domingo, 29 de noviembre de 2020

EDITORIAL DE HACIENDO CAMINO DE NOVIEMBRE 2020

 LO MÁS BUENO, LO MÁS MALO

Cuando una comunidad humana atraviesa por alguna situación crítica que hasta pone en peligro la vida misma de sus miembros, salen a luz los valores que personalmente posee cada uno de sus miembros, sean éstos altruistas o ruines, comportándose de acuerdo a los mismos. Así tenemos personas que actúan con abnegación, caridad, desinterés, desprendimiento, generosidad, nobleza; tampoco se puede evitar que asimismo afloren quienes lo hagan con mezquindad, interesadamente, egoístamente, codiciosos.

Estos momentos se dan particularmente en épocas de guerra, de catástrofes naturales, accidentes graves, hoy los estamos sufriendo a causa de la pandemia del coronavirus. Las actitudes individuales que detallamos antes son permanentes según cada una de las personas que interactúa en la sociedad, pero en épocas que podríamos llamar normales, no salen a la superficie de manera demasiado elocuente, aunque las consecuencias sociales con el tiempo también se ven afectadas por las mismas. En las vicisitudes enunciadas se hacen muy evidentes ya que cada individuo no puede disfrazar sus actitudes y se muestran tan cual son.

Los gestos de solidaridad se disparan en medio de la pandemia. No hay pueblo o ciudad de Córdoba en el que no se vean acciones, individuales, grupales o institucionales, para intentar dar una mano ante la emergencia.

Se lo ve en dos flancos: los que buscan arrimar alguna ayuda concreta a los sectores sociales más vulnerables, y los que intentan acercar aportes más ligados al sostén sanitario, sea para el personal de salud o para los que controlan en las calles que las medidas dispuestas se cumplan.

Pero aún en aislamiento hay acciones posibles. Y a la vista.

Barbijos. Hay decenas de asociaciones y personas fabricándolos.

Son cientos en la provincia. Pero vale apuntar al menos algunas de ellas, como muestra, y de distintas regiones del territorio cordobés.

Modelo egoísta

En la localidad de San Javier, en el valle de Traslasierra, los vecinos que pueden dejan, en sectores creados con ese fin en sus dos supermercados, alimentos no perecederos y productos de limpieza que luego el municipio distribuye. La idea fue motorizada por los propios vecinos. 

En La Carlota, la Asociación de Productores de esa ciudad reunió fondos entre sus socios para comprar un costoso respirador artificial para el hospital municipal San Antonio de esa ciudad. 

En Laboulaye la colecta con el mismo fin fue más generalizada: instituciones, comercios y particulares se unieron en forma autoconvocada para dotar al centro asistencial regional de más equipamiento para atender la eventual demanda por el coronavirus. Mientras, vecinos voluntarios fabrican barbijos y máscaras para trabajadores de la sanidad.

Miembros tribu hadzabe de Eyasi
Menos material y más espiritual es la acción encarada en San Francisco por la iglesia católica y algunas evangélicas, para "escuchar" a quienes se encuentran solos y aislados en sus hogares, sacerdotes y colaboradores se organizaron para estar más cerca espiritual y afectivamente de las personas que necesiten "acompañamiento telefónico", por estar en soledad. Un llamado y una charla, ayudan.

¿Genes egoístas y coronavirus?

Me pareció interesante compartir una nota que con este título publicara en “elPeriódico” el arqueólogo y naturalista español Jordi Serrallonga porque considero que puede esclarecer muy simplemente cual es el sentido que quiero darle a esta columna:




“Conductas culturales de cooperación

Paso mucho tiempo con etnias que, pocas décadas atrás, eran catalogadas injustamente como primitivas. Las estudio desde la visión más objetiva y científica posible pero no puedo evitar admirarlesSiguiendo a las mujeres y hombres, en sus tareas de caza y recolección, percibes cómo es posible vencer a los «genes egoístas» gracias a la cooperación.

Los machos de león y gorila que se hacen con un harén suelen eliminar a las crías del predecesor. El objetivo: perpetuar sus genes. Por lo tanto, desde un punto de vista simplista, sería una tentación pensar que todo animal actúa de manera egoísta: la supervivencia del sujeto y transmitir los genes. Pero no es así. Los cazadores-recolectores hadzabe de Eyasi, en Tanzania, cuando consiguen alimento, por muy escaso que sea, y por mucho que lo haya obtenido un único individuo, es repartido entre los miembros del grupo. Y cuidado, no es que sean más bondadosos o pacíficos que los habitantes de la jungla de asfalto, sino que han entendido que la supervivencia de la comunidad solo es posible mediante la cooperación. Las conductas culturales de cooperación son el éxito de diversas especies. La cultura es una adaptación biológica que, además del fuego y la rueda, inventa códigos éticos y moralesVencimos así a los genes egoístas; los mismos que, disfrazados de diablillos, si tenemos hambre, y nadie nos ve, susurran al oído: «cómete toda la comida». Pero las ventajas de la cooperación imperan –hoy por ti mañana por mi– y cualquier hadzabe lo sabe. Por esta misma razón, el poblado se autoaísla cuando es atacado por una epidemia.


El modelo egoísta

Entonces, y citaré dos ejemplos que señaló la chica italiana de la UAB, cuando tenemos enfermos varios que necesitan del uso imperioso de mascarillas, ¿por qué algunos son capaces de acumular y revender este producto  ahora tan escaso? ¿Por qué personas positivas al covid-19, desatendiendo los consejos sanitarios –y los vemos ahora aquí– han extendido el virus por irse de fiesta? Pues está muy claro. En nuestras sociedades productoras «modernas» ya hace tiempo que nos olvidamos de la cooperación –y la generosidad para adoptar el modelo egoísta. Y no hablo de genes egoístas (no les colguemos el sambenito) sino de la cultura del egoísmo. El mismo egoísmo que, sin ir más lejos, hizo posible el estraperlo con los productos de racionamiento tras la guerra civil, y que hoy planea de nuevo.

Preocupa toda enfermedad que puede matar tanto el coronavirus, como el ébola o la gripe A –de las cuales no hablamos aunque estén ahí–, pero con el tiempo pasará. En cambio, me preocupa más el egoísmo porque no es pasajero, sino que está enquistado en la sociedad. El '¡sálvese quien pueda, tonto el último!' ha de dar paso a la cultura. La ciencia médica y la cooperación, y no las peleas políticas ni el capitalismo salvaje más egoístas, son la solución para vencer al coronavirus.”

Del “se embarazan para cobrar la AUH” al “con mi plata no van a mantener vagos”

Lo grave, como dice Serrallonga, es que el egoísmo cala muy profundo en la gente y es abarcativo a todo nivel social, es muy penoso oír de quienes viven de un empleo, que puede ser mejor o peor, pero que tienen el ingreso permanente de un sueldo o salario, cuestionar las medidas que el gobierno toma hacia aquellos y aquellas que hoy están en una situación de mayor vulnerabilidad. Sus críticas son tan recalcitrantes y llenas de un odio hacia el prójimo que es ininteligible para cualquier ser humano que se considere como tal. Tratemos entonces de despojarnos de ese tumor maligno que nos corroe el pensamiento y el espíritu haciendo de cada uno de nosotros un apóstol del desamor y el resentimiento de clase.

La consigna debe ser nadie se salva sólo, aprendamos de los hadzabe de Eyasi que desde Tanzania nos envían el mensaje que una sociedad mejor puede ser posible.

Amigos, amigas reflexionemos y hagamos nacer al Hombre Nuevo para vivir en un mundo más digno y feliz.

 

 

Nicolás Salcito

 

Ver la publicación completa en: www.haciendocamino.com.ar/hc-163.pdf

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