Debido a los acontecimientos que están
ocurriendo en la hermana República de Venezuela y las actitudes y posiciones
que tomaron diversos países al respecto, creemos conveniente recordar cual fue
la actuación de nuestro país en otra situación que también tuvo como escenario
a Venezuela. Ponemos a continuación para conocimiento y análisis de nuestros
lectores el texto sobre dicho tema que obtuvimos de “El arcón de la historia Argentina”:
El 29 de diciembre de 1902, surge lo
que se conocerá como “Doctrina Drago”, a partir de los comunicados enviados
por el gobierno argentino al de los Estados Unidos de Norteamérica, a raíz de
la intervención armada que tres países europeos llevaron contra la República de
Venezuela. En aquellos años casi todos los países americanos eran deudores de
Europa, y la República de Venezuela que acababa de salir de una guerra civil en
la que las compañías extranjeras habían participado activamente a favor de
alguno de los bandos, ganando con ello cuantiosas fortunas, se halló ante una
grave crisis financiera y su Presidente, suspendió por Ley el pago de la deuda
externa. Inmediatamente, Inglaterra, Alemania e Italia, que eran los países, a
los que pertenecían los acreedores afectados, organizaron una flota combinada y
bombardearon los puertos venezolanos de La Guayra y Maracaibo, destruyendo las
naves ancladas allí. Además bloquearon el puerto Cabello, tomaron por asalto la
Aduana y se incautaron de todos los bienes que encontraron. Grandes potencias
europeas entablaron, a nombre de pretendidos súbditos, reclamaciones
diplomáticas y en Buenos Aires la agitación fue intensa.
Agravando esta difícil situación, ante
los múltiples reclamos de intervención en favor del país agredido, el gobierno
de los Estados Unidos de Norteamérica, pese a la vigencia de la Doctrina Monroe
(América para los Americanos), adoptó una actitud complaciente, elaborando lo
que hoy se llama el “Corolario Roosevelt” (por el presidente de entonces), que
reconocía como legítimo el uso de la fuerza ante lo que denominaba inconducta
del país agredido, al no abonar deudas contraídas exteriormente, poniendo como
único límite, que no debían producirse anexiones territoriales.
Muchos prohombres nuestros se preocuparon
“in extenso” de tan grave asunto. Entre ellos, el doctor Carlos Pellegrini y
los generales Julio A. Roca, entonces presidente de la Nación, y Bartolomé
Mitre, pero fue quien en aquellos días era Ministro de Relaciones Exteriores de
la República Argentina, el doctor LUIS MARÍA DRAGO, un abogado de 43 años con
actuación en la justicia y en la Cámara de Diputados, en representación del
autonomismo bonaerense, quien tuvo una participación consagratoria en estas
circunstancias, poniendo en salvaguarda de la soberanía de los países de
América, toda su energía moral, su valor cívico, su talento, su versación,
ofreciendo al mundo una nueva Doctrina. Por ello se dice de él que ha sido uno
de los meritorios trabajadores de la paz, uno de esos espíritus de visión
perspicaz, que han querido substituir la influencia de la fuerza con la
vigencia de la justicia.
En rechazo a ese controvertido
“Corolario Roosevelt”, el Ministro DRAGO, considerando que la Argentina no
podía quedar impasible frente a estos hechos que eran mucho más que una amenaza
“imperialista”, planteó al Presidente ROCA la conveniencia de que su gobierno
hiciera oír su voz y proclamara el principio de que no debía admitirse el uso
de la fuerza por parte de un Estado, para el cobro compulsivo de deudas
públicas. Y así nació “la Doctrina Drago”. Se redactó una nota invocando la
“Doctrina Monroe”, que le fue enviada al Embajador argentino ante el gobierno
de los Estados Unidos, doctor MARTÍN GARCÍA MEROU, exponiendo la tesis
argentina, junto a una solicitud para que haciendo uso de su influencia
política, se pusiera fin a la agresión contra Venezuela por tres países extra continentales.
Paralelamente, el 29 de diciembre de
1902, le fue enviada al Presidente Roosevelt una “Declaración del Gobierno Argentino”,
formulando en ella la hoy célebre “Doctrina Drago”, en la que, después de
declarar los bien conocidos hechos de que “los
capitalistas que otorgan dinero en préstamo a las naciones extranjeras deben
evaluar los riesgos con anterioridad, que un Estado soberano no está
unilateralmente supeditado a los procedimientos ejecutivos y judiciales y que,
a pesar de que una nación está obligada a saldar sus deudas, no puede ser
forzada a hacerlo”.
Continúa diciendo que “ninguna potencia
europea puede obligar a una república americana, por medio de la fuerza, al
pago de deudas públicas contraídas con los estados o los súbditos extranjeros”,
afirmando en sus tramos fundamentales que: “…no
puede haber expansión territorial europea en América, ni opresión de los pueblos
de este continente, porque una desgraciada situación financiera pudiese llevar
a algunos de ellos a diferir el cumplimiento de sus compromisos. En una
palabra, el principio que quisiera ver reconocido por ese gobierno, es el que
la deuda pública, no puede dar lugar a la intervención armada y menos a la
ocupación material del suelo de las naciones americanas por una potencia
europea”.
Reiteraba a continuación que “el uso de
la fuerza en Venezuela amenazada por el imperialismo y la ocupación territorial
europeos en ese país, son hechos todos contrarios a la Doctrina Monroe”. Por
consiguiente, la Argentina vería con agrado que los Estados Unidos u otra gran
nación admitiera públicamente el principio de que las deudas públicas, no
pueden dar lugar a la intervención armada o aun a la efectiva ocupación de las
naciones americanas por parte de una potencia europea.
Como se ve, esta nota estaba redactada
en términos muy duros y eso podía poner en peligro la buena relación que en
esos momentos se mantenía con el país del norte. Por eso, ROCA dudó sobre la
conveniencia de enviarla inmediatamente y para no cometer errores, dispuso que
se le consultara al general BARTOLOMÉ MITRE su opinión acerca del contenido y
de la oportunidad de la misma. Vistos entonces el decidido apoyo que MITRE
brindó a ambos interrogantes y la tenaz insistencia del doctor DRAGO, el
Presidente ROCA ordenó el inmediato envió de este Documento, no sin antes
permitirse una “picardía”, exclamando “Pucha con estos porteños (se refería a
DRAGO y a MITRE), son todos internacionales”.
A pesar de que JOHN HAY, Secretario de
Estado de los Estados Unidos, se limitó formalmente a acusar recibo de la
“Declaración Argentina” y de que el Presidente ROOSEVELT emitió su propia
deducción sobre la doctrina Monroe, como surge de su contenido, la declaración
enviada había sido cuidadosamente elaborada por la oligarquía y representaba un
cambio en la política argentina, constituyendo en algunos aspectos, un
acercamiento hacia los Estados Unidos en lo que era, en efecto, un corolario
económico de la Doctrina Monroe y su consolidación, fue aclamada como tal por
los periódicos y líderes populares de los Estados Unidos y de Argentina y
finalmente, al solucionarse la crisis venezolana y no desear ninguno de los
gobiernos continuar con el tema por el momento, el asunto, fue dejado de lado.
La posición argentina, luego conocida
como “Doctrina Drago”, no tuvo aplicación inmediata, hasta que finalmente, en
1907, a partir de la Conferencia de La Haya, foro que la aprobó, esta Doctrina,
formulada por el canciller DRAGO, se convirtió en universal y que se ratificó,
sin salvedad alguna en la Declaración de Solidaridad de Buenos Aires,
realizada en 1936. Nació así la “Doctrina Drago”, que al decir de CHARLES
ROUSSEAU, constituye un hito trascendente en la trayectoria de la diplomacia
internacional de nuestro país joven y digno, basada en la no intervención y la
autodeterminación de los pueblos. Esta prestigiosa trayectoria que por esta
Doctrina, se le reconoce mundialmente a la diplomacia de la República
Argentina, no era nueva, pues ya había nacido en la Conferencia de Washington
del año 1889 y fue mantenida por más de un siglo de una política interamericana
independiente prestigiada, entre otros, por cancilleres como LUIS MARÍA DRAGO,
ESTANISLAO ZEVALLOS, HONORIO PUEYRREDÓN, CARLOS SAAVEDRA LAMAS, ENRIQUE RUIZ
GUIÑAZÚ y MIGUEL ANGEL CÁRCANO.
Sería
muy conveniente que la actual Cancillería de nuestro país le hiciera conocer a
quien, por voluntad popular, dirige los destinos de la Argentina esta
importante declaración que nuestros funcionarios de aquél entonces aportaron en
aras de la paz entre los pueblos y que se extendió a todo el mundo.
También
consideramos muy valioso que cada uno de nosotros hagamos una reflexión sobre
este episodio tan triste que están viviendo nuestros hermanos venezolanos,
procurando por todos los medios a nuestro alcance que se respete la
autodeterminación de ese pueblo que tomó, mayoritariamente y en forma
democrática, la decisión de emprender un camino para la transformación social y
política con mayor inclusión y libertad.
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