LA VERDAD NOS HARÁ
LIBRES
Constantemente
mencionamos la verdad como algo natural en nuestro quehacer cotidiano: “es la
pura verdad”, “te digo que es verdad”, “te juro que es verdad” y tantas otras
expresiones similares. Pero, ¿qué es la verdad?, podemos decir que es el
concepto que tenemos de algo coincidente con nuestro propio pensamiento sobre
el tema, aquí estaríamos en presencia de “nuestra verdad” la que tratamos de
trasmitir o imponer. Es conveniente que a veces analicemos a conciencia si esto
es así como lo pensamos o puede ser diferente, dado que nuestra opinión está
permanentemente bombardeada de diversas maneras y que muchas veces es afectada
por las mismas, lo que si no analizamos de manera crítica puede verse
tergiversada “nuestra verdad”, pasando así en convertirse en lo contrario, es
decir en una falacia.
Ejemplos
de ello tenemos a diario: las publicidades de diversos productos que nos
presentan todas las inmensas bondades del mismo sin explicitarnos siquiera en
el envase el real contenido de los mismos, siempre nos dan imágenes y palabras
que consumiéndolos seremos felices, libres y dichosos. No nos advierten en
absoluto sobre las consecuencias para nuestra salud de algunos de los
ingredientes que contienen. Por supuesto, desprevenidos, compartimos con
nuestros familiares y amigos recomendándolos repitiendo lo que escuchamos o
vimos en los anuncios, aquí no hay ningún análisis crítico que nos alerte sobre
la “verdad” de los mismos.
Esta
faceta es tan sólo una de las tantas que recibimos como proyectiles en nuestro
cerebro, también está la “letra chica” en contratos, pólizas y documentos que
firmamos sin leerlas y que cuando tenemos que hacer algún reclamo nos las
muestran con una lupa, ahí nos damos cuenta que caímos en una trampa por
inocencia o inexperiencia.
Hasta
aquí nos hemos referido sólo a una parte, la comercial, el consumo y todo lo
referido a cosas materiales, lo riesgoso es cuando este bombardeo de cosas se
hace para trasmitir ideas políticas, religiosas y éticas, nos encontramos aquí
en una manipulación de nuestras mentes que si no aplicamos nuestro pensamiento
crítico sobre las mismas, podemos convertirnos en propagadores de “verdades”
que no son tales pero que perjudican a personas o a la sociedad toda lo que nos
llevará indefectiblemente a una situación social que no es precisamente la
felicidad ni la libertad de los integrantes de la misma. Surgen aquí diversas
consecuencias nefastas para una convivencia pacífica entre los miembros de una
familia o la sociedad en su conjunto: rencores que a corto plazo se convierten
en odio hacia personas, instituciones, comunidades, ideologías, razas y cuantas
más que puede encerrar la xenofobia, la aporofobia y todos los fundamentalismos.
La libertad, riqueza
más preciosa que el pan, ha sido siempre deseada por el Hombre pero es muy
difícil mantenerla en forma permanente. En efecto, el idealista joven se
convierte más tarde en burgués satisfecho, o el tiempo trae otros problemas y
establece otras dependencias, o la masa siempre es mediocre y le cuesta
conservar su criterio personal. Podemos inferir que ni la independencia
nacional, ni la abundancia económica bastan para hacer libre al Hombre. Muchas
veces escuchamos que varones y mujeres libres están en la cárcel o son
perseguidos, sacrificando de esa manera todas las libertades para poder guardar
la de proclamar la verdad. Ejemplos concretos de ello lo tenemos en Nelson Mandela,
Mons. Oscar Romero, Mons. Enrique Angelelli y otros y otras tantas que
ofrecieron hasta su vida por sostener la libertad y la justicia. Los que somos
creyentes no podemos dejar de mencionar a quien fuera el que pronunció la frase
del título de esta nota dejándonosla como consejo para seguir, el propio Jesús
de Nazaret que pagó en la cruz la osadía de defender la Verdad (Jn 8, 31-59).
La intención de
quienes detentan el poder financiero, económico y político con estos mecanismos
comunicacionales, para lo cual utilizan todos los medios de difusión a su
alcance: gráficos, radiales, televisivos, templos de diversas religiones, etc.,
es domesticarnos para que no reaccionemos ante las medidas que toman en su
propio beneficio y que nos perjudican a quienes no tenemos ese poder de
manifestar nuestra opinión masivamente para contrarrestar el cercenamiento de
nuestros derechos. Lo que más nos afecta es la distribución injusta de la
riqueza que produce el país, ya que unos pocos se reparten la misma, dejando a
quienes la producen con su esfuerzo en situación precaria que conlleva a la
pobreza y a la esclavitud.
Esa docilidad que
consiguen por parte de muchos que forman parte de la clase trabajadora,
inclusive los más humildes, la vemos todos los días en comentarios en la calle,
en comercios, bancos, transportes, etc. que defienden a estos explotadores
culpando siempre, haciéndose eco de las “sanas noticias” que emiten los
funcionarios y medios, a quienes estuvieron en el gobierno anterior: “se
robaron todo”, pero cuando uno les pregunta que es lo que se robaron, lo único
que pueden responder repitiendo como loros “se robaron todo, se robaron todo”.
Este último es un
claro ejemplo del vaciamiento cerebral que está consiguiendo este sistema
neo-liberal. Qué bueno sería que todos aquellos que piensan que esto sea
verdad, hagan su denuncia y aporten pruebas así de una vez por todas la
situación se aclara y la Justicia pueda tomar la determinación de enjuiciar y
condenar a los culpables, caso contrario aquél que manifiesta una acusación de
este tipo se convierte automáticamente en cómplice de quienes hayan delinquido.
Alguien dijo muy
sabiamente que “la realidad es la única verdad”, los invitamos a que analicemos
la realidad en la cual vivimos hoy y también recordemos la que hemos vivido con
los gobernantes anteriores, con un criterio crítico veamos los aciertos y los
errores de ayer y de hoy y saquemos nuestras propias conclusiones, de esta
manera no nos convertiremos es simples loritos parlanchines.
Hasta el mes que
viene.
Nicolás Salcito
No hay comentarios:
Publicar un comentario