MANIPULACION DE LA FE
Mucha gente supone que la religión es cosa de
niños, mujeres y ancianos, esta es una creencia muy arraigada en la sociedad y
proviene de una deficiente, por no decir mala, formación en los momentos en que
pasamos por la Iglesia para “cumplir” con ciertas costumbres que hacen a la
práctica corriente en las familias: “al nene/a hay que bautizarlo, confirmarlo
y que tome su primera comunión”, con esto nos quedamos tranquilos y si el
“nene” o la “nena” decide algún día casarse por iglesia, entonces allí vuelve a
visitar el templo, con esto queda cerrado el álbum fotográfico familiar,
posiblemente se iniciará otro similar en la nueva familia.
Esto que es muy común verlo en la realidad parece
no inquietar a muchos sacerdotes ni a los agentes pastorales que participamos
de la vida parroquial, seguro que si lo hiciéramos tendríamos que reconocer que
en algo estamos fallando, la tarea pastoral no es una simple actividad en la
cual nos sentimos tranquilos por hacer algo bueno o simplemente practicar un
poco de catarsis para olvidar nuestros propios problemas.
EL INFORME ROCKEFELLER
Lamentablemente la mayoría de las personas que se
dedican a la política piensan de la misma manera respecto al tema religioso,
sin embargo no es así en aquellos que tienen por finalidad dominar al mundo
desde el poder político y financiero.
Creo que desde hace unos 50 años, a partir del
Concilio Vaticano II y luego las Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla,
la imagen de la Iglesia Católica ha cambiado mucho en América Latina. Se puede
decir que no suficientemente y estoy de acuerdo, pero ha cambiado enormemente,
justamente por su acercamiento a los pobres.
Fue un camino difícil. En 1969, por ejemplo, se
conoció en Estados Unidos el famoso informe Rockefeller. Rockefeller tomó
conciencia de los cambios en la Iglesia y los consideró absolutamente
peligrosos.
Y en 1980, un informe para la campaña presidencial
de Ronald Reagan, llamado documento de Santa Fe, advirtió que la presencia de
determinadas tendencias en la Iglesia y algunos textos de las conferencias
episcopales latinoamericanas eran muy peligrosos para la política exterior de
Estados Unidos.
Otro Analista centroamericano de Pastoral Social
Caritas Panamá, dice: el concilio ecuménico Vaticano II (1962) y las encíclicas
Pacem in Terris (1963) y Populorum Progressio (1967) modificaron radicalmente
aquella visión de la Iglesia (la visión de una Iglesia elitista y para las
elites). La Conferencia Episcopal de Medellín (1968) sería el punto de arranque
de una nueva actitud que llevó a una generación de laicos y religiosos al
compromiso con las luchas populares de América Latina.
En los cambios referidos los liberales quisieron
ver un golpe de timón de la Iglesia, acorde con el tono político de la época.
Nelson Rockefeller, vicepresidente de Richard Nixon, fue más inteligente. En
1968 emprendió una gira por el continente y en su informe observó que la
Iglesia ya no era "un aliado seguro para Estados Unidos". Nada nuevo.
"Creo que será larga y difícil la absorción de estos países por Estados
Unidos, mientras sean países católicos", había dicho el presidente Teodoro
Roosevelt en 1912.
El informe Rockefeller sostuvo que el catolicismo
se había convertido "en un centro peligroso de revolución potencial".
En 1969 fue más allá, asegurando que era preciso remplazar a los católicos
latinoamericanos por "otro tipo de cristianos". El magnate recomendó
a su gobierno la promoción de las llamadas "sectas" fundamentalistas
que brotaban del florido árbol pentecostal estadunidense.
IGLESIAS EVANGÉLICAS Y EL PODER CONSERVADOR EN
LATINOAMÉRICA
La participación pública de pastores
y seguidores de iglesias evangélicas o neo-pentecostales en los procesos
electorales viene creciendo y haciendo sinergia en la ofensiva conservadora
vivida en la región. Se han vuelto una parte activa, con diversos niveles de
protagonismo, de las facciones de derechas en sus respectivos países.
Participan en elecciones –con candidaturas propias o pautadas– utilizando su
poder simbólico y retórico para vincular las creencias de la fe a la elección
de ofertas políticas, canalizando la desesperanza social de la
población/feligreses (en su mayoría pobre) y su enojo con los partidos
políticos (que no les articulan, ni les dan respuestas) de tal manera que
combinan el poder de convicción de la predestinación religiosa de la salvación
pos-existencial al discurso político de un porvenir moralizador y bíblico como
redención terrenal.
Según informes periodísticos, existen
más de 19 mil iglesias neo-pentecostales en el continente, que organizan a más
de cien millones de creyentes, es decir, una quinta parte de sus habitantes.
Estas cifras indican un desplazamiento de la Iglesia Católica, con sus distintas
congregaciones, como estructuras mediadoras del poder simbólico de la fe de los
latinoamericanos. La estructura de la iglesia católica parece haber perdido el
monopolio de la fe y poco a poco va dejando de ser el bastión de legitimación
-de evasión o consulta- de las creencias y ofertas políticas para la mayor
parte de la población.
Los rasgos distintivos de la
participación política de los neo-pentecostales, pastores y sus iglesias,
se pueden sintetizar en cuatro:
1) Posturas ultra-conservadoras en
relación con la familia y restrictivas de las libertades sociales.
2)
Abiertos defensores del
neoliberalismo y la sociedad de consumo.
3)
Gran capacidad económica ligada al
aporte-convicción de sus feligreses.
4)
Despliegue mediático a partir de sus
propias emisoras, canales de televisión y redes sociales.
Se puede decir que su desarrollo y
expansión en Latinoamérica no es casual por la focalización en grupos indígenas
y sectores excluidos, lo cual puede calificarse como una acción de inserción
neocolonial.
En general, la política a la que
adhieren o promueven los pastores y las iglesias pentecostales es coincidente
con el neoliberalismo, como lo expresan las iglesias evangelistas colombianas y
centroamericanas, quienes fomentan la “ética protestante” ligada al libre comercio,
al trabajador exitoso, ahorrador, constante y abnegado, donde “el éxito
material aparece como una prueba de elección por Dios”.
No se conocen los montos que manejan
los miles de pastores y sus iglesias, aunque se especula que es un “gran
negocio de la fe”, una relación económica que no está regulada en algunos
países, donde no pagan impuestos, ni los pastores están auditados por entidades
del Estado que certifiquen ingresos y egresos, tipo de gastos y destinación de
las ganancias.
Las iglesias evangelistas también
tienen una enorme red de emisoras de radio y canales de televisión. Algunos
pastores justifican estas inversiones porque es la manera de llegar al
creciente número de feligreses, “ya no pueden atender a tantos de forma
presencial”, lo cual acrecienta el poder simbólico a desplegar por dichas
organizaciones basadas en la fe.
Y POR CASA ¿CÓMO ANDAMOS?
Si tomamos en cuenta los rasgos que
identifican a estas sectas, podemos ver que dentro de nuestra propia Iglesia
hay miembros que manifiestan esas mismas características lo que nos lleva a
considerar que dentro del catolicismo también hay un sector sectario y que va
en contramano con el mensaje evangélico de la opción por los pobres. El papa
Francisco exhorta permanentemente a que los cristianos no nos quedemos dentro
del templo, sino que nos involucremos en la problemática de nuestra sociedad,
lo expresa con claridad cuando define a “la Iglesia en salida”. Si hacemos caso
omiso a esta consigna y nos seguimos quedando con celebraciones litúrgicas en
donde repetimos mecánicamente gestos y oraciones, en muchos casos simplemente
por cumplir un precepto y no cometer pecado mortal, más temprano que tarde se
habrá logrado el objetivo que planteó Nelson Rockefeller en 1969: “reemplazar a
los católicos latinoamericanos por otro tipo de cristianos”.
¿Qué les parece?
Nicolás Salcito
Fuentes consultadas: Artículos de:
Juan Bosch, sacerdote dominico; Giusseppe L. Cossio Restrepo y de Javier
Calderón Castillo.
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