DE LA
REVOLUCIÓN DE LA ALEGRÍA AL GRAN APAGÓN INTERNACIONAL
El 10 de diciembre de 2015, desde el balcón de la Casa Rosada,
el mundo vio un espectáculo inusitado: un presidente recién asumido en sus
funciones practicaba pasos de baile frente a la histórica Plaza de Mayo. De
alguna manera esa imagen daba por iniciada lo que fuera un slogan de la alianza
ganadora de la lid electoral: “LA REVOLUCIÓN DE LA ALEGRÍA”, cuya comparsa
estrella era la integrada por “EL MEJOR EQUIPO DE LOS ÚLTIMOS 50 AÑOS”, se cree
que los disfraces fueron donados por la embajada de EE. UU.
Muchos compatriotas, que creyeron las promesas de campaña con la
que nos aturdieron los oídos y nos encandilaron los ojos asegurándonos que
nadie iba a perder ningún derecho obtenido, sino que nuevos beneficios nos
reconfortarían la vida, por supuesto festejaron ese inicio que prometía un
estar placentero y lleno de dignidad.
La realidad nos fue mostrando paulatinamente que los globos
amarillos que adornaban la escena, se iban desinflando, cuando no explotando, y
con tristeza quienes gustan del fútbol volvieron a ver sólo las tribunas
mientras un relator les contaba el desarrollo del partido. FÚTBOL PARA TODOS se
desinfló igual que los globos, ahora quien quiera ver el partido que pague.
También los jubilados y pensionados tuvieron su sorpresa, se les
bajó la cantidad de medicamentos con descuento del 100% y la fórmula de actualización
de los haberes fue modificada, trayendo como consecuencia un deterioro
importante en los mismos. Con la aplicación del nuevo aumento un jubilado o
jubilada con la mínima, cobrará $ 9.000.- menos que si se aplicaría la fórmula del
gobierno anterior, sí amiga, amigo, piensa bien, ese mismo gobierno que se robó
un PBI entero y que aún no pueden encontrar donde escondieron el dinero.
UN TESTIGO NUNCA ARREPENTIDO
Sobre este último tema, hace poco tiempo un lector me envió un
correo en el cual expresaba su conocimiento de cómo ubicarlo, lo transcribo tal
como llegó:
“¿DÓNDE ESCONDIÓ LA PLATA CRISTINA?
Allanaron
propiedades de Cristina y no encontraron nada. Están buscando la guita con la
que se quedó y yo SÉ DÓNDE ESTÁ.
Cumpliré
con mi deber ciudadano de decirles que están buscando mal, están buscando en el
lugar equivocado y, aunque Bonadío no pueda escucharme, alguien le podrá
avisar. Debe buscar mejor, ya que Cristina escondió la guita en muchos lugares,
y no va a ser fácil inculparla.
La
escondió en lugares insólitos como gasoductos, trenes, hospitales,
universidades, la disfrazó de Asignación Universal por Hijo, la escondió en
notebooks para los pibes, la escondió en fórmulas ascendentes de jubilación, la
escondió en subsidios para que la gente no pague tanto a las empresas de gas,
luz, agua y transporte; y junto a Néstor la pusieron para pagarle al FMI y
echarlos del país, y tener las manos más libres contra los intereses
financieros mundiales. La escondió en miles y miles de casas otorgadas a través
del Programa PROCREAR, hasta usó los lugares más insólitos para esconderla,
creanmé, la puso hasta en satélites que lanzó al espacio, la escondió en Atucha
I y II, en los planes Qunitas, en las empresas recuperadas a las que les dio
créditos. Hay que buscarla en cualquiera de las más de 2.000 escuelas que
inauguró, en YPF, en Aerolíneas Argentinas; la escondió en los
electrodomésticos que compramos con el Ahora 12; en los créditos con bajo
interés de la tarjeta Argenta, la escondió en Centros de Jubilados, en miles de
clubes de barrios, la escondió en los bolsillos de los que no podían jubilarse
porque muchos de los que hoy gobiernan los tenían en negro. También la puso en
los bolsillos de los científicos que regresaron al país, la escondió en tus
bolsillos y en los míos, y hasta en los de los opositores, porque también ellos
se beneficiaron, aunque el odio no los deje ver.
La
guita de que dispuso Cristina está ahí. Ya no puedo negarlo más y lo tengo que
decir, y si me aceptan como un testigo nunca arrepentido, estoy dispuesto a
presentarme en Comodoro Py, y decirle a Bonadío que cuente con mi testimonio
sobre dónde puso la plata Cristina.
Mi
nombre es Rubén - medicnat@hotmail.com, y estoy a disposición, pero no quiero
ninguna recompensa. Rubén
Fernández.”
La
síntesis que nos hace el amigo Rubén nos exime de enumerar tantos nuevos
derechos y beneficios que el pueblo argentino en su conjunto recibió en esos 12
años. Considero innecesario hacer cualquier tipo de aclaración al respecto,
sobre todo porque no podría menospreciar el intelecto de quienes leen nuestra
publicación.
LOS RECURSOS NATURALES Y LOS
SERVICIOS PÚBLICOS
El peronismo (despectivamente llamado
“populismo” por los dueños del poder político y económico), desde sus inicios
tuvo una concepción respecto a estos grandes temas fundamentales para el
desarrollo nacional y el bienestar de sus habitantes, la misma la podemos ver
reflejada en la parte final del artículo 40 de la Constitución de 1949 (derogada
por un bando militar por la dictadura el 27 de abril de 1956):
…
“Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de
gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales,
son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación, con la
correspondiente participación en su producto, que se convendrá con las
provincias.
Los
servicios públicos pertenecen originariamente al Estado, y bajo ningún concepto
podrán ser enajenados o concedidos para su explotación. Los que se hallaren en
poder de los particulares serán transferidos al Estado, mediante compra o
expropiación con indemnización previa, cuando una ley nacional lo determine.
El
precio por la expropiación de empresas concesionarias de servicios públicos
será el del costo de origen de los bienes afectados a la explotación, menos las
sumas que se hubieren amortizado durante el lapso cumplido desde el
otorgamiento de la concesión y los excedentes sobre una ganancia razonable, que
serán considerados también como reintegración del capital invertido”.
Con el
correr de los años todos los servicios públicos fueron traspasados al sector
privado en lo que se denominó “LA PATRIA CONTRATISTA”. Se presenta un problema,
ahora el costo de los servicios incluye la rentabilidad de las empresas y las
tarifas serían muy onerosas para los usuarios, aquí es donde aparecen los tan
mentados “subsidios estatales”, con el fin de no enardecer el ánimo de la
población, que en forma indirecta también termina pagando los mismos.
Este
gobierno neoliberal totalmente a favor del capital privado, si es de familiares
y amigos mejor, hizo del “sinceramiento” de las tarifas su caballito de batalla
y entonces ya el Estado no subsidia más a las empresas y le transfirió esa
responsabilidad al bolsillo de cada uno de los usuarios. De esta manera
llegamos a las cifras que aparecen en las facturas y en los pasajes del
transporte de pasajeros.
EL
ÚLTIMO APAGUE LA LUZ
El tema
energético no estuvo exento de entrar en este planteo de “sinceridad
tarifaria”, nos metieron por todos los medios y discursos oficiales que la
tarifas no eran las adecuadas y que provocaban una falta de inversión
empresarial con el correlativo deterioro de la calidad en el servicio. Entonces
apareció el fantasma del “los tarifazos”, que repercutió negativamente no sólo
en los hogares sino en las pequeñas y medianas empresas, incrementándose el
número de despidos de trabajadores que pasaban a engrosar la larga lista de
desocupados.
La
lógica capitalista es la de abaratar costos de los insumos incluyendo el
salario (que para ellos también es un insumo más), entonces los departamentos
de compras de estas empresas tienen una respuesta tipo a flor de labios “denos
el más barato”. Así cuando hay que reponer algún repuesto o hacer el
mantenimiento normal y necesario se emplea ese mismo criterio. ¿Qué pasa
entonces? Se resiente el rendimiento de las instalaciones y se corre el peligro
de que las mismas no respondan adecuadamente para prestar el servicio para el
cual tendrían que estar preparadas.
Amigas y
amigos, quizás muchos como yo pensaron que el apagón del domingo 16 fue el
cumplimiento de una orden desde la Rosada: “Que el último apague la luz”,
estábamos equivocados, nunca sabremos que fue lo que pasó.
Nicolás Salcito
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