TEXTO: Declaración conjunta en Suecia entre la Iglesia Católica y la
Iglesia Luterana
Lund, 31 Oct. 16 / 10:44 am (ACI).- El Papa Francisco
y el Obispo Munib Yunan, Presidente de la Federación Mundial Luterana firmaron
una declaración conjunta al término de la oración conjunta que celebraron en la
catedral luterana de Lund el primer día de la visita del Pontífice a Suecia.
“Exhortamos a todas las comunidades y
parroquias Luteranas y Católicas a que sean valientes, creativas, alegres y que
tengan esperanza en su compromiso para continuar el gran itinerario que tenemos
ante nosotros”, dice el texto.
A continuación, el texto completo de la
Declaración:
«Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí» (Jn 15,4).
Con corazones agradecidos
Con esta Declaración Conjunta,
expresamos gratitud gozosa a Dios por este momento de oración en común en la
Catedral de Lund, cuando comenzamos el año en el que se conmemora el quinientos
aniversario de la Reforma. Los cincuenta años de constante y fructuoso diálogo
ecuménico entre Católicos y Luteranos nos ha ayudado a superar muchas
diferencias, y ha hecho más profunda nuestra mutua comprensión y confianza. Al
mismo tiempo, nos hemos acercado más unos a otros a través del servicio al
prójimo, a menudo en circunstancias de sufrimiento y persecución. A través del
diálogo y el testimonio compartido, ya no somos extraños. Más bien, hemos
aprendido que lo que nos une es más de lo que nos divide.
Pasar del conflicto a la comunión
Aunque estamos agradecidos
profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la
Reforma, también reconocemos y lamentamos ante Cristo que Luteranos y Católicos
hayamos dañado la unidad vivible de la Iglesia. Las diferencias teológicas estuvieron acompañadas por el prejuicio y
por los conflictos, y la religión fue instrumentalizada con fines políticos.
Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos pide una conversión
permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos
que obstruyen el ministerio de la reconciliación. Aunque el pasado no puede ser
cambiado, lo que se recuerda y cómo se recuerda, puede ser trasformado. Rezamos
por la curación de nuestras heridas y de la memoria, que nublan nuestra visión
recíproca. Rechazamos de manera enérgica todo odio y violencia, pasada y
presente, especialmente la cometida en nombre de la religión. Hoy, escuchamos
el mandamiento de Dios de dejar de lado cualquier conflicto. Reconocemos que
somos liberados por gracia para caminar hacia la comunión, a la que Dios nos
llama constantemente.
Nuestro compromiso para un testimonio
común
A medida que avanzamos en esos
episodios de la historia que nos pesan, nos comprometemos a testimoniar juntos
la gracia misericordiosa de Dios, hecha visible en Cristo crucificado y resucitado.
Conscientes de que el modo en que nos relacionamos unos con otros da forma a
nuestro testimonio del Evangelio, nos comprometemos a seguir creciendo en la
comunión fundada en el Bautismo, mientras intentamos quitar los obstáculos
restantes que nos impiden alcanzar la plena unidad. Cristo desea que seamos
uno, para que el mundo crea (cf. Jn 17,21).
Muchos miembros de nuestras comunidades
anhelan recibir la Eucaristía en una mesa, como expresión concreta de la unidad
plena. Sentimos el dolor de los que comparten su vida entera, pero no
pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía.
Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre
y sed espiritual de nuestro pueblo con el fin de ser uno en Cristo. Anhelamos
que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. Este es el propósito de
nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que progresen, también con la
renovación de nuestro compromiso en el diálogo teológico.
Pedimos a Dios que Católicos y
Luteranos sean capaces de testimoniar juntos el Evangelio de Jesucristo,
invitando a la humanidad a escuchar y recibir la buena noticia de la acción
redentora de Dios. Pedimos a Dios inspiración, impulso y fortaleza para que
podamos seguir juntos en el servicio, defendiendo los derechos humanos y la
dignidad, especialmente la de los pobres, trabajando por la justicia y
rechazando toda forma de violencia. Dios nos convoca para estar cerca de todos
los que anhelan dignidad, justicia, paz y reconciliación. Hoy, en particular,
elevamos nuestras voces para que termine la violencia y el radicalismo, que
afecta a muchos países y comunidades, y a innumerables hermanos y hermanas en
Cristo. Nosotros, Luteranos y Católicos, instamos a trabajar conjuntamente para
acoger al extranjero, para socorrer las necesidades de los que son forzados a
huir a causa de la guerra y la persecución, y para defender los derechos de los
refugiados y de los que buscan asilo.
Hoy más que nunca, comprendemos que
nuestro servicio conjunto en este mundo debe extenderse a la creación de Dios,
que sufre explotación y los efectos de la codicia insaciable. Reconocemos el
derecho de las generaciones futuras a gozar de lo creado por Dios con todo su
potencial y belleza. Rogamos por un cambio de corazón y mente que conduzca a
una actitud amorosa y responsable en el cuidado de la creación.
Uno en Cristo
En esta ocasión propicia, manifestamos
nuestra gratitud a nuestros hermanos y hermanas, representantes de las diferentes
Comunidades y Asociaciones Cristianas Mundiales, que están presentes y quienes
se unen a nosotros en oración. Al comprometernos de nuevo a pasar del conflicto
a la comunión, lo hacemos como parte del único Cuerpo de Cristo, en el que
estamos incorporados por el Bautismo. Invitamos a nuestros interlocutores
ecuménicos para que nos recuerden nuestros compromisos y para animarnos. Les
pedimos que sigan rezando por nosotros, que caminen con nosotros, que nos
sostengan viviendo los compromisos de oración que manifestamos hoy.
Exhortación a los Católicos y Luteranos
del mundo entero
Exhortamos a todas las comunidades y
parroquias Luteranas y Católicas a que sean valientes, creativas, alegres y que
tengan esperanza en su compromiso para continuar el gran itinerario que tenemos
ante nosotros. En vez de los conflictos del pasado, el don de Dios de la unidad
entre nosotros guiará la cooperación y hará más profunda nuestra solidaridad.
Nosotros, Católicos y Luteranos, acercándonos en la fe a Cristo, rezando juntos,
escuchándonos unos a otros, y viviendo el amor de Cristo en nuestras
relaciones, nos abrimos al poder de Dios Trino. Fundados en Cristo y dando
testimonio de él, renovamos nuestra determinación para ser fieles heraldos del
amor infinito de Dios para toda la humanidad.
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