“LO
CONTRARIO DE POBREZA NO ES RIQUEZA, ES JUSTICIA SOCIAL”
(Javier Fesser)
Para poner un límite hacia atrás en la
historia, vamos a decir que a partir de la irrupción del capitalismo en la
humanidad, se ha ido creando en la sociedad una injusticia provocada por
debilidades o antivalores que los humanos tenemos dentro formando parte de
nuestra propia esencia, sin desconocer que existen allí también muchas
fortalezas y valores. Al referirnos a nuestras fuerzas internas, digamos
miserables, lo hacemos respecto a la avaricia, a la tendencia de acumular
bienes materiales, normalmente engañándonos a nosotros mismos que lo logrado ha
sido por “nuestro” esfuerzo personal, no reconociendo que realmente ha sido
fruto del trabajo de otros seres humanos a quienes hemos explotado para
beneficio propio.
Partimos del capitalismo porque de otra
manera tendríamos que irnos muy lejos ya que la brecha entre pobres y ricos ya
existía en la época en que Moisés conducía al “pueblo elegido” hacia la tierra
prometida, lo que lo obligó a decretar el llamado “año de gracia”, donde se
perdonaban todas las deudas y se recuperaban las tierras y bienes que pertenecían
a quienes eran esclavizados en aquellos tiempos. (Solución que bien se tendría que
aplicar en la actualidad para volver a barajar y dar de nuevo).
La mentalidad del capitalista y más aún
al otro “virus” que significa el capitalismo financiero, es que el trabajo es
un bien de cambio en el mercado, entonces como tal tiene un precio y para la
empresa es un “costo más”, entonces regidos por las leyes de ese mercado cuanto
menos paguemos el esfuerzo del trabajador o trabajadora mayor será la ganancia
para el empresario/a.
Cuando la miserabilidad del espíritu de
lucro nos posesiona, ya no existen barreras éticas que nos contengan y el
acaparar se convierte en un vicio que lamentablemente trae consecuencias
desastrosas para la comunidad, como ser la pobreza de muchos que como resultado
de estas actitudes caerán en el desempleo o en el empleo informal, sin
protección social alguna.
Estos personajes que hoy llevan
acumulados cuantiosos capitales, cada día se siguen haciendo más y más ricos,
en desmedro de la mayoría de la población que va cayendo cada vez en el duro y
angustiante agujero de la pobreza. Precisamente por ese mismo pensamiento, el
empresario capitalista nunca va a distribuir los enormes beneficios de su
empresa con los trabajadores y trabajadoras que con su esfuerzo cotidiano lo
han hecho posible; eso sí cuando las cosas no van bien y va a pérdida (o a
ganar menos), enseguida la comparte con ellos y ellas.
La excusa de la “pandemia”
Uno de los casos en los que las
empresas dejan de ganar es precisamente en situaciones inesperadas como es en
este momento el “covid 19”. Aquí todos los adoradores del “dios mercado” salen
a pedir la intervención del Estado, ese mismo que cuando sus bolsillos se
llenan con beneficios de toda índole, inclusive algunos dudosos, cuando no
ilegales, salen a atacar y tratar de reducir su intervención en esa panacea que
nos quieren vender (y muchos compran) que lo estatal siempre es pérdida y lo
que fortalece la economía y derrama su copa sobre todos es, reitero, “el dios
mercado”.
Hace pocos días tuvimos noticias de algo que para quien tenga un
poco de sentido crítico tiene que considerar como muy poco moral y podríamos
decir hasta cínico: “Los principales empresarios del país,
entre ellos el CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto, el presidente de Techint,
Paolo Rocca, el titular de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi, Luis Pagani, de
Arcor, y la Sociedad Rural, pidieron al gobierno de Alberto Fernández que se
sigan ‘tomando las medidas económicas, financieras, crediticias e impositivas
que aseguren el pago de los salarios’ de las empresas privadas, al tiempo que,
desde sus roles de megamillonarios en dólares, se manifestaron en contra del impuesto
a las grandes riquezas”. Podríamos decir
sin riesgo a equivocarnos que si estos buenos muchachos serían pobres o simples
laburantes, se considerarían “planeros”, ya que en los momentos críticos el
Estado tiene que salir a rescatarlos.
¿Flexibilización laboral disfrazada?
Lo triste de todo esto que parte de la dirigencia sindical acuerda
con el empresariado suspensiones y rebajas salariales mientras dure este
aislamiento obligatorio causado por la pandemia para evitar despidos. Estas
rebajas en los salarios serían hasta de un 25%, aunque en el caso de los
casinos llegaría hasta un 50%. Como dato anecdótico los trabajadores y
trabajadoras de los casinos expresan que estas empresas ganarían hasta 80
millones de pesos diarios.
A través de un comunicado, el Foro de Convergencia Empresarial
sostuvo que las empresas privadas “serán los elementos fundamentales de la
reactivación de la economía una vez que esto haya terminado” (en referencia a
la pandemia por el coronavirus) y, por eso mismo, apuntaron a la necesidad de
generar motivaciones para promover la inversión privada.
Los empresarios advirtieron que las consecuencias económicas
generadas por la pandemia son igualmente graves “para todos, afectando
seriamente a grandes, pequeñas y medianas empresas, cuentapropistas,
monotributistas y personas que se desempeñan en la economía informal”.
En tanto, plantearon que “el Estado debe continuar con la
aplicación de medidas que aseguren el pago de los salarios en todas las
unidades productivas y de servicios del sector privado, y preserven la
continuidad de las empresas”. A las claras “PLANEROS”.
“El monstruo invisible”
El director Javier Fesser, junto a su hermano Guillermo, ha rodado un cortometraje sobre el hambre crónico que se llama 'El monstruo invisible'.
Existen monstruos que se ven, y otros que se esconden tan bien que nadie les presta atención. Uno de ellos se llama ‘hambre crónica’, y es una de las peores pesadillas de 149 millones de niños en todo el mundo. Por ellos, y para concienciar a una sociedad que mira para otro lado o lo soluciona todo con un poco de caridad, los hermanos Javier y Guillermo Fesser han dirigido El monstruo invisible, un cortometraje sobre la desnutrición crónica en colaboración con Acción contra el hambre. Un corto que se basa en las vivencias de ambos después de visitar en 2019 la isla de Mindano, Filipinas, una de las zonas del mundo más golpeadas por la crisis climática, con más de cinco décadas de conflicto.
El monstruo invisible cuenta la historia de Aminodin, “el mejor
recogedor de basura” del vertedero de Papandayan, donde vive con su familia.
El periodista durante la entrevista le pregunta: ¿Crees que hay que conseguir
que cambie el concepto para que la gente vea que la caridad no puede sustituir
a la justicia social?
R.: Es que eso es el concepto
fundamental que hay que cambiar. Los que tenemos más recursos en el planeta no
es porque seamos más listos, es porque nos ha tocado y hemos tenido más
oportunidades, porque si yo hubiera nacido allí no hubiera hecho ninguna
película, y eso es una injusticia. Así que creo que tengo una responsabilidad
de hacer un tipo de cine en el que podemos aportar nuestra experiencia para
poner voz a quien no tiene estas oportunidades. Un cine que llegue a esta parte
del mundo donde se manejan más recursos, porque nuestros niños serán los
adultos del mañana, y ojalá tengan claro y presentes estas miradas de estos
niños en el vertedero. Todos vamos en el mismo barco, y unos reman más que
otros, pero todos tenemos que trabajar por ello.
Los que tenemos más recursos en el
planeta no es porque seamos más listos, es porque nos ha tocado y hemos tenido
más oportunidades
Amigas, amigos, para reflexionar. Hasta el mes próximo.
Nicolás Salcito
Ver la publicación completa en: www.haciendocamino.com.ar/hc-156.pdf
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