LO MÁS BUENO, LO MÁS MALO
Cuando una comunidad humana atraviesa
por alguna situación crítica que hasta pone en peligro la vida misma de sus
miembros, salen a luz los valores que personalmente posee cada uno de sus
miembros, sean éstos altruistas o ruines, comportándose de acuerdo a los mismos.
Así tenemos personas que actúan con abnegación, caridad, desinterés,
desprendimiento, generosidad, nobleza; tampoco se puede evitar que asimismo
afloren quienes lo hagan con mezquindad, interesadamente, egoístamente,
codiciosos.
Estos momentos se dan particularmente
en épocas de guerra, de catástrofes naturales, accidentes graves, hoy los
estamos sufriendo a causa de la pandemia del coronavirus. Las actitudes
individuales que detallamos antes son permanentes según cada una de las
personas que interactúa en la sociedad, pero en épocas que podríamos llamar
normales, no salen a la superficie de manera demasiado elocuente, aunque las
consecuencias sociales con el tiempo también se ven afectadas por las mismas. En
las vicisitudes enunciadas se hacen muy evidentes ya que cada individuo no
puede disfrazar sus actitudes y se muestran tan cual son.
Los gestos de
solidaridad se disparan en medio de la pandemia. No hay pueblo o ciudad de
Córdoba en el que no se vean acciones, individuales, grupales o
institucionales, para intentar dar una mano ante la emergencia.
Se lo ve en dos
flancos: los que buscan arrimar alguna ayuda concreta a los sectores sociales
más vulnerables, y los que intentan acercar aportes más ligados al sostén
sanitario, sea para el personal de salud o para los que controlan en las calles
que las medidas dispuestas se cumplan.
Pero aún en
aislamiento hay acciones posibles. Y a la vista.
Barbijos. Hay
decenas de asociaciones y personas fabricándolos.
Son cientos en la
provincia. Pero vale apuntar al menos algunas de ellas, como muestra, y de
distintas regiones del territorio cordobés.
Modelo egoísta |
En la localidad de
San Javier, en el valle de Traslasierra, los vecinos que pueden dejan, en
sectores creados con ese fin en sus dos supermercados, alimentos no perecederos
y productos de limpieza que luego el municipio distribuye. La idea fue
motorizada por los propios vecinos.
En La Carlota, la
Asociación de Productores de esa ciudad reunió fondos entre sus socios para comprar
un costoso respirador artificial para el hospital municipal San Antonio de esa
ciudad.
En Laboulaye la
colecta con el mismo fin fue más generalizada: instituciones, comercios y
particulares se unieron en forma autoconvocada para dotar al centro asistencial
regional de más equipamiento para atender la eventual demanda por el
coronavirus. Mientras, vecinos voluntarios fabrican barbijos y máscaras para
trabajadores de la sanidad.
Menos material y más espiritual es la acción encarada en San Francisco por la iglesia católica y algunas evangélicas, para "escuchar" a quienes se encuentran solos y aislados en sus hogares, sacerdotes y colaboradores se organizaron para estar más cerca espiritual y afectivamente de las personas que necesiten "acompañamiento telefónico", por estar en soledad. Un llamado y una charla, ayudan.
¿Genes egoístas y coronavirus?
Me pareció interesante compartir una
nota que con este título publicara en “elPeriódico” el arqueólogo y naturalista
español Jordi Serrallonga porque considero que puede esclarecer muy simplemente
cual es el sentido que quiero darle a esta columna: