su exterior, y neoclásico al interior. Es de planta en cruz griega, con dos portadas y es la Parroquia Metropoli-tana, anexa a la Catedral.
Por la tarde, continuando con las visitas a monumentos religiosos, contratamos una “van” y nos dirigimos al norte de la ciudad, a La Villa al pie del Cerro del Tepeyac. Nos disponíamos a conocer el santuario católico más importante de América y uno de los más visitados del mundo. Más de veinte millones de feligreses lo hacen a lo largo del año para rendir culto a la Virgen en la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe. Los12 de diciembre se reúnen más de cuatro millones de peregrinos que quieren estar con la Virgen de Guadalupe. Obviamente que el culto es católico apostólico romano, pero si pudiéramos preguntarle a cada uno, dirían que antes que nada son guadalupanos. 
Hay una historia muy rica en torno a todo lo acontecido desde la época prehispánica cuando veneraban a la diosa Coatlicué hasta el nuevo santuario.
Los españoles en tiempo de la conquista llevaron adelante una intensa campaña de destrucción de los dioses mesoamericanos, a los que sindicaban como una gran amenaza para la correcta cristianización de los indígenas. El templo de Tonantzin Coatlicué fue destruido casi totalmente, pero los franciscanos mantuvieron una ermita como preservando un centro muy convocante, ahora, con una imagen de la Virgen María pintada por el indio Marcos.
La tradición católica cree que el sábado 9 de diciembre de 1531, muy de mañana, durante una de sus caminatas camino a Tenochtitlán, el indio chichimeca Juan Diego Cuauhtlatoatzin (1474-1548), se dirigía a la Misa sabatina de la Virgen María y al catecismo, a la "doctrina" en Tlatelolco. Fue en el cerro del Tepeyac cuando se le apareció por primera vez la Virgen. Lo hará otras tres veces más hasta el día 12, cuando le brinda a Juan Diego la prueba solicitada por el Obispo Zumárraga, que no creía lo narrado por el indio referido a las apariciones de la Virgen.
Ella le indica a Juan Diego que suba al cerro y que recoja las rosas de Castilla para entregárselas al Obispo. Rosas que no eran de ese inhóspito lugar y en pleno invierno. El indio, un tanto incrédulo, sube y con asombro las recoge en su ayate para luego llevárselas al Obispo. Mientras despliega su manto, va apareciendo milagrosamente la morena  imagen de la Virgen, que los españoles llamarán luego, de Guadalupe impresa en la trama de las fibras de maguey.
Incontables páginas se han escrito sobre este acontecimiento y sobre los derivados de él.
Se supone que esa es la imagen que tanto se venera en la Basílica y ante la cual el Obispo, no pudo menos que creer en la petición de la Virgen e hizo construir una ermita donde vivió Juan Diego custodiando la imagen.
En 1649, se publica por primera vez, en náhualt, el relato original, en el Nican Mopohua.
Habían pasado 118 años.
El Conjunto Religioso del Tepeyac está formado por varias iglesias y edificios con un gran espacio, el atrio de las Américas y en medio de parques ricamente arbolados.
La antigua Basílica es el cuarto edificio levantado en honor de Santa María de Guadalupe y se habilitó en 1709.
Fue sometido a varias reformas y a mediados del siglo XX, el edificio sufría de gran deterioro estructural con un hundimiento desproporcionado, que obligó a su cierre y a la construcción de un templo más grande. En 1979 se inician las tareas de restauración, consistentes en levantar el edifico con gatos hidráulicos y luego reemplazar el suelo de baja resistencia por pilotes de hormigón armado.
La basílica, aún inclinada pero sin peligro estructural, fue reabierta a los feligreses en el año 2000 con la denominación de Templo Expiatorio a Cristo Rey, donde se expone al Santísimo Sacramento las 24 horas del día.
La Antigua Parroquia de los Indios, donde según la tradición, albergó la imagen de la Virgen hasta ser trasladada al Templo artesonado en el siglo XVI.
La Capilla del Cerrito, en lo alto del cerro, es la parroquia más antigua y recuerda el milagro de las flores frescas y una de las apariciones de la Virgen.
La Capilla del Pocito es una joya del arte barroco, con planta circular que hace que uno perciba el espacio poco a poco. Es considerada como el lugar exacto donde Juan Diego habló con la Virgen. Una vertiente de agua fue tomada por la gente como milagrosa, lo cual trajo aparejado muchas epidemias y hoy se encuentra enrejada. Solo se escucha el sonido del agua al caer.
Finalmente, la Nueva Basílica se comenzó a construir en 1974 y dos años después fue inaugurada. De planta circular de 100 mts. de diámetro libre de apoyos, se ejecutó en hormigón armado y el revestimiento de la cubierta es de cobre oxidado. La columna que sirve de eje tiene 42 mts. de altura. Más de 10.000 personas pueden presenciar las cele-braciones. Desde la capilla abierta del segundo piso, que se dirige al atrio recordando a los frailes del siglo XVI, aumenta el número de asistentes a 50.000.
La imagen de la Virgen de Guadalupe colocada detrás y arriba del altar mayor se observa de todos los puntos del inmenso templo. Cintas transportadoras han sido colocadas bajo el Sagrado ayate para poder ser visto por la inmensa cantidad de feligreses. La magnitud de este templo, hace que uno se sienta pequeño dentro de él. Es en verdad una maravi-llosa obra.

MEXICO D.F.
  (Noviembre 2011)
El Aeropuerto Internacional Córdoba Ambrosio Taravella, nos vio partir a los cinco. En el Comodoro Arturo Merino Benitez de Santiago de Chile se nos unieron Ruth y Julio. Nos esperaban quince días muy intensos, con una nutrida agenda. Previa una larga espera, abordamos y partimos en un Boing 767/300 ER. 
Después de ocho horas y media de vuelo, durante más de treinta minutos vimos desde lo alto las luces de la megalópolis.  En la madrugada, aunque noche cerrada aún, arribamos al Aeropuerto Internacional de México “Benito Juarez”.
Nos alojamos y subimos a la terraza a desayunar. Desde el quinto piso del Holiday Inn Zócalo, estábamos viendo la inmensa Plaza de la Constitución, conocida como El Zócalo, un lugar que encierra un alto significado para la cultura mexicana, rodeado por algunos de los más emblemáticos edificios de la urbe. Son sus medidas 240 metros por 195, una superficie que con el conjunto que la rodea, la convierten en una de las plazas más importantes del mundo.
Sus antecedentes se remontan a los tiempos prehispánicos ya que este espacio era parte del centro ceremonial de la capital del Imperio Azteca, Tenochtitlan.
Mirando hacia el este, frente nuestro, se desarrolla el Palacio Nacional. El mismo que, a la llegada de los españoles, respetando la traza que había tenido la antigua capital, en-sancharon este espacio público y dieron inicio al Palacio del Virrey, en lo que había sido el Palacio de Moctezuma Xocoyotzin. Se cumplió la inexorable constante: los españoles primero pisoteaban, destruían y luego, sobre los cimientos construían. 
Muy cerca de nosotros, estábamos a la altura del campanario de las torres, en el sector norte de la plaza, veíamos la Catedral Metropolitana, que se construyó donde antes se encontraba parte del Templo Mayor Azteca.
En el extremo sur, se levanta el Palacio del Ayuntamiento y cerrando, en la línea oeste, edificios de comercio, hoteles y el “Portal de Mercaderes”.
“Esta plaza más allá de ser la sede del poder político, económico y religioso de México, así como de ser un espacio donde se mezclan el pasado indígena y virreinal, con más de cuatro siglos de historia, es también el lugar donde el pueblo de México se reúne para celebrar fiestas o manifestaciones. Es el lugar donde los mexicanos forman parte de la historia; en tiempos prehispánicos con los ritos y ceremonias religiosas aztecas; en el Virreinato en las proclamaciones de reyes y virreyes y en la época independiente en las celebraciones del día de la Independencia, bienvenidas a jefes de Estado, protestas o eventos culturales. De esa manera el Zócalo de la Ciudad de México es el corazón de una cultura, y cada latido un día de su historia.”
Una gran emoción nos embargaba a todos. La visión del espacio urbano que se desplegaba ante nosotros superaba nuestras expectativas, aunque teníamos que lamentar que la gran plaza estaba “tomada y ocupada” con numerosas carpas y comercios de todo tipo, como parte de una manifestación en reclamo de cuestiones laborales de empleados públicos de la empresa de energía eléctrica estatal.
Terminado el desayuno, bajamos para vivenciar desde adentro lo que observábamos desde arriba. Era temprano, pero el movimiento de personas y vehículos en el Centro Histórico ya era muy intenso. Una característica propia de toda esta gran urbe de más de veintidós millones de habitantes.
Estábamos observando las ruinas del Templo Mayor cuando, dado nuestro aspecto de turistas se nos acercó un guía, e inmediatamente comenzó a relatar la fundación de la ciudad en el lugar en que estábamos parados. Era claro y ameno en su exposición.
Comenzó por contarnos el origen y nombre de la ciudad de México, diciendo que los mexicas, conocidos tradicionalmente como aztecas, fundaron en 1325 la ciudad de Te-nochtitlan, en un islote en el centro del lago Texcoco. Trece años más tarde una fracción de los mexicas fundó la ciudad de Tlatelolco en otro islote al noroeste. Fue en 1428 cuando Tenochtitlán, Tetzcoco y Tlacopan (sí son muy difíciles de pronunciar…), establecen la Triple Alianza, la cual será dominada por los mexicas que crean un imperio de cerca de 300.000 km2. Dada su cercanía las ciudades de Tenochtitlan y Tlatelolco, en 1473, se unen en una sola zona urbana y dan origen a la ciudad de los mexicas o México.
En 1519 llegan los españoles. Hernán Cortés es recibido el 8 de noviembre por Moctezuma Xocoyotzin en su palacio, el que hacíamos mención como antecesor del Palacio Nacional.
Se inicia la guerra de la conquista y dos años después, en 1521, Cortés decide establecer la capital de la Nueva España, reconstruyendo la destruida ciudad de Tenochtitlán.
Satisfechos con el conocimiento del origen de la ciudad que estábamos visitando, decidimos hacer unos pasos y conocer algo del Palacio Nacional. Nos informaron que en la parte frontal, en el primer piso, se desarrollaba la Galería Nacional del Bicentenario, una muestra histórica como jamás había sido montada en México.
Ingresamos a este edificio que está desarrollado en una planta cuadrangular de cerca de 200 metros de lado, siendo uno de los edificios gubernamentales más importantes del mundo. En su interior, patios, corredores y salones han sido testigos de los acontecimientos más importantes de la historia mexicana. Por sus espacios han caminado virreyes, invasores extranjeros, presidentes, dictadores y emperadores y algunos revolucionarios como Pancho Villa y Emiliano Zapata, que en algún momento de la historia se enfrentaron al poder que desde este recinto ha regido a la nación entera.
Hemos podido visitar los famosos murales que Diego Rivera pintara en la escalinata principal y en los corredores del patio central que narran gráficamente la historia de México desde tiempos prehispánicos hasta el siglo XX, en una obra llena de simbolismo, colorido y nacionalismo mexicano. Otro sitio destacado es el recinto en Homenaje a Juárez, en el cual se conservan las pertenencias, mobiliario y documentos de dicho presidente, uno de los más influyentes en la historia nacional, quien también habitó este recinto.
Hemos podido acceder a los salones de recepción y a las oficinas del Presidente de la República, espacios que siempre se habían mantenido restringidos y fueron abiertos al público con motivo del bicentenario. La arquitectura y sus elementos accesorios de todo lo visitado es de una magnificencia propia de los grandes palacios. 
En la exposición que pudo observarse a medida que se recorría el edificio, montada con las más modernas técnicas de museología, bajo una vigilancia que podría calificarse de extrema y propio de un film de espionaje, se muestran más de 500 piezas de altísima ca-lidad y gran valor histórico. Entre ellas, las banderas históricas mexicanas más representativas, además de exhibirse, en cápsulas protectoras especialmente diseñadas, tres documentos originales fundamentales de la nación mexicana: Los Sentimientos de la Na-ción (1813), el Acta de Independencia del Imperio Mexicano (1821) y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (1917).
Caminamos y disfrutamos más de tres horas. El día estaba destinado a este sector de la ciudad, en torno al Zócalo, por lo que almorzamos en uno de los restaurantes frente a la plaza. Más adelante comentaremos algo sobre la comida mexicana. La tradicional, la que está cargada de chile, es para mí y creo que para muchos, provenientes de otros países, algo imposible de digerir.
Muy cerca, teníamos la Catedral Metropolitana de la Asunción de María. Pasamos el pretil y contemplamos desde el atrio en forma casi impetratoria. Sesenta metros de altura hasta la cúpula, sesenta y nueve de ancho y una profundidad de 154 metros, la convier-ten en el templo más grande de América y el exponente más importante del arte hispanoamericano. A su derecha se levanta el Sagrario Metropolitano, completando  la totali-dad del frente norte, siendo su fachada churrigueresca  una de las mejores ejecutadas en Iberoamérica.
El actual templo catedralicio comenzó a construirse en 1570 y se extendió hasta 1813. Conviven a lo largo de tanto tiempo los estilos gótico, plateresco, barroco, estípite y neo-clásico.
En el tiempo de la ciudad de Tenochtitán el lugar era ocupado por el templo de Quetzalc-óalt, dedicado al dios sol y otras edificaciones menores.
Finalizada la conquista, Hernán Cortés mandó construir una iglesia, aprovechando el material de los templos aztecas que había hecho demoler. En 1552, ya era demasiado pequeña para las necesidades de la población y el rey Felipe II mandó derribarla. Casi veinte años después se comenzó la actual catedral.
Vamos a entrar a recorrerla y observar los numerosos detalles de interés de este magnífico monumento religioso que demandó dos siglos y medio para concretarse. Acompáñennos.

CARTAGENA DE INDIAS IV (Octubre 2011)
  Espero que les haya gustado el viaje a las Islas del Rosario. Valía la pena esa pequeña aventura por el Caribe. Hoy nos quedaremos en la ciudad.
__ Eeehh… cochero !!, ¿nos lleva hasta el Cerro de la Popa?.... Como en muchas ciudades del mundo, en ésta, es imposible tomar un servicio sin primero ponerse de acuerdo en el precio. Está tan asumido el regateo que, probablemente, el cochero no se sentiría a gusto, pensaría que su trabajo no es valorado, si uno no participara de ese juego de tirar y aflojar.
El coche de plaza o “mateo”, como le decíamos en Córdoba, muy bien presentado en un rojo denso, con los bronces bien pulidos, comenzó a desandar la avenida San Martín, rumbo al centro. Al ritmo del sonido del encuentro de las herraduras con el pavimento, desgranábamos recuerdos, viejos recuerdos, de paseos por el parque Sarmiento. 
Desde lejos divisamos la colina y sobre ella el convento agustino La Popa de La Galera.
Cuando los españoles, en 1510, descubrieron el lugar, creyeron ver una gran galera saliendo del mar y a la cima, la llamaron la popa de la galera.
En tiempos de la Colonia, existía en ese lugar un oratorio dedicado a “Buziriaco” o “Cabro Urí”, una deidad con apariencia a un macho cabrío, adorada por los indios y esclavos africanos.
Cuenta la leyenda que estando el agustino recoleto, Fray Alonso de la Cruz Paredes, en el desierto de Ráquira recibió en sueños, la petición de la Virgen María de erigirle un monasterio en la parte más alta de Cartagena. Allá partió el monje y se puso a concretar la misión que lo había traído. Arrebató el cabro Busiraco y lo arrojó cuesta abajo, por lo que desde entonces, el lugar se conoce como Salto del Cabrón.
Su culto fue reemplazado por el de la venerada imagen de la Virgen de la Candelaria, una pintura original de la época de la colonia que representa a la virgen de raza negra y que pasó a ser la Patrona de la Ciudad de Cartagena de Indias. Cada 2 de febrero se reúnen multitudes con un esplendor sin igual, siendo la fiesta máxima de la ciudad. También se dice, que en este lugar nació el ritmo musical de la “cumbia”, de la mano de los negros esclavos que continuaron practicando, solapadamente, sus expresiones culturales.
Uno queda admirado al contemplar el claustro del convento con sus robustas columnas de piedra, sus arcos de medio punto en dos plantas, la capilla con su retablo dorado y los objetos exhibidos en sus museos. 
Las vistas de la ciudad son casi en 360º, desde su ubicación a 156 m.s.n.m., se la puede contemplar en todo su esplendor. 
Comenzamos a bajar, rumbo al centro encontrándonos en el recorrido con el Monumento a la India Catalina. Es éste uno de los personajes indígenas, más conocidos, de la historia del pueblo colombiano en tiempos de la colonia. Estableció una cercana relación con el fundador de la ciudad Don Pedro de Heredia, a quien le sirvió de intérprete y parece, que le cupo la misión de pacificadora.
Lo cierto es que la Ciudad Heroica está dividida. Por un lado los que aseguran que representa el símbolo de la raza nativa, siendo hoy, el único monumento indígena al que se le rinden honores. Por otro lado están los que critican esa posición ya que la consideran un estereotipo alejado de la realidad y que subestima el valor de las tribus indígenas que poblaron América. Por último existen los que dicen que la India Catalina, nunca existió. Lo que sí existe es el monumento de una muy bella india, que independientemente de lo que hizo en tiempos de la colonia, en estos tiempos, desató la polémica.  
Llegamos a la Torre del Reloj.
__ Adiós cochero, muy bueno el paseo. Despedida, pagamos, agradecimiento y continuamos a pie.
Desde la Plaza de los Coches tomamos la calle Portocarrero, luego la calle Román, para llegar a la Plaza de la Proclamación, que en realidad es una calle ancha donde en un lateral está la Casa de Gobierno y en el otro la Catedral. En la ciudad amurallada los nombres de las calles van de esquina a esquina, por lo que pueden llegar a tener seis o siete nombres según la longitud. En el diseño urbano, por razones de defensa, se diagramaron calles cortas, sin mantener líneas rectas, calles curvas y cortadas, formando manzanas irregulares.
El ex Cabildo hoy Casa de la Gobernación de Bolívar, es un edificio compuesto por tres plantas siendo su fachada una arquería de medio punto, de catorce tramos, con recova en planta baja y galería en planta alta. Todo de color blanco, ocupa el largo de la cuadra que está frente a la fachada lateral de la catedral. Estas casas sirvieron de sede para las oficinas de la Justicia, la cárcel, las dependencias del Cabildo y la vivienda del gobernador. También se alojó en ellas el pirata Francis Drake cuando tomó la ciudad en 1586.
Al llegar a la esquina de la calle De los Santos de Piedra, pudimos ver el Parque de Bolivar, una plaza de una manzana reducida, que es el centro neurálgico de la ciudad.
Se destaca el monumento ecuestre al Libertador Simón Bolivar. En torno al paseo se encuentran varios edificios importantes, entre los que sobresalen el Palacio de la Inquisición de estilo barroco, la Catedral de Cartagena, el Banco de la República y el Museo del Oro.
Después de esperar un rato, tratando de esquivar vendedores ambulantes, las puertas de la Catedral Metropolitana de Santa Catalina de Alejandría, se abrieron. Apoyado en la puerta principal que permanecía cerrada y mirando hacia el altar, la visión era la de una obra de carácter monumental. La nave central muy alta, acompañada por dos laterales, conforman una planta basilical, que su diseñador, el maestro constructor Simón González la resolvió en estilo herreriano, correspondiente al renacimiento español tardío.
Este es el tercer edificio catedralicio de la ciudad y comenzó su construcción en 1575. Después de varias reformas a lo largo de la ejecución, en 1586 estaba prácticamente terminada, faltándole la torre y algunas dependencias interiores. 
En ese año, apareció en las costas cartageneras el pirata inglés Francis Darke, “El Draque”, con una flota de 23 barcos de guerra y 3.000 hombres, atacando la ciudad en la más importante acción militar del siglo XVI en la costas americanas. Redujo a cenizas más de media ciudad, saqueó todo lo que pudo y dado que los habitantes no querían pagar el jugoso rescate que solicitaba, amenazó con bombardear la catedral, que en ese momento era lo más importante que tenía la ciudad. Hizo un primer disparo de advertencia, dio en una columna, volteó otras tres, dañó seriamente la estructura y derribó más de la mitad del techo. Ciento diez mil ducados de plata le pagaron los cartageneros a “El Drake” y este se retiró después haber dominado la ciudad por seis semanas.
La reconstrucción de la catedral fue muy lenta. Los reformas sufridas a lo largo del tiempo fueron muchas, llegando a nuestros días, un magnífico edificio, rodeado de construcciones coloniales que hacen tan placentero, recorrer las calles de la Ciudad Heroica.
Seguimos por la calle De los Santos de Piedra, doblamos hacia el oeste, por la calle Santo Domingo y llegamos a la plaza del mismo nombre, frente a la cual está el convento de Santo Domingo.
Un detalle muy significativo de la arquitectura colonial cartagenera, son los balcones. Una gran variedad de diseños, generalmente soportados por ménsulas de madera, con columnas y techos del mismo material. 
Antes de ingresar a la iglesia, vamos a hacer un comentario que puede ser tildado de poco serio. El caso es que, Fernando Botero, artista colombiano reconocido mundialmente, le donó a la ciudad, en el año 2006 una llamativa escultura a la que llamaron “Figura reclinada 92” o “Gertrudis”, como más se la conoce. Esta montada frente al templo y rápidamente los cartageneros inventaron, que si se tocaban los senos de la gorda, se obtendría muchísima suerte y se aseguraba un retorno a Cartagena. Para muchos es inevitable sacarse una foto, en la posición correspondiente, aunque todos, primero miran si otros los están mirando. Un clásico del lugar.
La construcción del Convento de Santo Domingo, comenzó en 1578 e insumió alrededor de 150 años para ser terminado. El Templo ya estaba listo en 1630 y es el más antiguo de la ciudad. El Cristo de la Expiración, en el altar mayor, es una hermosa talla de madera, que según la tradición ha hecho y sigue haciendo muchos milagros.    
La nave central es una bóveda que, en virtud de que se estaba cayendo al poco tiempo de construida, le agregaron unos arcos de refuerzo en piedra. Éstos transferían las cargas a los muros que tampoco sostenían el conjunto y debieron agregarle contrafuertes o estribos. El aspecto general es de una construcción maciza, de líneas muy simples. Una obra llena de singulares historias.  
El Centro Histórico de Cartagena de Indias, es una fuente inagotable de bellos monumentos. Una propuesta amigable para adentrarse en tiempos de la colonia en el Reino de la Nueva Granada. 

CARTAGENA DE INDIAS III (Setiembre 2011)
¿Recuerdan que en la nota anterior dijimos que hoy iríamos a visitar las Islas del Rosario? Eso haremos.
Partimos desde el hotel en una “chiva” vehículo típico, bus abierto en los laterales, con asientos tipo bancos corridos, de madera y bastante incómodos. Muy atractivo en sus colores, son de uso corriente en Cartagena. Se lo asocia con la música y la diversión. Vallenatos, salsas, cumbias, merengues y papayeras, no dejan que uno se quede quieto en el asiento.
Nos dirigimos al embarcadero del Muelle turístico o de Los Pegasos como también le llaman. Mucha gente reunida deseosa de partir a los distintos destinos turísticos y también, los lugareños para trasladarse a sus puestos de trabajo.
Abordamos la lancha, nos tocaron los últimos  asientos, 43 y 44 al lado de los dos poderosos motores fuera de borda Yamaha 200. Estábamos participando del grupo “sensación ardiente” y así estaba escrito en nuestros azules salvavidas. Clima de fiesta en la lancha mientras se desplazaba a gran velocidad por las aguas del Caribe en el entorno de la Bahía de Cartagena.
Los negros nubarrones que nos acompañaron desde el inicio del viaje, faltando quince minutos para llegar a la Isla Grande, descargaron con fuerza, toda el agua que tenían. La lancha solo poseía techo, por lo que, entre la velocidad que traía, mas el caudal de agua, en poco tiempo nos mojamos íntegramente. Fue una nota distinta, casi de algarabía, que no nos trajo ninguna complicación ya que en muy poco tiempo y sin darnos cuenta, ya estábamos secos.
Llegamos al Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo, estamos a 45 km. al sur oeste de la Ciudad Amurallada.
Es uno de los 46 Parques Nacionales Naturales de Colombia, creado para proteger a los arrecifes coralinos más importantes de la Costa Caribe colombiana, que albergan a in-numerables animales microscópicos, peces de diferentes formas y colores, crustáceos, moluscos, erizos y estrellas de mar. También se protegen los ecosistemas asociados, como los pastos marinos y los manglares con las numerosas especies de algas y anima-les que en ellos habitan.
El parque tiene una extensión de 120.000 hectáreas. Comprende la plataforma submarina y los arrecifes de coral al occidente de la Isla de Barú, los arrecifes de los archipiéla-gos de Nuestra Señora del Rosario y de San Bernardo y la plataforma submarina entre estos dos archipiélagos, además de las islas de Tesoro, Rosario, Múcura, Maravilla y otras 27, donde el rey de la vegetación es el manglar y en sus playas de blancas arenas y formación coralina, se refleja un mar absolutamente transparente.
Al desembarcar, nos encontramos con una bienvenida compuesta por bandejas con frutas de la región. Color y sabor a discreción. Mientras disfrutábamos de estas dulzuras nos comentaron que para ocupar parte del tiempo en este archipiélago nos ofrecían dos opciones: volver a embarcar e ir hasta la Isla San Martín de Pajarrales donde se encuentra el Oceanario Islas del Rosario para observar, en su ambiente natural, una parte de la inmensa riqueza de la flora y fauna del Mar Caribe. Se complementa con el Museo de Vida Marina, donde se puede comprender los distintos ecosistemas que integran las islas y una idea de cómo contribuir a su conservación.
La opción dos era, más local. Consistía en la navegación por los canales formados por los manglares. Optamos por la última por que nos pareció más interesante y exótica.
Se formó un lindo grupo y comenzamos a caminar en fila india, por senderos, en medio de una exuberante vegetación guiados por dos simpáticos colombianos. Pasamos por el Poblado de Orika, con un gran espacio central que oficiaba de plaza y casitas bajas de madera con vivos colores, entorno a ella. La pobreza es grande. A pesar del inmenso volumen de dinero que maneja el turismo en la región, muy poco llega a las bases. Aquí intentan desarrollarse, alrededor de 700 personas, todas ligadas al servicio de atención a los turistas.
Esta Isla Grande tiene una superficie de alrededor de 200 has y en ella se encuentran los tres ecosistemas característicos de las islas de este archipiélago: las lagunas costeras e interiores, los manglares y los bosques muy secos tropicales.
El manglar es un bosque tropical que se desarrolla en la franja entre el mar y la tierra, en ambientes poco profundos e inundados de agua salobre o completamente salada. Los manglares, que protegen las playas y la costa del oleaje evitando la erosión, son un ele-mento importante en la cadena alimenticia de los habitantes de la isla, porque dejan caer continuamente sus hojas, enriqueciendo las aguas costeras. Dentro de sus sistemas de raíces sumergidas, muchas especies de peces, crustáceos y moluscos encuentran protección y alimento para desarrollarse durante sus primeros años. En esta isla, la variedad es el manglar rojo (Rizophora Mangle) y presta una gran utilidad ya que su madera es de buena calidad destinada a variados usos. El tallo, raíces y hojas tienen importantes aplicaciones medicinales.
Llegamos a un claro en la selva, al borde de una laguna y tres piraguas estaban listas para recorrer el lugar. El paisaje es inusual. Estas raíces aéreas, lisas y curvas, que salen del tronco en todas direcciones y se introducen en el agua, dan un aspecto fantasmagórico a estos túneles, donde todo se refleja en el agua dando una imagen invertida que se suma a la superior. Esquivando raíces, el señor de los remos, nos condujo a una laguna abierta donde podíamos ver los manglares abigarrados y con su verde follaje naciendo desde el agua. Luego nos introducimos en otro túnel que nos permitió ver otra laguna y finalmente se salía a mar abierto. El agua es cristalina y permite ver el fondo claramente. 
A modo de anécdota recuerdo que el señor de los remos, me ganó ampliamente en la conversación. Yo intentaba encontrar respuestas a mis preguntas sobre aspectos relati-vos a la isla, pero él estaba  en otra cosa. Entendía que cualquier momento es bueno para difundir la Palabra del Señor. Bien podía ser en un paseo en piragua en medio de los manglares, recitando pasajes evangélicos a un par de extranjeros. ¿Por qué no? Se sintió escuchado, agradecido y muy contento.
Al llegar, nos esperaban varios vendedores de artesanías que paciente e insistentemente trataban de obtener unos pocos dólares. La comunidad está organizada en cooperativa y todos participan realizando alguna tarea vinculada al turismo.  
Almorzamos productos de mar, bajo una gran palapa en medio de palmeras caribeñas y después de disfrutar del sol y la playa iniciamos la navegación de retorno. 
El mar estaba muy calmo, el sol descendiendo lentamente teñía las aguas de dorado. La visión de los edificios de altura al llegar a la ciudad es sorprendente. Parece que surgen desde el mar.
Volvimos a pasar entre los dos fuertes que custodiaron la única entrada marítima a la ciudad amurallada. El de San Fernando construido en 1751 a 1755 se asienta en la Isla de Tierra Bomba, en Bocachica y se complementaba con el Fuerte de San José, asenta-do en una pequeña isla situada al frente. La ingeniería militar le había asignado a cada uno, una misión específica. Regulada la posición y poder de fuego de los cañones, que estaban enfrentados; mientras un fuerte destruía la arboladura de los barcos piratas, el otro embestía contra sus cascos.
Otra perspectiva es la visión de la ciudad desde la bahía. La moderna arquitectura del Centro de Convenciones, las torres de San Pedro Claver, de la Catedral Basílica Metro-politana de Santa Catalina de Alejandría, el edificio del Museo Naval y La Alcaldía frente a la Plaza de la Aduana, brindan una panorámica inigualable. Uno no se cansa de apretar el disparador de la cámara, como para retener imágenes que perduren en el tiempo.
Las luces de la ciudad ya estaban encendidas, los monumentos iluminados, la brisa del mar, deliciosa. Las olas rompían contra las piedras produciendo el recurrente sonido. La escena era completa por lo que elegimos volver a pie, por la costanera avenida Santan-der, mientras comentábamos la agradable experiencia vivida a lo largo del día.

CARTAGENA DE INDIAS II (Agosto 2011)
…A descansar que nos esperan largas caminatas…, decíamos en la nota anterior.
Ya hemos descansado y comenzamos el primer día de la estadía con el consabido “city tours”, que, en este caso, nos venía muy bien para ubicarnos en esta colonial ciudad, recostada en el bello Mar Caribe, en el norte de Colombia. Por la Avenida del Malecón, acompañados por las tranquilas aguas caribeñas azul turquesa, recorrimos el sector de planta urbana moderna llamado Bocagrande, zona de hoteles y residencias de gran nivel. Dejando atrás, Castillo Grande y El Laguito, vamos hacia el norte en busca de la ciudad amurallada.
La magia de Cartagena reposa en los cimientos de sus fortificaciones, la calidez de su gente, la riqueza material de su arquitectura y las infinitas expresiones culturales de un pueblo aguerrido y valiente. Esta ciudad desborda romanticismo y cuenta anécdotas fas-cinantes en las esquinas de calles y plazas, y en el límite de sus murallas, que aguardan el ocaso para evocar las luchas del pasado…leíamos en un folleto turístico, mientras el guía iniciaba su relato:
Todo esto comenzó como una pequeña aldea asentada en el mismo lugar de residencia de los indios Calamarí, de la familia de los caribe, allá en tiempos de los conquistadores españoles, en el primer decenio del siglo XVI.
La naciente población inicia su crecimiento, influenciada por todos los acontecimientos que rodearon la Conquista, período que toca a su fin a mediados del siglo XVI, luego de ambiciosas expediciones a sangre y fuego, de rapiñas sin cuento a los sepulcros indíge-nas y de luchas de poder entre los propios conquistadores
La aldea que pocos años antes los había visto arribar, se fue transformando en un centro administrativo de primera importancia, en un próspero y agitado puerto, con familias de mucho poder adquisitivo y con ferias que atraían a comerciantes acaudalados, como la Feria de los Galeones. Fue el punto de mayor comercialización de esclavos negros traídos del continente africano. El importante movimiento económico sumado a las escasas defensas militares, la convirtió en un polo de atracción para piratas y corsarios, con origen y respaldo de naciones como Inglaterra y Francia que deseaban apoderarse de las colonias de España en ultramar. Dicen que, filibusteros de todas las pelambres comenzaron a saquearla, incluido el famoso Francis Drake en 1586.
Este sistemático asedio de la piratería levantó voces de protestas, motivando la solicitud de protección a España, la cual no podía ignorar que, estando en peligro la estabilidad económica de sus productivas colonias, lo estaba, de hecho, la suya; y tampoco ignoraba que Cartagena era la puerta de entrada hacia las riquezas del reino. Al fin, comienzan a llegar los primeros ingenieros militares a la ciudad, con el empeño de convertirla en una de las plazas fuertes más importantes de América, por orden del rey Felipe II. La obra de más de 11 kms. de murallas, baluartes y fuertes protegió la ciudad en los siglos XVII y XVIII. Se comenzó en 1586 y se construyó a lo largo de doscientos años. Es Patrimonio de la Humanidad desde 1984.
Estábamos parados en la Av. Blas de Lezo, frente a La Torre del Reloj que fue llamada la Boca del Puerto, primera puerta de entrada a la ciudad; hoy compuesta por tres bóvedas que perforan la fuerte muralla y la comunican con la Plaza de los Coches, frente al Portal  de los Dulces.
A pocos metros, nos llamó la atención ver a Don Miguel de Cervantes Saavedra, cómodamente sentado ante una mesa, piernas cruzadas, pluma en mano y dispuesto a escri-bir. Eso sí, todo en bronce.
 A sus pies, en una placa de mármol travertino se podía leer:
Miguel de Cervantes  1547 – 1616
El 21 de Mayo de 1590, Miguel de Cervantes, solicitó al Rey de España se le nombrase en el cargo de contador del almacén de Galeras de esta villa, dependencia de ultramar que había sido creada por real cédula en 1587. El 6 de Junio, en lacónica misiva, se le respondió: “Busque por acá en que se la haga merced”. Estas nueve palabras, para bien de la literatura universal, cambiaron el rumbo de su vida. O quien sabe a lo mejor la historia del  Quijote se habría escrito bajo las luces de los candiles y pajuelas, del embrujo de Cartagena de Indias. “Ladran Sancho, señal  que cabalgamos” 
Nosotros seguimos caminando y observando. Frente a la mencionada Torre del Reloj está la Bahía de las Ánimas y en el muelle pegado a la avenida, se destacan dos hermo-sos galeones que no pertenecieron a ningún pirata, siendo unas magníficas réplicas que se utilizan con fines turísticos. Unos pasos más al sur está el Muelle Turístico La Bodeguita, desde donde partiremos mañana rumbo a las Islas del Rosario.
Antes de entrar al contiguo y muy antiguo barrio de Getsemaní está el Centro de Con-venciones Cartagena de Indias, de moderna arquitectura con más de 19.000 m2. de su-perficie y capacidad para 3.500 personas. Formaciones militares perfectas, inmóviles cubrían el frente del edifico. A un costado una banda de música militar. Muchas bande-ras. Entendíamos que esto no era común y al requerir información sobre el acontecimiento nos comentaron que estaba participando en un congreso el Sr. Presidente de Colombia, Don Juan Manuel Santos Calderón (60). No quisimos interrumpir y seguimos viaje para conocer el Fuerte o Castillo San Felipe de Barajas, un verdadero monumento de la ingeniería militar, situado en la colina de San Lázaro, al noreste de la ciudad amurallada.
Los españoles comenzaron a construirlo en 1536 y fue ampliado años después, para protegerse del ataque de posibles invasores, ya que desde sus muros se podía vigilar el avance de cualquier enemigo, ya sea por tierra o por mar. En 1657 estaba terminado.
Cuarenta años después, esta fortaleza cayó en manos del francés Barón de Pointis, quien con sus soldados y bucaneros saqueó la ciudad. El fuerte fue sometido a varias ampliaciones que se concluyeron en 1673 y es el que hoy podemos observar. 
El castillo impacta por su enorme entrada, sus altos muros de piedra con un gran desarrollo, sus amplios pasillos y su complejo laberinto de túneles, desniveles, fosos profun-dos y trampas que se convertían en vías de escape en caso de ser tomado por el enemi-go. Recorrerlos es una emocionante experiencia y hace valorar la capacidad de los inge-nieros militares que lo diseñaron. A cada paso hay detalles interesantes, como el túnel inclinado que conecta un nivel intermedio y el superior, donde estaba el armamento de mayor poder de fuego. Desde abajo no se ve la salida en el plano superior, pero desde arriba sí se puede ver la entrada. El sonido se transmite con una fidelidad única, dada la geometría del túnel y el ambiente con mucha humedad. El enemigo era visto y escuchado desde arriba y además, si lograba ingresar y subir, a la salida una gruesa viga de madera estaba a bajo nivel como para que la impactaran con la cabeza.
Las vistas de la planta urbana desde este fuerte son maravillosas. A lo lejos la ciudad nueva con sus edificios de gran altura, abajo, más cerca, el centro histórico amurallado, acompañado por los barrios de Getsemaní, La Matuna y San Diego.
Ya camino al Convento agustino de La Popa de la Galera, nos detuvimos a observar un raro monumento. Es que los cartageneros mucho aprecian a su gran poeta Luis Carlos Lopez (1879-1950). En bronce y a gran tamaño, un par de viejos zapatos descansan en la grava y mientras uno los contempla, puede deleitarse con el más popular de sus poe-mas:
A mi Ciudad Nativa
Noble rincón de mis abuelos:
nada como evocar, cruzando callejuelas,
los tiempos de la cruz y de la espada,
del ahumado candil y las pajuelas…
Pues ya pasó, ciudad amurallada,
tu edad de folletín…Las carabelas
se fueron para siempre de tu rada…
¡Ya no viene el aceite en botijuelas!
Fuiste heroica en tiempos coloniales
cuando tus hijos, águilas caudales,
no eran una caterva de vencejos.
Más hoy, plena de rancio desaliño,
bien puedes inspirar ese cariño
que uno le tiene a sus zapatos viejos...
Luis Carlos López.

CARTAGENA DE INDIAS I
(Julio 2011)
Cuando uno prepara un viaje, esboza un itinerario y va a la agencia de turismo para que le acomoden lo que se espera visitar, de acuerdo a los servicios que están disponibles.
La agencia vende ilusiones. Vivencias que se darán, más adelante en el destino elegido, debiendo programar con esmero y conocimientos para que todo se desenvuelva normalmente.
Si el medio de desplazamiento es el avión es preciso asegurar, con la debida antelación, la reserva de los pasajes. Chequear y rechequear que todo esté en orden y desde cua-renta y ocho horas antes, hacer el check-in por Internet para mayor seguridad.
Todo estaba bien: los vuelos, los vouchers, los documentos, las valijas, los bolsos de mano…
Llegó el lunes y a las siete de la mañana, con tres horas de antelación a la partida está-bamos, Nicolás, Inés y yo, en el Aeropuerto Internacional Ingeniero Ambrosio Talavera de Córdoba, ansiosos por partir a Cartagena de Indias, Colombia, vía Santiago de Chile con LAN, en este caso, Lan Perú.   
Mientras hacíamos forrar las valijas con polietileno, vimos extraños movimientos en la cola correspondiente a nuestro vuelo. ¿Qué pasará?
Al acercarnos nos enteramos que parte del personal de Lan estaba de paro. Era el comienzo de un calvario que duró dos días.
Nos dijeron que a las 10 de la mañana ya estaría todo resuelto; que la conciliación obligatoria había terminado a las 12 horas de la noche anterior, pero que todo estaba en vías de solución, esperando  siempre, las comunicaciones que emitiera el Ministerio de Trabajo en Buenos Aires.
Entre los pasajeros varados de los distintos vuelos de Lan iba generándose un malestar creciente. Pasó la hora 10 sin novedades, aparentemente el nuevo plazo era la hora 12.
Pasaron las 12, las 14 y las 16. El ruido generado por los viajeros era infernal. Se rompie-ron infinidad de carteles de la empresa en un constante martilleo en los mostradores, en virtud de que ningún empleado de la misma, se apersonaba para dar informaciones sobre la situación.
Caminar y caminar por todo el aeropuerto tratando de gastar tiempo en la espera de que el vuelo partiera. El avión estaba disponible, listo para despegar si el conflicto se destra-baba.
Llamamos a la agencia de viajes para ver si aportaban alguna solución a la situación. A las 19 horas, vale decir 12 largas horas después de haber llegado al aeropuerto, aparece una posible salida al problema. Lan transfería el vuelo a Cartagena a Copa Airlines, vía Panamá. Nos dieron los códigos correspondientes a cada pasaje y nos citaron para la hora 4 de la madrugada del martes para partir al destino esperado. Otros pasajeros fue-ron distribuidos en distintos hoteles de la ciudad, Carlos Paz y Río Ceballos; algunos con salida dos días después.
Volvimos nuevamente a casa, comentando que dada la espera en el aeropuerto de Panamá, nos alcanzaba muy bien para conocer el Canal, su funcionamiento y el museo. Esta era una posibilidad no pensada ya que el itinerario era otro. Intentamos, descansar algunas horas y nuevamente al aeropuerto. Cuando creíamos que solo faltaba subir al avión, otra sorpresa.
Al hacer el check-in con la nueva empresa nos enteramos que Nicolás y yo teníamos bien emitido los tickets pero el de Inés aparecía como reservado y no emitido en el tramo Panamá-Cartagena, con el agravante que si se emitía el boleto debía viajar en un vuelo que salía dos horas después. Este error se repetía en varios pasajeros. Nuevamente insultos. Nuevamente incertidumbre. Estábamos en la disyuntiva de decidir si partíamos o no. Después de mucho nerviosismo y con alguna información rescatada de los empleados que intervenían en esta situación, se decidió partir con el lastre de tener que resolver el problema en Panamá.
El vuelo partió y  la pregunta que más nos acometía era: ¿Qué nos seguirá pasando?
Habíamos hecho 4794 kms. y solo nos faltaba un tramo de 518 kms cuando aterrizamos en Panamá.
Rápidamente nos dirigimos a los mostradores de Copa para solucionar la emisión faltante. El resultado era el mismo de Córdo ba. Pasaje reservado y no pagado. La “solución” que proponía la señorita que nos atendía era que compráramos un pasaje a Cartagena, que debía ser de ida y vuelta ya que éramos extranjeros cuyo costo era 879 dólares. Co-mo esto no aparecía como una solución nos comunicamos con la empresa de turismo de Córdoba relatando los inconvenientes que teníamos y solicitando nos resolvieran el problema. Varias llamadas de ida y vuelta, mientras la sensación de indefensión seguía cre-ciendo. Después de varias horas desde la Agencia de Turismo Itatí de Córdoba, se dió la solución y finalmente, el pasaje se emitió, en el mismo vuelo. ¿Quién tuvo la culpa de todo esto? La respuesta es la de siempre: la culpa la tuvo es sistema.
El tiempo pasó, la excursión al Canal no se pudo hacer y solo logramos recorrer este in-menso y poco atractivo aeropuerto que es un verdadero paraíso para las compras. 
Cuando por el tiempo transcurrido ya teníamos que estar aterrizado en Aeropuerto Internacional Rafael Núñez de Cartagena, comenzamos a ver que los rayos del sol pegaban en un lateral del interior del avión y al ratito, lo hacían sobre el otro lado. Evidentemente estábamos volando en círculos. Cuando ya nos estábamos empezando a preocupar apa-reció la voz del capitán anunciando que en el aeropuerto de Cartagena llovía intensamente, que seguiría haciendo tiempo para ver si aminoraba la lluvia de lo contrario debíamos aterrizar en Barranquilla a unos ciento cuarenta kilómetros del destino final.
Después de un rato el avión fue descendiendo. El Caribe estaba cada vez más cerca y cuando parecía que aterrizaríamos en el mar, se sintió el ruido del tren de aterrizaje to-cando el pavimento de la pista, la cual comienza en el borde del agua y termina en el otro borde del agua.
Cartagena de Indias !!.
Habían transcurrido alrededor de treinta y seis horas del momento en que creíamos que todo estaba bien, pero…. los imponderables y la Ley de Murphy siempre están presentes.
En otras oportunidades he comentado que siempre me ha parecido que lo peor de los viajes está relacionado con los aeropuertos, cuanto más en este caso.
La gente encargada del transfer nos estaba esperando y raudamente nos acercaron al Hotel Decamerón Cartagena en la zona de Bocanegra, donde nos alojamos.
Hecho los trámites de registro subimos a una de las 280 habitaciones que posee. La vista del mar y el centro histórico de la Ciudad Amurallada, desde un piso 19 nos hizo olvidar todos los inconvenientes vividos. Quedaron atrás.
Ahora estábamos listos para disfrutar de esta histórica ciudad que cuenta con 478 años, ya que don Pedro de Heredia, la fundó el 1 de junio de 1533 con el nombre de “Cartage-na de Poniente” para diferenciarla de “Cartagena de Levante“, en España, situada en una bahía muy similar. Debió vencer a los indios Caribe que habitaban la zona y presentaban duras batallas a los invasores que osaban pasar por sus tierras.
El sol ya se ha ocultado, dando paso a la luna y las luces de la ciudad dan otra fisonomía al paisaje urbano. Mañana comenzaremos a visitarla. La Ciudad Heroica o Corralito de Piedra se nos presenta con el perfil de las torres de San Pedro Claver a lo lejos, tentándonos a comenzar de inmediato el recorrido. Ya es tarde para salir, además, ha comenzado a lloviznar y solo nos resta antes de ir a descansar, pasar por uno de los cuatro bares que tiene el hotel, tomar un aperitivo, para luego  cenar en uno de los 6 restaurantes. Elegimos esta noche el de mariscos en el piso 23. Lo haremos con dos matrimonios que conocimos en el transfer y que serán parte del grupo durante toda la estadía. Kalina y Alex de Costa Rica; Carolina y Andrés de Rosario. Este último es agente de viajes en su ciudad por lo que se encargará de negociar las excursiones que haremos a partir de mañana. Comenzaremos con el clásico city tour, para ubicarnos en la ciudad y luego haremos los recorridos por nuestra cuenta, usando las piernas como el medio más adecuado de locomoción para conocer una ciudad.
A descansar que nos esperan largas caminatas.

EL TRAMO FINAL
(Junio 2011)
Mientras vamos recorriendo el tramo final de este viaje, antes de dejar atrás el bello archipiélago de Chiloé, me agradaría comentar algunos matices del pueblo chilote.
En su prolongado aislamiento, antes de la llegada de los españoles, los naturales de la isla no tenían conocimiento fundado sobre ningún tema. Para dar respuesta a sus mu-chos interrogantes, tomaron como opción adecuada a los seres mitológicos, creando una profusión importante de ellos. Aún hoy, ocupan un lugar destacado en sus vidas.
Por ejemplo: ¿Cómo se creó Chiloé?, es una pregunta que ellos no pudieron contestar, por lo cual inventaron la siguiente historia:   " …hace muchos miles de años, la zona de Chiloé era parte de un solo cuerpo terrestre unido al continente, pero apareció el espíritu de las aguas en forma de Cai-Cai-Vilu, serpiente del mal, enemiga de la vida terrestre animal y vegetal, que deseaba incorporarla a sus dominios marinos; así inundó todo el territorio, amenazando convertirlo en un mar.
Cuando esto ocurría, apareció el espíritu protector Ten-Ten-Vilú o la serpiente del bien, diosa de la tierra y la fecundidad, y en general de todo lo que en ella crece. Espíritu bon-dadoso, que protege sus dominios de las invasiones del mar. 
Esto ayudó a los chilotes a trepar a los cerros y a los que fueron atrapados, los dotó del poder de las aves y peces, para que no perecieran ahogados. Pero no bastó; Cai-Cai-Vilú, siguió elevando el nivel del mar, entonces Ten-Ten-Vilú empezó a elevar el nivel de los cerros que sobresalían del mar. La lucha entre las dos fuerzas, que fue fuerte y peno-sa, siguió por muchos años hasta el triunfo de Ten-Ten-Vilú, triunfo parcial ya que los campos de batalla no volvieron a su estado primitivo, dando por resultado que los antiguos y fructuosos valles se transformaran en golfos y los cerros y cordilleras en diversas islas”.
Una de las leyendas, actualmente, más populares se refiere al barco El Caleuche:
“…Este buque fantasma aparece y desaparece con una gran facilidad. En días de neblina, quienes han logrado verlo, cuentan que es un barco maravillosamente iluminado y que su tripulación (de brujos) canta y baila al compás de preciosas melodías con las cua-les atraen y encantan a algunos comerciantes, que al haber tenido contacto con los bru-jos se iniciaron con pequeñas cosas y hoy, son comerciantes prósperos e importantes en la zona. Este navío, que puede desplazarse tanto sobre, como bajo el mar, al desaparecer inesperadamente, deja en el ambiente un extraño ruido de cadenas y los ecos de la música.”   
También creen en La Pincoya:  “… mujer de belleza extraordinaria en la cual se personifica la fertilidad de las costas de Chiloé y sus especies marinas. A ella se le atribuye la escasez o abundancia de peces y mariscos. Suele aparecer en las costas con el Pincoy (su marido, que es su hermano), el cual se sienta a cantar sobre una roca en donde atrae a la Pincoya y la envuelve con su voz melodiosa, haciéndola entrar en una danza frenética, sensual y maravillosa. Si baila vuelta al mar habrá mucha abundancia y si bailase vuelta hacia la playa habrá escasez. Pescadores la han visto en las roquerías peinando su larga cabellera. Además, cuando los chilotes naufragan ella acude a su auxilio. Si por razones superiores, no logra su propósito de salvarlos, ayudada por sus hermanos la Sirena chilota y el Pincoy, transporta con ternura los cuerpos de los chilotes muertos hasta el Caleuche, en donde ellos revivirán como tripulantes del barco fantasma y a una nueva existencia de eterna felicidad. Seguramente, por esta razón, los chilotes jamás temen al mar embravecido, a pesar que la mayoría de ellos no sabe nadar. El espíritu de la Pincoya, creado por su imaginación, al velar siempre por ellos, les infunde plena confianza, durante sus arriesgadas faenas por los océanos del mundo…”
Otras de menor jerarquía, como la fiura, el caballo marino, el camahueto, el brujo, el invunche, la viuda, el chihued, el coo y muchos más, integran el profuso escenario mitoló-gico y de leyendas propias de este pueblo, creando miles de historias que han influido en su forma de hablar, en su literatura, en su música, en sus artesanías, en la arquitectura y en la cocina.  
Al referirnos a ésta última, es necesario dar idea de lo que es el curanto al hoyo, la preparación que con más esmero se realiza en esta isla austral y que se ha constituido en un ícono de la misma. Es la segunda vez que estando por estas tierras, no pude probar esta comida, que es de carácter comunitario y no es fácil coincidir con alguna fiesta o motivo para realizarla. También se sirve en algunos restaurantes, pero carece de todo el entorno  típico que la hace única. 
La preparación requiere de la presencia de varias personas, tres o más, que comienzan con la excavación, al aire libre, de un pozo de aproximadamente un metro y medio de diámetro y cincuenta centímetros de profundidad. En él se hace un importante fuego que produce abundantes brasas. Sobre ellas se colocan piedras prolijamente distribuidas y cuando ya están casi rojas de retiran los tiestos y queda la base lista para empezar a introducir los alimentos.
Se comienza con los mariscos: tacas (almejas), picorocos, piures, cholgas, choritos, choros, culenes, machas, etc., etc. Se tapan con hojas de pangue o nalca, que son esencia-les en esta preparación ya que se utilizan para separar los ingredientes e impedir la sali-da del calor. Sobre las hojas se colocan en bandejas, las carnes de cerdo ahumado, pre-sas de pollos, longanizas y chorizos, habas, arvejas y papas con cáscara. Nuevamente se tapa todo con hojas de pangue. Se colocan luego, los milcaos, preparación a base de papa cocida y cruda rayada mezcladas con otros ingredientes; y los chapaleles, masa a base de papa cocida y harina de trigo. Esta abundante cantidad de comida, que ya formó un montículo sobre el suelo, es tapada con las hojas de pangue y luego con bolsas lava-das, sobre las que se le coloca las champas de césped, tratando de impedir la salida del calor. Luego de dos horas, ésta preparación cocida al vapor, esta lista para el deleite, mientras se la acompaña con un buen vino y el agregado de algunos aliños al compás de la alegre música folclórica chilota.
Mientras hacíamos estos comentarios, los dos autos con sus siete ocupantes, devoraban kilómetros por la autopista Panamericana Nº 5, siempre con rumbo norte. Eran los cua-trocientos cinco que separaban Ancud de Villarrica, nuestro destino próximo, en la Nove-na Región de La Araucanía.
Villarrica junto a Pucón son los destinos privilegiados de esta región y unos de los polos turísticos más importantes de Chile. Lagos, lagunas, volcanes y una exuberante vegeta-ción, son elementos naturales que conforman el bello paisaje de esta zona.
El Volcán Villarrica de 2.847 metros de altura, se encuentra activo y su cráter de sólo 200 mts. de diámetro, presenta un lago de lava de 1.250º C, con fumarolas permanentes y está cubierto por un extenso glaciar de 40 km² que se ubica en el extremo noroeste de una notable cadena volcánica junto a los volcanes Cordillera, El Mocho, Quetrupillán, Quinquilil y Lanín.
El lago Villarrica en el Parque Nacional del mismo nombre, tiene una superficie de 17.300 has., pudiéndose practicar en él, todo tipo de deportes náuticos. Un camino costero de 24 kms. en la margen sur, profusamente forestado, une las ciudades mencionadas entre hoteles, diversos servicios turísticos y magníficas vistas al lago.
Después de recorrer 120 kms hacia el este, llegamos a Valdivia. Hermosa ciudad en la confluencia de los ríos Calle-Calle, Valdivia Cau-Cau y Cruces.
Don Pedro de Valdivia, a principios de 1522 le dio fundación, manteniéndose un creci-miento sostenido hasta 1598 en que fue destruida por los mapuches. Fue refundada en 1645, perteneciendo al Virreinato del Perú. La zona circundante fue una de las más forti-ficadas del mundo de la época, ya que contó con 17 fuertes españoles.
Muchos de ellos desaparecieron el 22 de mayo de 1960, con gran parte de la ciudad y destrucción general en el sur de Chile, a causa del terremoto más poderoso de la huma-nidad, con 9,8 de la escala Richter.
Es posible observar los pocos ejemplos que quedan de arquitectura valdiviana, mezclados entre los edificios de construcción moderna. 
Temprano en la mañana cruzamos a la Isla Teja y de allí a Niebla, el balneario más popular de Valdivia ubicado en la Bahía Corral. Queríamos conocer el Castillo de la Pura y Limpia Concepción de Monfort de Lemus (MN), una fortificación que fue restaurada en varias ocasiones y donde funciona un completo museo de sitio. Inexpugnable desde el Pacífico, integró el sistema de defensa llamado “llave del Mar del Sur”. Un muro que se precipitó al océano a causa del último terremoto, nos impidió visitarlo. Cerrado por repa-raciones.
Conversando en el atracadero de lanchas del lugar, armamos excursión para visitar la Isla Corral con su Castillo San Sebastián de la Cruz (MN) construido en 1645. Sus 21 cañones lo convirtieron en el más poderoso de la bahía. Fue un día inolvidable de paseos en lancha y largas caminatas por la escarpada isla.

AHORA, DE SUR A NORTE (Mayo 2011)
“Dejamos esta zona con todo su color y su calor, y en las próximas entregas bajaremos desde los 12,3º de latitud sur y 38,1º de longitud oeste, en busca del frio que encontrare-mos en los 42,2º de latitud sur y los 73,4º de longitud oeste. ¿A dónde iremos? ¿Nos acompañan?”  Así terminaba la nota de Haciendo Camino Nº 50, mientras recordábamos Salvador de Bahía, en el nordeste brasileño.
Efectivamente, hoy estamos en Castro, casi en el centro de la Isla Grande de Chiloé, en las coordenadas mencionadas. Gracias por aceptar la invitación de acompañarnos.
Partimos temprano de Ancud, intentando continuar con el itinerario de las capillas chilotas. El cielo plomizo, llovizna tenue como en los últimos días, fría la mañana. Condiciones del tiempo que para salir no eran las adecuadas, pero, como indicaban los lugareños, eran bastante normales para la época.   
Comenzamos por dirigirnos al sector insular, en el oriente de la Isla Grande siendo la primer parada: Dalcahue (lugar de dalcas; embarcaciones de origen chono). Este encan-tador pueblito costero nació con el auge ganadero y maderero de fines del siglo XIX.  Su ubicación obedece principalmente a su rol de balseadero obligado hacia la vecina isla de Quinchao.
Dos importantes acontecimientos ocurrieron en este pueblo: la instalación del segundo aserradero mecánico de Sudamérica y el primer vivero de mariscos de Chiloé. 
Frente a la plaza de armas, Nuestra Señora de los Dolores, es la iglesia declarada Patri-monio de la Humanidad. Tiene un portal de nueve arcos y una torre que domina el canal. Su interior es de tres naves, como la mayoría de estas iglesias y un bello altar de madera contiene antiguos santos de vestir.
Después de recorrer el sector central y la costanera, bajamos a la costa para tomar el transbordador hacia la isla de Quinchao, navegando por el canal Dalcahue.
Curaco de Velez, (agua de piedra)  es el primer pueblo que visitamos. Aquí, nuevamente se repite ese testimonio espacial marcado por la unidad plaza-iglesia, elemento clave de todo villorrio de Chiloé. La amplia labor desarrollada por los misioneros jesuitas y luego los franciscanos durante la colonia, convirtieron a la iglesia en cabeza de la comunidad.
Es ésta, tierra de legendarios pescadores, loberos y balleneros, que a mediados del siglo XIX realizaban sus faenas en los canales del sur. La vida y valentía de estos arriesgados hombres de mar, fueron una importante lección para las nuevas generaciones que conti-nuaron su labor.
En las inmediaciones de la plaza, es dable observar las casonas de madera hechas por gente simple, sin conocimientos avanzados de arquitectura que dieron por resultado obras destacadas por su expresividad, ingenuidad, desprejuicio y unidad, dentro del estilo chilota. 
Dejamos atrás, a Curaco y nos dirigimos a Achao. Siempre por caminos llenos de bellos paisajes, por la exuberante vegetación, por los pequeños valles sembrados en medio de las verdes montañas, y el mar siempre presente. 
En Achao (playa arenosa), la iglesia de Santa María de Loreto, fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Comenzó su construcción en 1730 y se terminó en 1766, después de la expulsión de los jesuitas. Encabeza cronológicamente el listado de las iglesias chilotas, constituye tanto por su antigüedad como por el trabajo de sus maderas y motivos ornamentales, la iglesia más valiosa de todo el sur de Chile. Es la construcción de madera más antigua que se ha conservado en el sur, además es la única que efectivamente fue construida por los sacerdotes jesuitas que realizaban las misiones circulares, en el siglo XVIII. La nave central y las laterales datan del siglo XVIII. La torre actual sería de principios del siglo XX.
Continuamos hacia Quinchao.  Aquí tuvimos la oportunidad de ver, in situ, todo lo que nos habían mostrado en el centro de información de Ancud. La iglesia estaba en pleno proceso de restauración, por lo que pudimos observar todos sus componentes y a los carpinteros dando muestras de su profesionalidad.
Fue construida durante el siglo XVIII. Es una de las más grandes de Chiloé, con sus 52,8 metros de largo y 18,4 metros de ancho y una torre que se eleva 18,3 metros. Su gran dimensión se debe a que la Villa de Quinchao, constituye uno de los centros de peregrinación más concurridos de la isla. Hasta aquí llegan, cada 8 de diciembre, cientos de personas para participar en la fiesta de Nuestra Señora de Gracia, una de las festividades religiosas más importantes del archipiélago.
En todos estos villorrios, la riqueza de su arquitectura permite adentrarse en el pasado y disfrutar de las tradiciones de su pueblo, que por años ha vivido sin cambios.
Después de llegar a Matao y deleitarnos con sus hermosas vistas, en el borde mismo de la isla, comenzamos el retorno para tomar el transbordador y pasar a la Isla Grande. Nos esperaba una sorpresa. Teníamos que entrar a la rampa de popa, marcha atrás por una profunda bajada. A ambos lados del transbordador solo el mar y ninguna protección. Sal-vamos la acometida sin tropiezo, pero no podemos dejar de confesar que nos puso muy nerviosos.
Olvidados de este susto, llegamos a la acogedora ciudad de Castro, a la que hacíamos referencia en el comienzo de la nota, ubicada en una terraza ribereña de un fiordo de aguas protegidas.
1567, la vio nacer con el nombre de Santiago de Castro, de la mano de Martín Ruiz de Gamboa su fundador, quien bautizó con su apellido al río; al nuevo asentamiento le puso el nombre del apóstol y Castro, en honor al virrey interino del Perú.
Una accidentada historia la acompañó a lo largo de su crecimiento y hoy es la capital de la provincia de Chiloé.
Tres obligados puntos de interés acapararon nuestra atención: la Iglesia de San Francisco, los palafitos y la Plaza Ferial.
El actual templo de San Francisco, con sus 1.404 m2. de superficie, se levanta majestuoso, en una de las esquinas de la plaza de armas. Su construcción, liderada por el superior del convento de esa época, Padre Angel Subiare, se inició en 1910 y terminó en 1912.
El templo fue realizado por carpinteros de Chiloé dirigidos por Salvador Sierpe. La obra se aparta de la tradición chilota en algunos aspectos y la mantiene en otros: el diseño es obra del arquitecto italiano Eduardo Provasoli y conjuga los estilos neogótico y clásico con la tradición constructiva local. En la estructura se emplearon maderas de la zona, tales como: alerce, ciprés, coigüe y otras llamadas en Chiloé "coloradas". Los interiores son de raulí y olivillo. El frontis, la techumbre y forros exteriores son de chapa galvaniza-da acanalada.
Su interior es de dimensiones monumentales, la luz que penetra por sus vitrales, los finos trabajos de ebanistería, la escala de los distintos espacios la convierten en una obra trascendente. Un momento de recogimiento y contemplación en su interior, es todo un deleite.
Otra expresión arquitectónica característica de Castro son los palafitos; casas de madera y tejuelas de alerce que se emplazan sobre un muelle con gruesos pilotes enterrados en el fondo marino. Constan de dos frentes, uno hacia la calle, con la que se comunica a través de un puente, y otro hacia el canal, que posee una terraza superior que cumple la función de un patio y un nivel inferior que se utiliza para los trabajos de pesca, de acuer-do a las horas de marea. Es allí donde se amarran los botes que acompañan a los isle-ños en su salida para buscar mariscos y peces. No solo hay viviendas, también comer-cios y hoteles. Los que se salvaron de terremotos y tsunamis están mantenidos, con la participación de instituciones de otros países, como España. Lamentablemente, quienes allí viven, no disponen de títulos de propiedad, ya que la legislación chilena no permite edificar dentro de la línea de las mareas más altas.
Cerramos la visita a esta ciudad conociendo la Plaza Ferial, un gran espacio que reúne el antiguo mercado, las cocinerías y la plaza de maquinarias donde se ha instalado la mayor feria de artesanías del sur. Buen momento para comprar algunos objetos típicos para llevar de recuerdo a la Argentina.
Cuando el sol ya se sumergió en el Pacífico, iniciamos el regreso. Ahora, de sur a norte.

EN LA ISLA GRANDE DE CHILOÉ
(Abril 2011)
Estábamos en el Fuerte San Antonio de Ancud, en el  mismo lugar que hace 185 años se arrió la última bandera española que flameó en Chile, después que el general Ramón Freire Serrano, derrotó a las tropas chilotas leales al rey.
Los españoles divisaron estas islas en 1540 y el navegante Francisco de Ulloa, enviado por Pedro de Valdivia, las descubre en 1558. Los reciben los chonos, habitantes origina-les del lugar, que con el paso del tiempo sufrirán un mestizaje con los huilliches, grupo mapuche venidos del norte.
En los primeros años del siglo XVII, los conquistadores repartieron las tierras habitadas y sometieron a encomiendas a los nativos en condiciones de producir, régimen similar a lo acontecido en nuestra provincia. 
En 1598 se produce un levantamiento de los mapuches, en el que vencen y matan al gobernador de Chile. Hasta 1767, la zona, permaneció olvidada y fue en ese año que el rey autoriza al virrey del Perú, que se haga cargo de su defensa.
Cuando en1810, comienza el proceso del “juntismo”, camino a la independencia de Chile, Chiloé se mantenía al margen, hasta que en 1826, el gobernador de la isla, Antonio Quintanilla es derrotado por el general Freire. Se firma el tratado de Tantauco y el Archipiélago de Chiloé se incorpora a la República de Chile.   
Los mercedarios y franciscanos fueron los primeros que estuvieron a cargo de la labor espiritual. Los jesuitas llegaron en diciembre de 1608 y cuatro años después fundaron la primera residencia estable, en Castro, para evangelizar a los nativos. Los Hijos de Loyola  fueron haciendo capillas por todo el archipiélago; para 1767 ya había 79, y hoy se pueden encontrar más de 150. Tras la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, la Orden Franciscana asumió la asistencia religiosa del archipiélago desde 1771. 
Después de recorrer el entorno de la Plaza de Armas de la ciudad de Ancud, nos dirigi-mos al Centro de Visitantes de la Fundación Amigos Iglesias de Chiloé (FAICH), de la cual teníamos conocimiento previo por la Web. Cerrado.   
Golpeamos en la Escuela de Carpintería Patrimonial de la Fundación, al lado de la ex Capilla de la Inmaculada Concepción, ya que era el único lugar donde sentíamos algún ruido. A quien nos atendió, le explicamos que veníamos de Argentina a recorrer la Ruta de las Iglesias y encontramos que está todo cerrado.
__El Centro de Visitantes está cerrado desde la pasada semana ya que ha terminado la temporada, pero una persona los atenderá informándole todo lo que necesiten; nos con-testó muy amablemente el carpintero.
Efectivamente, al poco rato, se abrió la capilla y una simpática guía disertó a lo largo de una hora sobre las iglesias chilotas en madera, en un ámbito muy propicio de exposición de todos los elementos de la misma.
Pudimos enterarnos que estas iglesias fueron construidas durante el proceso de evangelización de los misioneros, a partir del siglo XVI. La precaria construcción inicial se fue transformando paulatinamente en edificios con características y estilos constructivos propios del archipiélago cuyos elementos conformaron, más tarde, la Escuela Chilota de Arquitectura en Madera.
Durante la misión circular, los religiosos escogieron superficies planas, cercanas a la playa, protegidas por el viento y de fácil acceso. Las iglesias fueron el resultado de una mezcla de estilos arquitectónicos preferentemente europeos, pero adecuados al entorno donde se asentaron, reinterpretadas con los materiales de la zona y construidas con la mano de obra local con sistemas constructivos que ingeniosamente los carpinteros chilotes fueron capaces de ejecutar con las escasas herramientas de la época. 
En este primer contacto con esta arquitectura tan singular, pudimos apreciar maquetas a escala, afiches, videos, láminas vitruvianas, infinidad de encuentros, encastres, nudos, malletados, tarugos y elementos constitutivos en escala y en verdadera magnitud, origi-nales y actuales.
Esta Fundación, integrada por numerosos especialistas, presidida por el Obispo de Ancud, que tiene por misión la restauración y conservación de este Patrimonio Vivo, ha im-plementado un turismo sustentable mostrando algunas de las 72 iglesias pertenecientes a la Escuela Chilota de Arquitectura en Madera, 16 de las cuales, fueron declaradas Pa-trimonio de la Humanidad por la Unesco, en el año 2000. Fue en el mismo momento en que se declararon la Manzana y Estancias Jesuitas de Córdoba.
Después de munirnos de toda la documentación preparada al respecto, partimos a recorrer la Ruta de las Iglesias. Como nos ocurrió en los días anteriores, el mal tiempo nos seguía acompañando. Lloviznas intermitentes cargadas con una brisa muy fresca. 
El primer tramo es: Ancud – Quemchi, con un recorrido de 58,2 km. Este pueblo costero llamado “la ciudad de los mil paisajes”, se sustenta de la producción agraria y de las granjas criaderos de ostras y choros. Su iglesia típicamente chilota es muy visitada; llaman la atención su atrio con tres arcos, sus techos empinados a dos aguas, su torre central más baja que la generalidad y sus vivos colores en azul y amarillo mostaza.
Continuamos por un camino que tiene magníficas vistas al mar y a la cordillera de los Andes y 6 kms. al sur nos encontramos con la simpática Isla de las Almas Navegantes.
Tan pequeña que tiene solo 200 mts. de diámetro y se accede por una pasarela de madera de 510 mts. de largo. En ella se desarrolla un Parque de Conservación Botánica con numerosas especies arbóreas autóctonas debidamente identificadas, la Capilla Nuestra Señora de las Mercedes con imágenes vestidas de 1761, traídas por los misioneros jesuitas, un cementerio con hermosos jardines y un mirador para apreciar el hermoso paisaje marítimo con las bandadas de cisnes de cuello negro. 
Después de mucho caminar y tomar una gran cantidad de fotos, salimos en la búsqueda de la iglesia de San Antonio de Colo, también Patrimonio de la Humanidad. Un laberíntico camino de 24 kms. debió recorrerse para llegar a ella, ya que es la que se encuentra más alejada del mar. Tiene una amplia explanada anterior con la Cruz Ceremonial, conservando la fisonomía de mediados del siglo XVIII. Hoy está totalmente restaurada destacándose su arquitectura de tejuelas con estructuras de coigüe y ciprés. En su fachada presenta una característica prácticamente única: los aleros laterales aparecen como semicirculares.
Nuevamente comenzamos a recorrer caminos costeros, rumbo al pueblo de Tenaún, nombre que en lengua huiliche significa “tres colinas”. La conjunción: montañas, bosques de coníferas, campos ondulados y mar, es un deleite para la vista. La hermosa iglesia Nuestra Señora del Patrocinio de Tenaún fue construida en 1860 destacándose la presencia de tres torres, caso único entre las iglesias típicas de Chiloé. Está íntegramente revestida en latón acanalado pintado en vivos colores y en sus laterales se pueden apreciar ornamentos en forma de estrella. Solo cincuenta metros la separan de la costa cumpliendo con la idea de los misioneros jesuitas, que más que construir una iglesia, les interesaba crear un urbanismo religioso que transformara el mar interior del archipiélago en lo que ellos llamaron el “Jardín de la Iglesia” pues estas aguas eran el medio de comunicación y gran ordenador de la vida. Las iglesias eran el ornato principal de este “Jardín”.
Tenaún que data de 1567, vive hoy del mar, la agricultura y el turismo. Su ancha avenida principal, está bordeada por antiguas casonas en madera con gran influencia alemana, en especial un antiguo caserón, hoy abandonado, testigo quizás, de otras épocas de bonanza económica.
La próxima parada fue el pueblo de San Juan, cuyo verdadero nombre es “Coquihuil” que significa “río que se ramifica”.Pintoresco villorrio de grandes tradiciones marineras y que según sus moradores cuenta con los mejores músicos y cantores campesinos. Su Iglesia Parroquial San Juan Bautista, la carpintería de ribera y sus hermosos paisajes, con abundante fauna silvestre lo han convertido en el pueblito más hermoso y mágico de Chiloé. Eso afirman sus habitantes.   
La temperatura está descendiendo, acompañando al sol en su encuentro con el Pacífico.
Regresamos a Ancud donde, nuevamente, nos esperaban en el Hotel Restoran Polo Sur, Don Clemente Zúñiga Cárdenas y Doña Carolina Barría de la Fuente.
Los dueños y los siete comensales. Otra cena perfecta.
Mañana, con el pretexto de seguir la Ruta de las Capillas, en realidad conoceremos nuevos paisajes de Chiloé. Pasaremos a otras islas y bajaremos hasta la ciudad de Castro.
¿Nos encontramos en el transbordador?

ATARDECE EN ANCUD
(Marzo 2011)
Puerto Montt-ooo-ooo!!
Puerto Montt-ooo-ooo!!
sentado frente al mar
mil besos yo le di
después le dije adiós
todo termina aquí…
Quienes pintamos canas no podemos dejar de recordar con simpatía aquella vieja canción de Los Iracundos de Paysandú. Estábamos cerca de ese puerto mientras la es-cuchábamos en una FM local; más cerca que su autor, Eduardo Franco, que lamenta-blemente,  nunca llegó a conocerla.
No nos apresuremos, en esa dirección vamos,  pero recuerden que nos espera el herrero en el museo...
El Museo Colonial Alemán de Frutillar, dependiente de la Universidad Austral de Chile, es un tradicional paseo, donde se puede apreciar el estilo de vida de los colonos alemanes que habitaron la región, entre 1880 y 1920. Cuatro edificaciones de madera en un hermoso parque, recrean el ambiente de la época, como el idealizado en la Casa de Campo, donde se puede visualizar las comodidades que disponían a finales del siglo XIX. Los balcones de esta casa, ofrecen una magnífica panorámica del Lago Llanquihue, con el siempre presente Volcán Osorno.
En la Casa del Molino y Molino de Agua, una gran rueda es accionada por agua proveniente de un canal, dando movimiento a las máquinas para la molienda de granos. En El Campanario, edificio circular, se exhiben todo tipo de maquinarias del campo de aquella época, y carruajes del siglo XVIII. La Casa del Herrero y taller de herrería y forja, es la más representativa de la vida de los primeros colonos. Se exponen todo tipo de herra-mientas necesarias para el desarrollo de las labores de campo, mientras un viejo y pintoresco herrero, intenta vender herraduras de siete agujeros con el nombre y procedencia del turista de turno, estampado a punzón y maza. Rojo intenso, el fuego de la fragua di-buja llamaradas que nos transportan a otros tiempos.
Por el camino costero seguimos con rumbo sur, por la variante Punta Larga y después de apreciar pintorescas campiñas, llegamos a Llanquihue (lugar escondido), una ciudad agro industrial, que se encuentra a 102 kms. de Osorno, en el desagüe del lago, nacimiento del río Maullín. Su origen se remonta a 1852 y también se debe a la presencia de los colonos alemanes que poblaron la región.
Más adelante, siempre por la costa y con rumbo sur, llegamos a Puerto Varas. Una ciudad eminentemente dedicada al turismo, siendo éste su principal ingreso, dado por los múltiples servicios que ofrecen y por los atractivos de sus alrededores. Además, su cer-canía a Puerto Montt la ha convertido en su ciudad satélite. La iglesia del Sagrado Co-razón de Jesús es un admirable Monumento Nacional que vale la pena visitar.
Habían pasado diez años de mi última estadía en Puerto Montt. Es realmente sorprendente el crecimiento que ha experimentado en este lapso, dando albergue a más de 230.000 habitantes. Esta atractiva y pujante ciudad está ubicada, en un verdadero anfi-teatro, en la costa norte del Seno de Reloncavi, con su puerto Angelmó, protegido por la Isla Tenglo.
Hace alrededor de 25 años una nueva actividad generó un importante incremento económico y demográfico: la mari-cultura, en especial el cultivo del salmón que llevó a esta zona a ser la segunda productora del mundo. Existen más de treinta viveros que se dedican a esta actividad, más, todas las industrias afines para procesar el producto.
El centro comercial, abierto al frente marítimo, es muy atractivo, moderno y dinámico, con la presencia de las tiendas importantes clásicas en Chile.
Frente a la plaza Buenaventura Varas, visitamos la Iglesia Catedral, de neto corte clásico, es el edifico más antiguo de la ciudad.  Las damas del grupo no pudieron resistir la tentación de recorrer las tiendas París, en el moderno Mall Paseo Costanera.
Los atractivos de la ciudad sumados a los cercanos a ella, dan para ser recorridos en varios días, pero nuestra meta era llegar con las últimas luces del día, a la ciudad de Cas-tro, casi en el centro de la Isla Grande de Chiloé.
Partimos rumbo a Pargua, donde termina el tramo continental de la Ruta Panamericana. En el lugar, unas pocas casitas y la amplia rampa de hormigón para acceder a los trans-bordadores para cruzar el Canal de Chacao y llegar a la isla. Navegar por este canal es una experiencia inolvidable. Llama la atención la precisión en las maniobras del barco para atracar y descargar. Recorrer sus instalaciones es todo una novedad para quienes vivimos tierra adentro, donde los barcos son objetos no frecuentados.
Chacao es el puerto de entrada norte al archipiélago de  Chiloé y se encuentra a 57 kms. de Puerto Montt. Una aldea agrícola, fundada como fuerte, en 1567 por los colonos es-pañoles con el nombre de San Antonio de Chacao.
Recorríamos la calle principal cuando al ver un puesto de información turística paramos a preguntar sobre el recorrido que debíamos hacer para llegar a Castro y los atractivos que podíamos ir visitando. La atención fue excelente dada por una simpática chilota, que nos entregó folletos y sobre ellos marcó rutas y lugares de interés en gran cantidad. No nos animamos a decirle que no nos quedábamos quince días, tiempo que hubiéramos necesitados para recorrer todo lo indicado. Al entrar al lugar me llamó la atención un libro de San Martín, expuesto a la venta en una vitrina, en este paraje tan alejado en un país en que nuestro máximo prócer no concita mayor interés. Como el tema tratado era poco conocido terminé comprando: Diálogo de sordos entre José de San Martín y Michel Brayer, de Patrick Piugmal. Muy interesante.
Al final de esa calle está la principal atracción de este pueblo que es la Iglesia Matriz de San Antonio de Chacao, construida en madera alrededor de 1710. Frente a la plaza prin-cipal que está rodeada de antiguas casas bajas, de vivos colores, revestidas en chapa zincada y acanalada que las veremos en todo el archipiélago. Fue nuestro primer contacto con las iglesias chilotas, que será el leit motiv para el recorrido que haremos por la isla.    
Partimos para Ancud para lo cual debíamos recorrer 27 kms. Antes de llegar es preciso cruzar un extenso puente sobre el río Pudeto.
El mal tiempo nos seguía acompañando. Frío. Llovizna. La ciudad, dado el clima, no se nos presentaba amigable, pero estábamos un poco cansados de tanto andar. Dimos al-gunas vueltas reconociendo el terreno pensando que si conseguíamos algo confortable, no seguiríamos hasta Castro.
Entramos por Pudeto, la principal, pasamos frente a la Municipalidad, la plaza central y al llegar a la bahía, doblamos a la Izquierda por la Avenida Costanera Salvador Allende. Estacionamos frente al mar porque vimos un cartel que decía Hotel-Restaurant, aunque estaba todo cerrado.Tocamos timbre y por una pequeña ventanita nos atendieron. Al principio nos dijeron que el hotel estaba de vacaciones, pero… al ver que los turistas eran siete, nos ofrecieron la posibilidad de ocupar unas cabañas que estaban a cincuenta metros del lugar. El dueño nos acompañó y terminamos estrenando una de las tres cabañas que tenía.
Muy confortable, con tres dormitorios, dos baños y a buen precio. A Nicolás le tocó dormir en el hotel que estaba de vacaciones. Como después nos comentaba el dueño, en ese momento y después del terremoto, el turismo era cero. No podía desperdiciar nada.
Atardece en Ancud. Las luces del puerto se reflejan en el mar trazando largas y ondulantes líneas. La salamandra ya está comenzando a calentar.
__Ahora ya estamos ubicados, ¿por qué no nos indica un buen lugar para ir a cenar?, le dijimos al dueño.
__ ¿Qué quieren cenar? Preguntó. Puedo ir a buscar el chef y le preparamos en el restaurant lo que deseen comer.
Ante el ofrecimiento, y guía del buen señor, confeccionamos el listado del menú.
__ Los espero a las nueve. Dijo.
El restaurante, que era de dos plantas, muy bien ambientado, tenía todas las luces prendidas. La música de folklore chilota acompañaba el momento. Grandes fotografías del archipiélago adornaban las paredes. A restaurante cerrado, solo nosotros siete, atendidos por el dueño, comimos lo que habíamos pedido, bien acompañado por buena cerveza, mientras afuera seguía la llovizna. Era un momento, que mucho se parecía a los cuentos.

HACIA LA RIBERA PONIENTE DE LLANQUIHUE  
(Enero-Febrero 2011)
El tiempo de estadía en Esquel se estaba terminando. El proyecto de recorrido era pasar a Chile y llegar hasta la ciudad de Castro en la Isla Grande de Chiloé.
El fatídico 27 de febrero de 2010, había acontecido hacía pocos días. El terremoto todavía mantenía réplicas y sus efectos tenían una tremenda presencia.
Este sismo fue considerado como el segundo más fuerte en la historia del país hermano y uno de los cinco más intensos registrados por la humanidad. Sólo fue superado, también en Chile, por el cataclismo del terremoto de Valdivia de 1960, que fue el de mayor intensidad medida por el ser humano mediante sismómetros. El del 27 de febrero resultó 31 veces más fuerte y liberó cerca de 178 veces más energía que el devastador terremoto de Haití, ocurrido en enero. La energía liberada fue cercana a 100.000 bombas atómicas como la de Hiroshima en 1945.
La magnitud del desastre nos hizo dudar, pero en virtud de que la zona afectada se encontraba más al norte de la que visitaríamos, en la mañana siguiente decidimos continuar con el proyecto de recorrido que habíamos trazado antes del cataclismo.
El mal tiempo nos siguió acompañando. Frío y lluvioso. Nos habíamos propuesto estar alojados, antes de que la noche llegara, en Entre Lagos, localidad cabecera del Parque Nacional Puyehue, del otro lado de la cordillera. Queríamos aprovechar el famoso centro termal de la zona.  
Por la 259 y la mítica Ruta 40, hacia el norte, hicimos la primer parada, con mate y facturas, en el Parque Nacional Lago Puelo, a orillas del lago cuyas aguas, por el río del mis-mo nombre, van rumbo al Océano Pacífico. La inclemencia del tiempo no nos permitió vivir a pleno la maravillosa naturaleza que conforma esta zona cordillerana que fue modificada por la acción glaciaria formando extensos y profundos lagos.
Este valle, que tiene conexión con Chile y un microclima muy particular, se encuentra a tan solo 200 m.s.n.m., lo que lo distingue del resto de los parques nacionales argentinos, ubicados en los bosques andino-patagónicos. Alberga especies vegetales típicas de la selva valdiviana chilena y que ingresan a la Argentina como el avellano, el tique y el ulmo,  sumándose a las autóctonas como el arrayán, el ciprés de la cordillera, el coihue, el espino azul y el radal. Son  23.760 has. de naturaleza plena, que constituyen en sí misma un destino turístico inigualable.   
Si poco tiempo le dedicamos a El Bolsón, a San Carlos de Bariloche, solo el suficiente para almorzar. Parecía que estábamos huyendo de la lluvia y el fuerte viento que ahora azotaba la zona. Dejamos atrás la Provincia de Río Negro y entramos a la de Neuquén. Por la ruta 231 paralela al brazo Huemul del Lago Nahuel Huapi, pasamos por Villa La Angostura rumbo al Paso Fronterizo Internacional Cardenal Antonio Samoré. Antes se denominaba Paso Puyehue, siendo renombrado en recordación del mediador del conflicto del Beagle entre las dictaduras militares de Argentina y Chile, en la Navidad del año 1978.
El paso a 1.305 m.s.n.m., está rodeado por espectaculares paisajes, en donde se observan tupidos bosques, lagos, volcanes, ríos, cascadas y una variada fauna. La ruta es inmejorable, con amplias curvas y suaves pendientes, correctamente demarcada. Es una buena obra de ingeniería, que atraviesa nada menos que la Cordillera de Los Andes.
Hicimos los trámites de rigor en ambos controles y por la ruta 215 entramos a territorio chileno en la X Región de Los Lagos.
A diferencia de viajes anteriores, en éste, no habíamos contratado el alojamiento desde Córdoba. Estaba planteada la posibilidad de que tuviéramos que cambiar el itinerario de acuerdo a lo comentado. Cuando llegamos a Entre Lagos, después de recorrer 73 kms. desde el Paso, la lluvia arreciaba. Intentamos conseguir alojamiento pero era sumamente dificultoso, por lo que decidimos continuar a Osorno, ubicado 47 kms. más al oeste, por la misma ruta.
Para quienes gustan de la historia del automóvil, a mitad de camino, está el Auto Museum Moncopulli donde se exhiben más de ochenta automóviles antiguos y clásicos con la mayor colección de coches Studebaker de Sud América. Vale la pena conocerlo. 
Llegamos a Osorno con las últimas luces de la tarde. Demás está decir que la ruta en el territorio chileno estaba vacía. El movimiento era muy escaso en razón de los aconteci-mientos vividos por el terremoto, llamándonos la atención que a lo largo de todo el reco-rrido chileno, visualizamos un solo vehículo con patente argentina.
Visitamos algunos hoteles, donde nos manifestaban su preocupación por la total ausencia de turismo argentino y abiertamente ofrecían rebajas sustanciales en las tarifas. Op-tamos por una casona antigua, típica del sur chileno, bellamente reciclada y transformada en el Apart Hotel Ñiltaihuén de la calle Los Carreras. Inmejorable atención.  
Osorno es una ciudad con casi 200.000 habitantes, con una actividad muy comercial. Ubicada en una gran hondonada, junto a un recodo del río Rahue; hace de nexo entre los campos de la Cordillera de la Costa y los llanos del oriente. Su slogan publicitario es: “La Patria de la Leche y Tierra de la Carne.” 
Fue fundada en 1553 por Francisco de Villagra y reconstruida cinco años después por el gobernador García Hurtado de Mendoza, bajo el nombre de San Mateo de Osorno.
Tiene numerosos puntos de interés para ser visitados: la iglesia catedral de San Mateo Apóstol, con su imponente arquitectura en hormigón armado, reconstruida después del terremoto de 1960; la casas de madera del siglo XIX, declaradas monumento nacional; el Fuerte Reina María Luisa de 1773, que fuera residencia de Ambrosio O´Higgins, gober-nador de Chile y luego Virrey del Perú, padre de Bernardo O´Higgins Riquelme. 
Al siguiente día, después de pasar por la Aldea Cancura y recorrer 54 kms, llegamos a Puerto Octay, un pueblo levantado por los colonos alemanes en la ribera norte del Lago Llanquihue, protegido por la península Centinela.   
Entrando por la avenida Portales, en un elevado promontorio nos recibe la Iglesia Parroquial San Agustín, íntegramente construida en madera, en 1911. Su interior en estilo neogótico tiene una ebanistería de sorprendente calidad. 
Nos impresionó la antigua arquitectura que se conserva, datando las primeras casas de 1852. Una de ellas, de estilo neoclásico, nos parecía traída de New Orleans. No resisti-mos la tentación. Nos presentamos, manifestamos nuestra intención de conocer la casa y fuimos muy bien atendidos. Es el Hotel Haase de la calle P. Montt, que atesora una historia familiar que se inicia alrededor de 1890. Los ambientes, su mobiliario, sus pisos de anchos tablones de madera lustrada, han permanecido como eran a principios del siglo XX. Recorrerlos junto al aroma de la comida alemana en preparación que provenía de la gran cocina a leña fue todo un deleite, a tal punto, que casi nos hace decidir pasar la noche en el lugar. Prometimos volver.
El gran lago Llanquihue tiene una superficie de 87.700 ha., una profundidad máxima de 350 mts. y se encuentra a 70 m.s.n.m. Fue descubierto por Pedro de Valdivia en 1552, pero en 1604, luego del despoblamiento de Osorno desapareció de la historia.
En el siglo XIX, por la acción de los volcanes Osorno y Calvuco, todos los nativos de la región se dispersaron y recién en 1842 fue redescubierto por el explorador Bernardo Phi-llipi, llegando los primeros colonos alemanes a sus costas en 1852, ya que, por aquel entonces, el gobierno de Chile destinó esas tierras como zona de colonización para inmigrantes de ese origen. Hasta 1881, en que culminó la colonización, se repartieron 35.000 has.
Siguiendo, por la costa hacia el sur, pasando por Quillanto, Los Bajos, Playa Maqui, después de 83 kms. de recorrido llegamos a Frutillar. Registra como fecha de fundación el 23 de noviembre de 1856 y lo fue, por disposición del Presidente Manuel Montt. La arquitectura alemana, las playas, los servicios que dispone la han convertido a esta villa en la más cotizada del Llanquihue. 
Sentarse en la rambla, que frente a la iglesia se introduce en el lago y contemplar el volcán Osorno, es algo que con seguridad hipnotiza a todos. Su figura sintetiza de manera ideal lo que significa un volcán, con el agregado de tener un enorme lago como base.
Su color verde oscuro que es único, sus nieves sempiternas en las laderas y en la cumbre, su altura de 2.652 mts. lo han convertido en una imponente postal del paisaje de la región de los lagos.
Después, pasaremos a visitar el Museo Colonial Alemán. Una pintura costumbrista del estilo de vida de los colonos entre 1890 y 1920. ¿Me acompañan? Seguro que nos está esperando el herrero…