jueves, 21 de marzo de 2019

EDITORIAL HACIENDO CAMINO MARZO


CON LA DICTADURA NOS MATABAN. AHORA NOS DEJAN MORIR

Clara Valverde, activista política y social y escritora española, introduce su libro en 2017 con alusión al texto de una pintada en la pared: “Con la dictadura nos mataban. Ahora nos dejan morir”. En dicha obra: “De la necropolítica a la empatía radical”, sostiene que el sistema neoliberal es incompatible con la lucha contra la desigualdad, pues este sistema divide a la sociedad en excluidos e incluidos. Para lograr su permanencia y aumentar el poder y la riqueza de los privilegiados, se desentiende de los primeros y les crea temor a los segundos.
¿Qué entendemos por “necrología neoliberal”? La escritora nos lo explica en una entrevista al diario Catalunya Plural diciendo: “’Necro’ es la palabra griega para ‘muerte’. Las políticas neoliberales son unas políticas de muerte. No tanto porque los gobiernos nos maten son su policía, sino porque dejan morir a la gente con sus políticas de austeridad y exclusión. Se deja morir a los dependientes, a los sin techo, a los enfermos crónicos, a las personas en lista de espera, a los refugiados que se ahogan en el mar, a los emigrantes en los CIEs. A los cuerpos que no son rentables el capitalismo neoliberal, que no producen ni consumen, se les deja morir.
El poder neoliberal se asegura que los incluidos no se fíen de los excluidos, que los vean como extraños, diferentes, desagradables y no se solidaricen con ellos.”
Ya en el 2013 en la misma línea lo expresaba el papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: “No a una economía de la exclusión. (53) Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son ‘explotados’ sino desechos, ‘sobrantes’”.

¿Cómo descubrimos y visualizamos en nuestro entorno cotidiano esta realidad?
Se hace a veces muy difícil descubrirlo porque el poder neoliberal se asegura con diversas acciones que los incluidos no se fíen de los excluidos, que se los vea como extraños, diferentes, desagradables, lo que hace que no se solidaricen con los mismos. Existen frases-trampas que nos van inculcando, es especial por los grandes medios comunicacionales, las cuales hacemos propias y tranquilizan nuestra conciencia, por ejemplo, es muy común escuchar: ‘no me puedo quejar’, ‘es lo que hay’, ‘ya vamos a salir’´, ‘no pasa nada’, ‘yo siempre tuve que trabajar, nadie me dio nada’ y muchas otras. Otra de las trampas que nos tiende el sistema es el ser tolerante, nos dicen que es buena la tolerancia hacia el que es diferente. Pero cuando decimos ‘tolerar’, estamos expresando ‘aguantar’ y esto nos hace sentir poderosos sobre el otro. ‘Yo te aguanto a pesar de que seas negro, homosexual, etc. Lo correcto sería reconocer las diferencias, entenderlas y luchar para que no las ‘aguantemos’ sino que las celebremos y podamos vivir armónicamente en la diversidad.
Y por casa, ¿cómo andamos?
En el pequeño resumen que hemos hecho nos referimos a lo que es el sistema neoliberal a nivel mundial, expresando las consecuencias principales que sufre la clase trabajadora, la exclusión, la inequidad, la falta de solidaridad y en especial las herramientas que utiliza la clase dominante por medio del poder económico y político; pero ¿qué pasa en nuestro país? Mediante un constante bombardeo mediático y maniobras judiciales nos quieren hacer creer que el gobierno anterior nos hizo vivir “en una situación mentirosa de bienestar”, que “se robaron todo”, pero cualquier ciudadano o ciudadana que tenga en buen funcionamiento una sola de sus neuronas que le permita que su cerebro elabore el pensamiento crítico, puede darse cuenta de esta falacia y lo podemos traducir con ejemplos claros de que los derechos y beneficios adquiridos en la administración pasada no han sido para nada inexistentes y mucho menos inmerecidos para los trabajadores.
El llamado gobierno “populista” se preocupó por los que menos tienen y así recordamos: la Asignación Universal por Hijo (AUH), las note-books para los estudiantes, el Plan Qunitas, créditos a bajo interés con la tarjeta Argenta, subsidios para que no paguemos tarifas abusivas en los servicios de gas, luz, agua y transporte; moratoria previsional para quienes no podían jubilarse por falta de aportes, muchos porque los que hoy gobiernan los contrataban en negro, dos fórmulas de aumentos en los haberes jubilatorios y pensiones, miles de casas otorgadas mediante el Programa PROCREAR. Sin contar que muchos podíamos salir de vacaciones, a disfrutar de salidas familiares o comprar elementos para el hogar mediante programas como el Ahora 12, Fútbol para todos, etc., etc.
Además contemplamos la repatriación de miles de científicos, el desendeudamiento del país con el FMI, la construcción de gasoductos, trenes, hospitales, universidades, más de dos mil escuelas, Atucha I y II, la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas, la puesta en órbita de dos satélites aeroestacionarios (ARSAT I y II), créditos a empresas recuperadas por los trabajadores, etc., etc.
En el reverso de la moneda vemos que el gobierno neoliberal que asumió en diciembre de 2015 nos quiere hacer creer que el progreso personal se debe al esfuerzo que cada uno haga (meritocracia), lo que nos hace sentir superiores, mientras nos dure la bonanza, a quienes fueron quedando recluidos en la pobreza por pérdida de su empleo al cerrar la empresa donde trabajaban o todos aquellos que fueron sumergiéndose por razones de salud o cualquier otra causa que sufren los excluidos del sistema como dijimos al comienzo de esta nota.
Todo ello lo comprobamos cada vez más cerca nuestro, con familiares, amigos, vecinos que van cayendo día a día en este estado de no poder afrontar los gastos mínimos de supervivencia. Debemos pensar que en cualquier momento nos toca engrosar ese ejército a nosotros mismos y quizás será demasiado tarde.
La caída en la compra de medicamentos es de 104.000 remedios por día, que sumado a la reducción que han sufrido los jubilados y pensionados a los medicamentos al 100%, nos da un número insospechado de personas que han debido suspender sus tratamientos. Si esto no es exclusión e inequidad, ¿cómo debemos llamarle? Tendríamos para hablar de otras variables que afectan a los más débiles de la sociedad como son los índices de inflación y el precio del dólar, pero sería meternos en un complejo tema de economía que no nos alcanzaría este espacio.
¿Existe un antídoto para contrarrestar esta necropolítica?
Por supuesto que sí, todo aquello que el poder económico y político neoliberal quiere dividir, nosotros lo debemos unir por medio de ideas, iniciativas y grupos comprometidos que se animen a rescatar el valor de la solidaridad y con una enorme voluntad de compartir. Involucrarnos desde los lugares de exclusión para entender la situación de quienes la padecen y desde allí recuperar con nuestra acción la esperanza de que un modo distinto de vida es posible.
Nicolás Salcito

No hay comentarios:

Publicar un comentario