PONER
LÍMITES AL ECOCIDIO
Los humedales
Antes de entrar en tema es conveniente conocer que son los
humedales y que función cumplen. Los humedales son
áreas que permanecen en condiciones de inundación o con suelo saturado con agua
durante períodos considerables de tiempo. Si bien este término engloba una
amplia variedad de ecosistemas, todos los humedales comparten una propiedad
primordial: el agua es el elemento clave que define sus características
físicas, vegetales, animales y sus relaciones.
A nivel global, se calcula que los humedales cubren aproximadamente 12,1 millones de km2. Sin embargo, la Perspectiva Mundial sobre los Humedales estima que su extensión ha disminuido rápidamente, con pérdidas del 35% desde 1970. Esta pérdida o degradación de los humedales tiene efectos negativos en la naturaleza y las personas. Las principales presiones sobre los humedales se relacionan con cambios en el uso del suelo (urbanización, deforestación, rellenos, etc.), alteraciones en la dinámica del agua (por extracción, intercepción, desvíos, etc.), extracciones (pesca, mad
eras, pasturas, etc.), contaminación (agrícola, industrial y doméstica), introducción de especies exóticas invasoras y el cambio climático.
Luego de conocer su
importancia en el ecosistema, debemos preguntarnos ¿quiénes son los que se
oponen a la norma que resguarde a los humedales, y por qué?
En una nota
publicada en Página 12, Melisa Molina y Agustín Álvarez Rey expresan: “Las asociaciones empresarias que nuclean a las arroceras, la
Sociedad Rural, la Federación Agraria, grandes productores agropecuarios,
empresas agroexportadoras y mineras juegan fuerte para evitar la sanción de una
ley de presupuestos mínimos para resguardar a los humedales. El lobby de los
sectores interesados en frenar el debate de la norma no es novedad. La ley fue
frustrada dos veces en los últimos años por la acción de corporaciones que
tienen intereses sobre esos territorios. Desde las distintas organizaciones que
reclaman por la preservación de los ecosistemas húmedos no dudan en señalar que
los dirigentes y empresarios que recorren los pasillos del Congreso para hacer
naufragar el debate, son responsables de los incendios intencionales que desde
hace semanas arrasan con las reservas naturales.
Los incendios de los últimos meses en el Delta del Paraná
volvieron a poner en el centro de la escena la urgencia de sancionar una ley
que regule las actividades en los humedales, pero al mismo tiempo dejaron
expuestos a los sectores que utilizan el fuego como el primer engranaje para
poner en marcha sus negocios. Muchos de los denunciados e investigados por daños
ambientales tienen vínculos directos con empresas que militan en contra de cualquier
norma que ponga límites al ecocidio. En ese marco, las cámaras empresarias
plantean un falso dilema entre la aprobación de una ley que proteja el medio
ambiente y la actividad productiva. En algunos casos, el poder político
provincial hace suya la postura de las corporaciones y repite los argumentos en
reuniones con autoridades y funcionarios”.
En el área de humedales en la Argentina se llevan a cabo plantaciones de arroz, extracción de litio, ganadería y la construcción de countries, lo que motiva la existencia de lobby de parte de empresas inmobiliarias. A mediados de este año han entrado seis proyectos, uno de ellos, el impulsado por el diputado Leonardo Grosso (FDT) ha sido el que más avanzó, el autor así se refería al respecto: "hay un compromiso de todo el arco político a que se generen los consensos necesarios para sancionar la ley". …"Estamos haciendo un esfuerzo grande para tener la mejor ley posible. Tenemos la decisión política de avanzar por muchas que sean las resistencias, porque lo que el Estado no regula el mercado lo está destruyendo".
Los “ríos voladores”
Marina Aizen en su nota para la revista
Anfibia se pregunta: “¿De dónde viene el
agua de las lluvias de invierno? Del Amazonas. Por eso la ciencia les dice
“ríos voladores”. La selva hidrata a América del Sur y define el 70% de su PBI.
Es que el mundo físico también está globalizado y apunta quiénes somos,
nuestras economías y hasta qué comemos. Por eso, con la deforestación se
extingue a un gran reciclador de agua y late un problema político y diplomático
global. No es un asunto de soberanía nacional, como dice Bolsonaro; se trata de
nuestra vida.”
“¿Qué
conexión existe entre el perfume de las flores de la Amazonia con la lluvia que
cae en invierno en Buenos Aires? La respuesta parece tan mágica como intrigante
la pregunta. Y la explicación son los ríos voladores. Estos no son personajes
de cómics, superhéroes con capita que viajan por el aire con el puño en alto,
sino grandes masas de agua que se desplazan en forma de vapor desde la selva,
un fenómeno que ocurre gracias a una conjunción de factores: la inmensidad de
la riqueza biológica del bosque, la luz solar, los vientos y la potente pared
de 6 mil metros llamada cordillera de los Andes.
Todo eso
hace posible la vida que conocemos y a las que casi no le prestamos atención:
desde cosas mínimas, como chapotear en la vereda, plantar cultivos cuando hace
frío o tomar tranquilamente agua que viene del Río de la Plata, confiados en su
eterno caudal voluminoso.
Los ríos voladores son los que permiten que gran parte de la
Argentina, Paraguay, el sur de Brasil y Uruguay no tengan estación seca, como
ocurre en el centro de Brasil. O que los Andes desde Bolivia a Venezuela puedan
retroalimentar sus glaciares, que luego serán ríos de verdad”.
El fenómeno de los ríos voladores
demuestra cuán complejo e intrincado es el planeta interconectado en el que
vivimos: no sólo por la globalización, sino por las relaciones que existen
entre el mundo vivo y el físico, que influye en quiénes somos, cómo nos
comportamos, qué economía tenemos y hasta qué comemos.
“Todo el bosque amazónico pone 20.000 millones de toneladas de
agua en la atmósfera al día. El río Amazonas, el más caudaloso del mundo, pone
en el Atlántico 17.000 millones de toneladas en el mismo lapso”.
O sea que la destrucción de la Amazonía
es un problema estratégico para toda América del Sur, como mínimo. “Hay estudios que demuestran que
si hay una sequía muy fuerte en la Amazonia, hay una disminución de transporte
de vapor. Y esa disminución de transporte está relacionada en años que hay
sequía en Amazonia. Hay una relación de disminución
de los ríos voladores”. “Los
impactos no serían sólo en América del Sur. Hay estudios que demuestran que
podría afectar el centro oeste de los Estados Unidos y otras regiones que están
tan lejos como Australia. Pasa a ser un problema global, no sólo regional”.
Estamos muy cerca del punto de
inflexión de la gran ecoregión amazónica y si no logramos revertir esta
tendencia, el bosque desaparece y con él nuestro bienestar. El tema necesita
también de la presión social y política de todos. La Amazonia no es un asunto
de la soberanía de Brasil, como dice Bolsonaro, se trata también de nuestra
propia vida. Aquí, en casa. Lejos.
Para la reflexión.
Nicolás Salcito
Ver la publicación
completa en: www.haciendocamino.com.ar/hc-161.pdf
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