lunes, 26 de abril de 2021

EDITORIAL DE HACIENDO CAMINO DE ABRIL 2021

 

EL OCIO CREADOR NO CONOCE DE REPOSERAS

Se ha dicho que el ser humano debe dividir las 24 horas del día en: 8 para el trabajo, otras 8 para el descanso y las 8 restantes para el tiempo libre (recreación, ocio creador, etc.), desde un plano metafórico sería un ideal perfecto. Al hablar de trabajo nos estamos refiriendo al tiempo dedicado a la obtención de ingresos para vivir, abarcando también el costo que demande el espacio de entretenimiento. Pero también es cierto que desde hace muchísimos años los trabajadores, que conforman la mayoría de los seres humanos a que nos referíamos, vienen luchando por conseguir la jornada de 8 horas, en lugar de las agobiantes tareas realizadas de sol a sombra. Si bien se ha avanzado sobre el tema, esa lucha continúa aún en nuestros días, a pesar de todos los manifiestos, declaraciones, documentos internacionales y constituciones de muchos países. Escuchamos asombrados como en la actualidad se descubren almas que son mantenidas en forma de trabajo esclavo por sus patrones, oímos también sobre los cada vez más frecuentes casos de trata de personas, en especial mujeres que son incorporadas al mundo de la prostitución, no siendo ajenos muchos de ellos con niños y niñas y también varones en este menester. Todos estos seres son explotados a tiempo completo lo que deja muy distante la perfección ideal del reparto horario de la jornada.

Lo expresado podríamos considerarlo como un punto extremo, ya que para nada interviene la libertad de quienes padecen esta situación. Le siguen, tanto como para fijar una escala, aquellos que se ven obligados aún dentro del circuito formal y legal de trabajo a permanecer en las fábricas u oficinas muchas horas diarias para lograr un ingreso que les permita satisfacer sus necesidades y las de sus familias, impuestas por el sistema económico-social por una dispar relación de fuerza entre capital y trabajo,

En otro escalón hay casos, y muchos, que utilizando el don del libre albedrío con que estamos dotados los humanos, rechazan con su actitud frente a la vida esta premisa ideal para lograr una realización personal, malgastando su tiempo para “trabajar y trabajar”, ¿para qué?, para tener y tener más, dejando de lado su propio ser. En estos casos las necesidades son otras, creadas por una adhesión voluntaria al consumismo. Aquí tenemos un universo compuesto no solo por trabajadores en relación de dependencia sino también pequeños, medianos y grandes empresarios. En esta gama encontramos aquellos que rechazan de plano que el hombre pueda dedicarse al disfrute de la vida, que todo el tiempo deben trabajar y estar ocupados en algo que les produzca beneficio, no siempre en dinero. Nos hallamos con una alteración de la esencia misma de la persona humana, que los sicólogos llaman “adicción al trabajo”. Descubrimos de esta manera personas malhumoradas, gruñonas, disconformes con todo y por todo, con un rostro contraído cuya expresión nos plantea ¿vale la pena vivir?

En este último estadio mucho tienen que ver aquellas religiones de origen judeo-cristianas que hacen una errónea, por no decir malintencionada, interpretación del relato de la “expulsión” del Hombre del paraíso por haber trasgredido el mandato de Dios al comer del árbol del bien y el mal, hecho por el cual fue condenado a “ganarse el pan con el sudor de su frente” (Gen 3, 17-19). De esa misma mirada equivocada del texto bíblico aparece la relación dominante del varón hacia la mujer, convirtiéndola en lo que alguien llamó “el más grande proletariado del mundo”.

Volviendo al tema de la distribución de las actividades humanas en esas tres grandes categorías (trabajo-descanso-tiempo libre), es importante una buena administración de las mismas dado que su perturbación nos conduce a algún tipo de infelicidad, sea por afecciones en la salud, por problemas nerviosos, sicológicos, que muchas veces nos llevan a “estar estresados”. Todo esto lo único que hace es quitarnos muchísimo tiempo de goce y felicidad en la vida para el que fuimos creados. 

El tiempo libre: ¿solución o problema?

Quizás suene un poco raro plantearnos el tiempo libre como problema, que más que disponer de la mayor cantidad de horas para no hacer nada. Aquí estriba el conflicto, no es lo mismo holgazanería (no hacer nada) que ocio creador o esparcimiento. Hoy la ciencia y la tecnología permitiría al género humano a bajar las horas laborales, por ejemplo pasar de 8 a 6 diarias, nos debemos plantear qué hacer en el lapso ocioso, dado que “estar de vago” no nos sirve para ir caminando hacia la plenitud como persona, ya que esa situación nos pone en riesgo de caer en vicios y actividades que son nocivas para nuestra integración física y espiritual o moral (alcoholismo, drogadicción, juego, delincuencia, etc.)

En su ponencia elaborada para un Encuentro Internacional de Economía, Pablo Carlos Ziperovich expresa: “El dilema sobre si el tiempo libre es una ocupación más, si realmente existe o es un residuo en la vida del hombre o el sobrante del tiempo ocupacional neto (tiempos de obligaciones laborales, fisiológicas), o pertenece al espacio del tiempo de descanso, o si se encuentra en la clásica denominación de ‘ocio’ nos podría conducir a un sinnúmero de teorías e interpretaciones. Para nosotros el tiempo libre hace a los tiempos permanente del ser humano, alcanzando ribetes sociales como parte del ‘tiempo social’ en la expresión de Frederic Munné quien reconoce 4 categorías: 1) el tiempo psicobiológico; 2) el tiempo socioeconómico; 3) el tiempo socio-cultural y 4) el tiempo libre. Señala Munné que ‘es libre no porque en él la libertad se oponga a la necesidad, sino en que la libertad es la que define la necesidad’.

Cabe preguntarnos si el tiempo libre es la estrecha relación entre necesidad-libertad, se dará como posibilidad real en todos los individuos y comunidades, será un tiempo disponible sin nuevos condicionamientos, barreras o accesible para unos pocos. O, ¿es que unos pueden tener más necesidades, pero menos recursos para darse el lujo de disponer tiempos no obligados? Estas preguntas tienen respuesta en la medida que se nos proponga el cambio. Cambiar por una sociedad equilibrada, donde la globalización no reste sino que fortalezca a las grandes mayorías.”

Entrenar para el tiempo libre

A mi entender, el Estado debe participar activamente en este tema. ¿De qué manera? En principio cumpliendo con el poder de policía que le otorga la legislación para evitar los excesos de explotación laboral, integralmente desde el joven que inicia sus tareas, hasta quien luego de brindar su esfuerzo pasa a integrar la clase pasiva. También incorporando en los planes educativos disciplinas que formen desde pequeño al educando para descubrir sus talentos, sus gustos, su vocación, para que comprenda y sepa utilizar el tiempo libre de una manera enriquecedora.

Es importante que desde los estados se creen infraestructuras y se apuntalen las instituciones existentes, para la realización de las actividades que necesita la población (deportivas, artísticas, culturales, recreativas, lúdicas, etc.)

Los jubilados

Es en esta etapa de la vida cuando más necesario es estar preparado para dejar el mundo laboral, por eso decía la importancia de la incorporación desde niños de una educación para ello, ya que de golpe nos encontramos sin la posibilidad de ejercer esos hábitos que fuimos adquiriendo durante tantos años, si no estamos en condiciones de afrontarlo puede ser peligroso para nosotros y también para aquellos que nos rodean.

No voy a explayarme sobre el tema dado que el Sicólogo Alfredo Moffat lo desarrolla en profundidad en su nota “Terapia de Crisis. La emergencia psicológica” (Ver pág. 12 de esta edición).

Creo que debemos afrontar el desafío y, como tan bien lo cantara la inolvidable Mercedes Sosa, HONRAR LA VIDA.

 

Nicolás Salcito

 

Ver la publicación completa en:

www.haciendocamino.com.ar/hc-168.pdf

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