CON LA DICTADURA NOS MATABAN. AHORA NOS DEJAN MORIR
Clara Valverde, activista
política y social y escritora española, introduce su libro en 2017 con alusión
al texto de una pintada en la pared: “Con la dictadura nos mataban. Ahora nos dejan
morir”. En dicha obra: “De la necropolítica a la empatía
radical”, sostiene que el sistema neoliberal es incompatible con la lucha
contra la desigualdad, pues este sistema divide a la sociedad en excluidos e
incluidos. Para lograr su permanencia y aumentar el poder y la riqueza de los
privilegiados, se desentiende de los primeros y les crea temor a los segundos.
¿Qué entendemos por
“necrología neoliberal”? La escritora nos lo explica en una entrevista al
diario Catalunya Plural diciendo: “’Necro’ es la palabra griega para ‘muerte’.
Las políticas neoliberales son unas políticas de muerte. No tanto porque los
gobiernos nos maten son su policía, sino porque dejan morir a la gente con sus
políticas de austeridad y exclusión. Se deja morir a los dependientes, a los
sin techo, a los enfermos crónicos, a las personas en lista de espera, a los
refugiados que se ahogan en el mar, a los emigrantes en los CIEs. A los cuerpos
que no son rentables el capitalismo neoliberal, que no producen ni consumen, se
les deja morir.
El poder neoliberal se asegura
que los incluidos no se fíen de los excluidos, que los vean como extraños,
diferentes, desagradables y no se solidaricen con ellos.”
Ya en el 2013 en la misma
línea lo expresaba el papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii
Gaudium: “No a una economía de la exclusión. (53) Así como el mandamiento de
‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy
tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa
economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en
situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es
exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa
hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad
y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como
consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas
y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser
humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar.
Hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además se promueve. Ya no se
trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo
nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la
sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia,
o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son ‘explotados’ sino
desechos, ‘sobrantes’”.