RENTABILIDAD EMPRESARIA, PLUSVALÍA Y DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA
En los últimos tiempos hemos escuchado
y visto por todo tipo de medios de comunicación un tema que encarnó mucho en
aquellos desprevenidos, sea por ignorancia o por conveniencia. Esto ha
fascinado a muchos y muchas simplemente con dos palabras, me refiero a “la grieta”. El mismo se ha orientado
generalizando a esta brecha como una diferencia ideológica, pero si analizamos
cuidadosamente el fenómeno advertimos que realmente ese abismo se refiere
concretamente a la acumulación de riquezas, es decir de un lado de la grieta
están los ricos (pocos) y del otro los pobres (muchísimos).
Esto que nos quieren hacer creer que
nació por culpa de los gobiernos populares (llamados despectivamente por el
vulgo populismo), es una imposición que la derecha intentó, y sigue haciéndolo,
para tapar realmente el sentido del enorme precipicio que existe entre
poderosos y humildes, entre opresores y oprimidos, en fin, entre las fuerzas
del capital y las del trabajo.
Pero el origen no es este, sino que
podríamos definirlo como un gen propio de la Humanidad, es decir nació con la
aparición del Hombre (varón y mujer) sobre el planeta. Iniciaremos con un
pantallazo de lo que sucede en el día a día de nuestra comunidad, lo que
podemos constatar simplemente al concurrir a cualquier comercio de nuestro
barrio:
Rentabilidad empresaria
Hay empresas que obtienen ganancias
innecesarias y extraordinarias, aprovechando la ausencia del Estado en el
control de sus estructuras de costos. Las grandes multinacionales en el rubro
alimentación ganan en sus supermercados un porcentaje altísimo respecto a las
ganancias que tienen en sus países de origen, aquí la presencia del Estado no
tiene que ser para fijar precios, sino de ver que las utilidades de la empresa
sean razonables.
También podemos observar sin ser
especialistas, como se autoconstruye la inflación que es uno de los principales
males de la economía, lo que implica que grandes y pequeños comerciantes
aumenten los precios “por si acaso” como una medida para prevenirse. Estos
aumentos lo pagamos todos, esto no debería ser, no puede admitirse dentro de un
contexto ético de la economía.
De igual manera sucede con aquellos
sectores que trasladan al precio final de sus productos el aumento del dólar, a
pesar que esas industrias no estén condicionadas por el valor de las divisas.
Todos estos ejemplos ponen en evidencia la mala intención y la avaricia de
quienes están del lado de los capitalistas en la grieta, creyendo que por ello
tienen el derecho a esquilmar a sus clientes, inclusive siendo éstos sus propios
vecinos del barrio.
Distribución de la riqueza
Precisamente una injusta distribución
de la riqueza es la que provoca el abismo que mencionamos más adelante. Es aquí
donde podemos confirmar históricamente lo que decíamos sobre el origen de “la
grieta”.
Gustavo Gutiérrez en “Evangelización y
opción por los pobres” nos muestra en la página 33 refiriéndose a un relato de
Lucas (Lc. 4,14-22), que el evangelista en este contexto nos da el programa
mesiánico: anuncio de la liberación a los cautivos, la buena nueva a los
pobres, vista a los ciegos, liberación a los oprimidos, año de gracia del
Señor. El “año de gracia” (Levítico y Deuteronomio, unos de los primeros libros
del Antiguo Testamento) es un año en que se vuelven a distribuir las tierras,
para que los desposeídos recuperen lo que han perdido. Cuando los judíos
llegaron a la Tierra Prometida se les repartió la tierra por igual. Pero la
vida económica y social va creando desigualdades y el año de gracia es una
forma de redistribución de tierras y de riquezas. Un nuevo comienzo. Este
contenido hay que tomarlo, además, literalmente, y no “espiritualizarlo” como a
veces tendemos a hacer los cristianos el convertir a los ciegos en aquellos que
no quieren ver a Dios.
En su libro “Argentina primer mundo” el
escritor y periodista Orlando Barone expresa: “El dinero cuantioso, como el
excesivo poder, tiene algo de inhumano, y por eso resulta inquietante que esté
en las cuentas de unas pocas personas. Ninguna de las grandes religiones del
mundo considera un mérito la acumulación de bienes materiales. Sus santos o
mitos ponderan los renunciamientos antes que la angurria.” “Tomás Moro
(1478-1535), humanista cristiano, se preguntaba en su célebre Utopía: ‘Qué diremos de esos ricos que cada día se quedan con algo
del salario del pobre, defraudándolo, no ya con combinaciones que privadamente
discurren, sino amparándose con las leyes?’ Moro fue decapitado.” (Pág.
212, 213).
Hoy las sectas neo-pentecostales están
propagando una “teología de la avaricia” en el contexto de un “evangelio de la
prosperidad”, donde se invierten los valores, pasando a ser la riqueza material
una bendición, así están ganando adeptos en lo religioso y en lo político,
siendo de este modo funcionales al neo-liberalismo.
Más allá de lo que cada uno piense en
lo religioso, creo que para revertir este ayer y hoy para que no se perpetúe en
mañana, debemos tomar conciencia de fomentar los valores altruistas como la solidaridad,
el respeto al otro/otra y dejar de lado la vanidad, el personalismo y el deseo
de acumular bienes por acumular nomás, cuanto menos peso tengamos en las
alforjas con más libertad caminaremos.
Quiero terminar esta nota haciendo un
análisis sobre la legislación actual en nuestro país respecto a la temática de
la distribución de la riqueza. La Constitución Nacional vigente en su artículo
14 bis, incluido en la reforma de 1957 luego de la arbitraria derogación de la
que regía desde 1949, fija en su artículo 14 bis (que pretende ser un resumen
de los derechos sociales que establecía aquella) y leemos dentro del primer párrafo
respecto a los derechos de los trabajadores: “…participación en las ganancias de las empresas, con
control de la producción y colaboración en la dirección; …” Amigo, amiga, alguien de ustedes
¿escuchó plantear y exigir el cumplimiento de este mandato constitucional a
algún dirigente político, social o sindical? Una pregunta para hacernos y
reflexionar ya que esto influye mucho en la distribución de la riqueza entre
los que ponen el capital y los que aportamos nuestra fuerza de trabajo, la que
hace aumentar las fortunas de los patrones, alguien alguna vez la llamó plusvalía.
Un abrazo cordial.
Nicolás Salcito
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