SEVERAS CONDENAS AUNQUE NO TANTO COMO SE HABÍAN
PEDIDO
Pedraza y la patota que asesinó a Ferreyra,
juzgados y condenados
Luego de un juicio de ocho meses, el secretario de
la Unión Ferroviaria y varios de sus laderos y policías fueron condenados.
Habían pedido perpetua y lo condenaron a 15 años. Igual, fue un juicio muy
positivo.
EMILIO MARÍN
El crimen de Mariano Ferreyra, joven militante del
PO, fue el 20 de octubre de 2012, una semana antes que se muriera Néstor
Kirchner. Fue asesinado de un tiro en el estómago, cuando protestaba junto a
trabajadores y desocupados por el despido de 117 tercerizados súper explotados
en tareas ferroviarias.
Su amague de cortar las vías del Roca fue impedido
por una patota de la Unión Ferroviaria que actuó con protección de la Policía
Federal. Los manifestantes habían desistido del corte, por la agresividad de aquella
banda, pero ésta los persiguió y baleó a la altura de Barracas. La policía
liberó la zona, permitiendo que los tiradores se retiraran del lugar. Algunos
burócratas impidieron a los periodistas de C5N proseguir la filmación.
Quedó herido de muerte el joven y otros tres
compañeros, heridos de gravedad: Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y Ariel Pintos,
sobre todo la primera.
Ya en ese momento quedó claro que el jefe atacante
era el delegado Pablo Díaz, de la UF, quien se había comunicado por celular con
el número 2 del gremio, “Gallego” Fernández.
Después se supo que Fernández estaba al habla con
el jefe máximo, José Pedraza. La banda había logrado 120 permisos gremiales de
la patronal Ugofe, tramitados con anterioridad, y reunido a algunos delegados
de los cercanos Talleres de Remedios de Escalada y otros que no eran
ferroviarios, como el tirador Cristian Favale. No fue difícil entender, que el
asesinato era parte de un plan criminal urdido por la UF.
Por eso hubo satisfacción el viernes 19 de abril
por las condenas para Pedraza y los suyos, aunque no fueron tan duras como las
pedidas.
Juicio a tiempo
La causa no durmió el sueño de los justos que la
justicia suele dictaminar cuando están implicados personajes importantes. Y
Pedraza lo era, aún cuando no tenía el tremendo poder político y sindical del
menemismo, como el auxiliar perfecto para la privatización de los ramales
ferroviarios, el levantamiento de trenes de pasajeros y el cierre de servicios
y talleres, con 80.000 cesantías.
Pasado esos años dorados para el burócrata
-dolorosos para los ferroviarios y el país-, aún conservaba parte de su poder
de fuego. Estaba en el Consejo Directivo de la CGT, por entonces unificada,
tenía hombres en la secretaría de Transporte, como Antonio Luna (de la
Fraternidad), su mujer en el directorio del Belgrano Cargas y el control sobre
las tercerizadas que prestaban servicios a Ugofe. Unión del Mercosur era una de
estas empresas, “familiares”, que ganaban plata y hacían ganarla a los pulpos,
pagando salarios muy inferiores a tercerizados que hacían labores propias del
convenio ferroviario.
Los hermanos Cirigliano de TBA, los Roggio de
Metrovías y Urquiza, Gabriel Romero de Ferrovías y Emepa, etc, eran y son los
socios mayores. Pedraza era uno de sus capangas y organizó ese escarmiento a
los tercerizados en aras del esquema privatista.
La jueza Wilma López y la fiscal Cristina Caamaño
hicieron una excelente investigación en la etapa de instrucción, y luego
elevaron la causa a juicio. El mismo comenzó el 6 de agosto del año pasado, a
cargo del Tribunal Oral Federal 21, con los jueces Horacio Días, Diego
Barroetaveña y Carlos Bossi. El tribunal escuchó a 300 testigos, la acusación
corrió por cuenta de la fiscal María Luz Jalbert y las querellas de la familia
Ferreyra a cargo del CELS pidió varias perpetuas, considerando lo ocurrido como
un homicidio calificado. En esto coincidieron las querellas del Partido Obrero,
APEL y Correpi, que representaban a los tres heridos.
Al PO no le gustó
El viernes 19 por la tarde, el titular del TOF 21,
Días, leyó parte de los fundamentos del fallo y no meramente la enunciación de
las condenas. Hasta en eso hubo un final novedoso, de dar a conocer el
razonamiento básico de los tres magistrados y no hacer esperar 20 o más días a
las partes antes de informarlo.
Como se sabe, a los dos tiradores, Favale y
Sánchez, y al delegado organizador, Díaz, se los condenó a 18 años de cárcel; a
Pedraza y su segundo, Fernández, les dieron 15 años; a los demás les
escalonaron condenas de once años y otras menores. A dos comisarios de la
Federal, considerando que dieron zona liberada, les correspondieron 10 años de
cárcel. Sólo dos ferroviarios y un fotógrafo policial fueron absueltos, en este
último caso con aplicación de una multa.
Los condenados y especialmente sus familiares,
ubicados en el piso superior de la sala de audiencias de comodoro Py, gritaron,
insultaron y repudiaron la decisión judicial. Hubo que ordenar el desalojo de
la sala. Estaban furiosos porque el fallo implicaba un duro revés a la
burocracia sindical y el esquema político de las privatizaciones y
tercerizaciones.
Lo llamativo, o no tanto, fue la postura de los
líderes del PO, quienes denostaron la sentencia. “Es un fallo completamente
contradictorio, está lleno de falacias absolutamente increíbles”, criticó Jorge
Altamira a la salida de la audiencia. Néstor Pitrola, también del PO, cuestionó
que el fallo “evita seguir con la responsabilidad de una de las patas del
Estado; éste hizo una zona liberada para que actuara la patota”.
Esa agrupación trotskista tiene una valoración
negativa del juicio y la resolución, como si fuera poca cosa haber condenado a
uno de los popes de la burocracia sindical. ¿Acaso el PO pretendía que se
mandara a prisión a los ministros Nilda Garré y Carlos Tomada? ¿O más aún, a la
presidenta Cristina Fernández?
Al inicio del proceso sostenían que el gobierno iba
a liberar a Pedraza. Posteriormente cuestionaron a la fiscalía, diciendo que
los nombramientos hechos por Alejandra Gils Carbó querían favorecer al
sindicalista. Y finalmente, reprobaron el fallo. Es notable el extravío
político de Altamira, que no alcanzó a distinguir lo positivo del proceso y sus
condenas, aún con sus límites. Y en cambio, en el canal América, dijo que
compartía y valoraba como positiva “la disconformidad social expresada por el
18A pero que no podía marchar con Macri”.
Burócratas devenidos en asesinos
Todas las querellas y en forma más fundada la del
CELS, cuyos expositores en el juicio fueron Marcos Kotliky y Maximiliano Medina
-también aportó lo suyo María del Carmen Verdú, de Correpi-, demostraron el
negocio de las tercerizaciones de Pedraza, como el trasfondo de dinero y móvil
del crimen.
La bala lo perforó a Mariano Ferreyra pero podría
haber sido a muchos otros; ese día hubo tres heridos, pero pudieron ser muchos
más, allí y en otros lugares, porque la burocracia-patronal estaba dispuesta a
todo con tal de defender su curro de las tercerizaciones.
Y este razonamiento fue tomado en lo esencial por
el tribunal, porque Días cuestionó el rol de Pedraza y las tercerizaciones,
entre los argumentos que dio del fallo.
La diferencia de las querellas con el TOF fue que
las primeras consideraron que se trató de un homicidio calificado y solicitaron
la pena de perpetua para varios de los procesados. El fallo, en cambio, sostuvo
que hubo un homicidio simple con dolo eventual, o sea que Pedraza pudo suponer
que podía haber homicidio y no le importó (la querella consideró que sí lo
previó y avaló).
Estas diferencias explican que las partes
aguardarán conocer todos los fundamentos de la decisión del TOF, pero ya
adelantaron que apelarán. Los defensores de los condenados, lo apelarán
globalmente. El CELS, en nombre de la familia de Ferreyra, hará una apelación
más acotada, insistiendo en la tesis del homicidio calificado. Las otras
querellas quizás apelen lo que juzgan un fallo condescendiente y benévolo con
la burocracia.
Lo objetivo es que Pedraza quedó atropellado en las
vías: condenado, preso y deberá cumplir al menos más de once años de prisión
efectiva. Tanto o más importante que eso, para la familia Ferreyra y para el
movimiento obrero, es que uno de la burocracia fue desenmascarado como parte de
la patronal y condenado por ser asesino de trabajadores.
Pedraza provenía del sindicalismo combativo en los
'60 y luego traicionó, cayendo tan bajo como apañar ese crimen.
El 27 de octubre de 2010, este cronista recordó en
LA ARENA el pasado del sindicalista: “Hernández Arregui, “Peronismo y
socialismo”, Ediciones Corregidor, páginas 89 a 92. El autor ponía de ejemplo
el documento presentado de 'las Agrupaciones Peronistas de Base cuyo secretario
José Pedraza, expresa: los traidores trabajan de delatores, golpean y asesinan
a los compañeros que luchan, aislando por falta de apoyo concreto la lucha de
los trabajadores del interior (…) se impone el castigo de los responsables de
la entrega de la soberanía nacional y los asesinatos, torturas, secuestros y
apaleamiento de militantes de la causa del pueblo'”. “Todo lo que decía Pedraza
de los traidores como Vandor se aplica perfectamente a él mismo”, cerraba esa
columna.
Ahora el ex ferroviario tendrá que reflexionar
sobre su vida: de Deán Funes pobre a Puerto Madero rico, y de allí, criminal, a
la prisión de Ezeiza. Un viaje largo, parando en muchas estaciones. La de
Ezeiza tiene de malo que puede ser la última.
No hay comentarios:
Publicar un comentario