Antes de
iniciar el desarrollo de esta nota, sería interesante tomar del diccionario la
definición de las palabras que integran el título de la misma. Así tenemos:
Cultura
2.Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de
desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
Cultura popular
Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional
de un pueblo.
Papagayo
(*)
1.Ave del orden de las psitaciformes de unos 35 cm de largo, de vistosos colores, pico fuerte, grueso y muy encorvado, patas de tarsos delgados y dedos muy largos, con los cuales coge el alimento para llevarlo
a la boca, y que es propio de los países tropicales, pero en domesticidad vive en los climas templados y aprende a repetir palabras y frases enteras.
2.
Decir algunas cosas buenas y discretas, sin inteligencia ni conocimiento.
Análisis del tema
Una vez que tenemos claro el
significado de estas palabras, conviene remarcar alguno de los conceptos que
intervienen en su definición: en cuanto a cultura, el desarrollo de su juicio
crítico. Aquí vemos que sólo los seres humanos participamos del hecho cultural
y allí ejercemos el don tan preciado del que disponemos, el libre albedrío que
nos permite desarrollar, o no, nuestro juicio crítico ante distintas opiniones
o definiciones que nos llegan de otras personas o por intermedio de los medios
de comunicación masivos.
Evidentemente esto se
contrapone a las habilidades propias del papagayo que aprende a repetir
palabras y frases, sin inteligencia ni conocimiento.
Si bien esta situación no es
novedosa, ya que se ha arraigado mucho en la sociedad actual, vemos
cotidianamente como muchas personas repiten sin analizar conscientemente
conceptos y vierten opiniones carentes de un previo análisis crítico, y que
sólo pueden sostener entre quienes utilizan igual manera de informarse y transmitir
esa información. Pero apenas se encuentran con alguien que sí utilizó su
inteligencia efectuando el mencionado análisis crítico de la noticia, allí se
les terminan las palabras y la única opción es retirarse del diálogo o hacerse el
enojado y agredir al otro u otra.
Darle a la lengua
“No se puede negar que esa
actividad que designamos con esa frase ‘darle a la lengua’, tiene una especie
de seducción placentera. Transferir información a montones sobre nimiedades y
añadir un poco de pimienta a los acontecimientos recientes, y dejar así que
pase el tiempo, resulta una especie de alivio para la carga diaria de
preocupaciones y problemas. Es como si advirtiendo o comentando defectos ajenos
uno quedara aliviado de los propios. Y por eso no hay ningún reparo en
magnificarlos y empujarlos a crecer en el ‘chisme’.
Pero esto que constituye un
mecanismo de evasión, indicio de inseguridad y debilidad personal, ya no es lo
peor entre nosotros. Aquí se trata simplemente de darle a la lengua en las
esquinas, en el bar o en las ruedas de mate, se trata de ‘darle al papel y a la
imagen’. ¡Darle a los titulares! Y los medios están especializados en eso.” (1)
Esto es fácil de constatar cuando
viajamos en colectivo, en el supermercado o cualquier comercio al que
concurrimos, allí podemos escuchar a muchas personas que repiten lo que han
escuchado en la radio o en la televisión y lo hacen con total muestra de
seguridad de conocer el tema en cuestión, entonces nuestros oídos se “deleitan”
con reproducciones de lo dicho por los comunicadores mediáticos tales como: “es
la pesada herencia”, “se robaron todo”, etc., etc.
Lo dramático de todo esto es
que muchas de las personas que hacen estos comentarios, denostando en este caso
al gobierno anterior, han sido beneficiados por el mismo como por ejemplo con
la jubilación conocida como “del ama de casa” que les permitió, sin reunir los
aportes necesarios al momento de cumplir la edad jubilatoria, acceder al
beneficio aportando el faltante por medio de una moratoria hasta en 5 años, otros
que pudieron tener la casa propia por el plan PROCREAR, también con facilidades
crediticias accesibles a los recursos de cada familia, quienes obtuvieron la
Asignación Universal por Hijo, y otros derechos que sería muy largo enumerar
aquí. En estos casos podemos inferir que no solamente les falta la elaboración
del juicio crítico, sino que se agrega la inactividad de la inteligencia que
posee todo ser humano, además por supuesto de la carencia de memoria.
El arte de ganar
En su libro
"El arte de ganar" el conductor de las campañas electorales del PRO, Jaime
Durán Barba afirma:
"El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno... Es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice "no me interesa la política"... El papel de los medios es fundamental, no hay que educar a la gente. El reality show venció a la realidad..."
"El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno... Es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice "no me interesa la política"... El papel de los medios es fundamental, no hay que educar a la gente. El reality show venció a la realidad..."
Acá vemos,
quizás con estupor, cual es la base del marketing que es utilizado en las
campañas electorales por algunos sectores políticos, esto nunca podría
convertirse en realidad si realmente utilizáramos nuestro espíritu crítico para
analizar las noticias y las propuestas ofrecidas, pero el odio hacia todo lo
que se oponga a lo ofrecido tan gustosamente elaborado para que ni siquiera nos
atengamos a sospechar que puede ser falso o por lo menos parcialmente erróneo,
hace que aceptemos pasivamente cualquier oferta y además nos convirtamos en sus
más acérrimos defensores y propaladores.
Además, podemos
ver con todas las letras la forma que estos personajes perversos denigran
nuestra condición humana, lo hacen con toda alevosía poniéndolo en las páginas
de un libro, cabe preguntarse: ¿somos tan cobardes o tan tontos para hacernos
pisar de este modo nuestra propia dignidad? La respuesta la tiene usted amigo
lector.
Ejemplos prácticos
Tomaremos
algunos dichos de funcionarios y como ha sido su repercusión en la gente.
Del presidente
Mauricio Macri: “Hay inequidad
entre el que puede ir a la escuela privada y el que tiene que caer en la pública.”;
“Hay que bajar los costos, y los salarios son un costo más.”; “Cada uno tiene
que estar dispuesto a cobrar lo mínimo que corresponda por lo que hace.”
De la
vice-presidenta Gabriela Michetti: “El
narcotráfico se lleva nuestros jóvenes sin distinción. Jóvenes pobres que se
drogan y jóvenes ricos que tienen excesos.”; “El pobre tiene que entender que
es pobre se debe conformar porque no merece vivir como vivía antes.”
Del presidente
del Banco Nación Javier González Fraga: “Eso fue una
ilusión, eso no era normal. Le hicieron creer a un empleado medio que su sueldo
medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior.”
Podemos analizar
sin mucho esfuerzo que estas expresiones no son meras casualidades, sino que
expresan realmente una feroz diferencia de clases, que la clase media y la
trabajadora no son “gente como ellos”, que no tenían ningún derecho que
traspase el de trabajar con un sueldo lo más bajo posible y sin poder disfrutar
de ningún beneficio de la vida, sólo agachar la cabeza y producir para que
“ellos” sí puedan usufructuar de todos los placeres de la existencia.
¿Cómo reaccionan
los perjudicados por esta concepción política? Nuevamente volvemos a constatar
que muchos de los afectados por las mismas aceptan con docilidad como una
certeza estas manifestaciones que los convierten en cuasi esclavos y que
podríamos resumir con una sola expresión: “nos habíamos acostumbrado
mal”. Cada uno puede tener su propia visión de esto, pero es
innegable que los autores de “El arte de ganar” conocen y saben muy bien lo que
hacen.
Hasta la
próxima.
Nicolás Salcito
(*) Existen
varios tipos de loros parlantes como el papagayo, cada cual puede elegir a
quien desea parecerse.
(1)
MARIANI, José
Guillermo; “IGLESIA Y POLÍTICA Sin tapujos, Pág 65
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