“El
neoliberalismo aplica la necropolítica, deja morir a las personas que no son
rentables”
Clara Valverde, activista política y social y escritora, presenta su
nuevo libro 'De la necropolítica neoliberal a la empatía radical' (Icaria / Más
madera)
"El poder neoliberal se asegura que los incluidos no se fien de los
Excluidos, que los vean como extraños, diferentes, desagradables y no se
solidaricen con ellos"
Clara Valverde introduce su nuevo libro con la
alusión al texto de una pintada en la pared: “Con la dictadura nos mataban.
Ahora nos dejan morir”. En ‘De la necropolítica neoliberal a la empatía
radical’ (‘Icaria/Más madera’) esta activista política y social y escritora
sostiene que el sistema neoliberal es incompatible con la lucha contra la desigualdad.
Para ella, este sistema divide la sociedad en excluidos e incluidos. Se
desentiende de los primeros y atemoriza a los segundos para perpetuar y
aumentar el poder y la riqueza de los privilegiados.
¿Qué tenemos que entender por “necropolítica
neoliberal”?
‘Necro’ es la palabra griega para ‘muerte’. Las
políticas neoliberales son unas políticas de muerte. No tanto porque los
gobiernos nos maten con su policía, sino porque dejan morir a la gente con sus
políticas de austeridad y exclusión. Se deja morir a los dependientes, a los
sin techo, a los enfermos crónicos, a las personas en listas de espera, a los
refugiados que se ahogan en el mar, a los emigrantes en los CIEs…
A los cuerpos que no son rentables para el
capitalismo neoliberal, que no producen ni consumen, se les deja morir.
¿Cómo se consigue convencer a los ciudadanos de que
esa “necropolítica neoliberal” les beneficia? ¿Porqué no hay una rebelión
masiva contra ella?
Los que aún no están excluidos, los que aún se
creen el mito de que en esta sociedad somos libres aceptan y hacen suyo lo que
dicen los poderosos y su prensa: que los excluidos no son como ellos, que son
una gente zarrapastrosa, sucia, rara, diferente, con mala suerte y malos
hábitos. El mito que ha calado es que los excluidos se han buscado la situación
que sufren.
No hay una rebeldía masiva contra las
necropolíticas de los gobiernos, contra la exclusión, porque la gente que aún
no está excluida no se identifica con los excluidos. Piensan “ese no soy yo”,
“eso no me pasará a mí”. No se dejan identificar con el que sufre, no hay
empatía radical. Y en realidad las necropolíticas nos afectan a todos. En
cuanto esa persona incluida enferme será posiblemente excluida sin ingresos y
sin ayuda.
En este diseño social hay ciudadanos excluidos y
ciudadanos incluidos. ¿Nadie defiende a los excluidos?
Muy poca gente defiende a los excluidos. ¿Cuánta
gente se organiza para apoyar a los sin hogar? ¿Cuánta gente ayuda a los
ancianos o enfermos crónicos y a sus asociaciones? En la PAH hay apoyo mutuo y
empatía radical pero casi todos los que están activos en la PAH son afectados
ellos también por los desahucios.
Los incluidos creen estar a salvo de su expulsión
del sistema pero les adviertes que en cualquier momento pueden caer en la
exclusión. El temor a la exclusión ¿fomenta la insolidaridad en nuestra
sociedad?
Los que ahora tienen la suerte de no estar
enfermos, desahuciados, en paro, deberían pensar que la mayoría, a menos que
tengan mucho capital económico, podrían llegar a ser excluidos. Pongamos que
eres conductor de autobús. Si enfermas, aunque lleves cotizando años, es muy
posible que el Instituto Catalán de Evaluaciones Médicas (ICAM) te dé el alta
aunque estés demasiado enfermo para trabajar. Entonces, ¿qué harás? Sin poder
trabajar, sin ingresos y con los gastos que una enfermedad conlleva y que no
cubre la Seguridad Social…
El poder neoliberal se asegura de que los incluidos
no se fíen de los excluidos, que los vean como extraños, diferentes,
desagradables y no se solidaricen con ellos.
El neoliberalismo impone su necropolítica mediante
la violencia. Pero ésa violencia no siempre es explícita. Dice que la más
eficaz para los intereses del neoliberalismo es la ‘violencia discreta’. ¿A qué
se refiere?
Por ejemplo, los recortes, la mercantilización y la
privatización de la sanidad pública son una violencia discreta. No matan a
tiros a los enfermos en listas de espera. Pero ¿cuántos mueren por esas listas
interminables? Esas listas son tan largas porque los administradores de la sanidad
pública y los políticos la han organizado de modo que la sanidad privada
“chupe” de ella. Y eso tiene, como una de sus consecuencias, el sufrimiento y
la muerte lenta de los enfermos que esperan.
Asegura que nos han cambiado el sentido de las
palabras y que para combatir la necropolítica neoliberal hay que volver a
llamar a las cosas por su nombre ¿Qué trampas del lenguaje destacaría?
Hay que llamar a las cosas por su nombre. Los
políticos de derechas neoliberales, los que van de “centristas”, todos esos nos
maltratan. No hay otra palabra. Es maltrato. Las condiciones laborales son
malos tratos. Los recortes son malos tratos. Las leyes mordaza son malos
tratos.
Hay muchas trampas lingüísticas. El que la gente
haga suyas las frases-trampa de los poderosos es preocupante. Frases como “es
lo que hay”, “no me puedo quejar”, “no va a ir a peor”, “no pasa nada”, etc. Y
el ‘pensamiento positivo’ que hace que la gente se sienta culpable de estar
enfadados con los políticos y de la situación actual.
La tolerancia es otra gran trampa. La tolerancia es
muy violenta. Se intenta decir que es buena, que sí, que hay que tolerar al que
es diferente. ‘Tolerar’ quiere decir ‘aguantar’ y es una posición de poder
sobre el otro. “Yo te aguanto aunque seas pobre, trans, negro, autista,
etc.” No, las diferencias no son para ser toleradas. Las diferencias hay que
mirarlas, entender el por qué hay desigualdades entre grupos diferentes y
cambiar la situación. Es necesario nombrar las desigualdades y luchar contra
ellas al mismo tiempo que celebramos la diversidad.
Choca que hable de la contratación de
discapacitados o del papel de las ONGs como instrumento manipulado por el
neoliberalismo en interés propio.
Aquí no se habla de esto pero en muchos países, sí.
Hay numerosos autores que hablan del “ONGismo” y del “Inspiración Porn”.
El ONGismo es la utilización de la comunidad para
hacer el trabajo que debería hacer el gobierno con nuestro dinero. El ONGismo
es un tema complejo porque la buena gente que se implica en una ONG lo hace con
buenas intenciones. Pero luego son ellos los que tiene que recortar y hacer que
sus empleados acepten sueldos míseros para hacer tareas que corresponden al
Estado de Bienestar.
Cita algunos ejemplos de esta manipulación en la
publicidad.
Hace unos años la Fundación La Caixa utilizaba
personas con síndrome de Down no muy severo como ejemplos de cómo deberían ser
los trabajadores. Ahora hay un anuncio de la compañía que hace lavadoras,
Balay, en la que un sordomudo dice: “¡Mirad! Si un trabajador discapacitado es
el mejor trabajador, sonríe y no se queja, tú, que no eres discapacitado,
deberías callar, trabajar y no protestar”. Esto es un ejemplo de
“Inspiración Porn”, una suerte de pornografía con los
discapacitados.
Pero la realidad es que la mayoría de los discapacitados
no tienen ingresos y sufren mucho. Y si consiguen un trabajo, su empresa no
tiene que pagar su Seguridad Social. Es un ahorro para el jefe.
¿La necropolítica es especialmente evidente en
España? Destaca que en este país se ha enterrado la memoria histórica de lo que
supusieron la guerra y el franquismo, que sólo en Camboya hay más fosas comunes
por abrir.
En realidad, la necropolítica se puede ver por todo
el mundo. Mira la situación de violencia en México.
Pero sí, una sociedad como la nuestra que destaca a
nivel mundial por la cantidad de personas desaparecidas y sin enterrar desde
hace 80 años, no es una sociedad que pueda funcionar de forma humana. Tenemos a
más de 100.000 abuelos y abuelas sin enterrar aún. ¿A cuántas personas de
nuestra generación afecta éso directamente? ¿E indirectamente?
Andamos por los campos y las cunetas, y debajo de
nuestros pies están miles y miles de personas que el gobierno, ningún
gobierno, cree que merezcan ser encontrados y devueltos a sus familias.
Eso produce una sociedad muy enferma.
El sistema sanitario le sirve como ejemplo perfecto
de la forma de actuar de esa necropolítica neoliberal. ¿Es donde se hace más
evidente su forma de actuar?
Es una de las áreas en la que más vemos el
sufrimiento causado por la necropolítica, porque en el sistema sanitario se
trabaja con las vidas y los cuerpos de las personas, con el sufrimiento
inevitable que es parte del ser humano.
Te doy un pequeño ejemplo. Los profesionales de
enfermería en hospitales en los que se ha implantado el método “Lean”, método
inventado para las cadenas de montaje de coches Toyota. Dan más importancia a
estar “ on time” (puntuales con la velocidad que les imponen en sus
tareas, velocidad nada humana ni para el profesional ni, sobre todo, para el paciente)
que a la calidad del trabajo y al bienestar de los pacientes. Dicen estar
contentos si están “ on time”, ¡como si fueran conductores de la
Renfe!
El método Lean se ha conseguido implantar sin que
hayan protestas entre los profesionales sanitarios. De la misma manera que
tantos profesionales no cuestionan Lean, tampoco cuestionan el autoritarismo y
el paternalismo que ellos mismos utilizan con los enfermos.
Lo grave es que estos profesionales sanitarios son
ellos también víctimas del autoritarismo y paternalismo de las administraciones
sanitarias. A ellos les maltratan y se les exige que también maltraten.
Finalmente, sin darse cuenta, acaban haciendo lo que llaman muchos autores
“gobernar por terceros”; o sea, haciendo el trabajo sucio de los neoliberales.
Y simboliza en las enfermas de Síndromes de
Sensibilización Central esa acción. ¿Por qué?
Porque los enfermos, o enfermas porque la mayoría
son mujeres, adolescentes y niños, de SSC son por lo menos el 3,5% de la
población -aunque los investigadores internacionales dicen que el porcentaje es
mucho más alto- y cada año pierden parte de los pocos derechos que tenían. Con
Boi Ruiz, los enfermos de SSC en Catalunya, dejaron de tener derecho a acceder
a sus médicos. Y si el nuevo consejero sigue el acuerdo Junts Pel Sí-CUP,
seguirán sin poder ver a su médico y los que enfermen ahora no podrán ser
diagnosticados.
El 80% de estos enfermos viven encerrados en sus
casas, en sus camas, sin ninguna ayuda sanitaria ni social. Y están demasiado
enfermos para protestar, participar en movimientos sociales, etc. La mayoría
enferman entre los 10 y los 30 años de edad. No han cotizado. Les espera una
larga vida de pobreza y sufrimiento en la cama. Y los que han conseguido
trabajar unos años y cotizar, el ICAM hace todo lo posible para que no tengan
una ayuda económica. Hasta a los que han conseguido una pensión a través de los
juzgados el ICAM les quita la pensión.
El antídoto contra esa necropolítica está en la
voluntad de compartir. “Para sobrevivir y vivir hay que compartir”, dice.
¿Funcionará?
Las iniciativas, ideas y grupos implicados en lo
común son el antídoto contra la necropolítica. Lo que el poder absoluto quiere
dividir, nosotros lo tenemos que juntar. Nos tenemos que juntar enfermos,
sanos, trans y todos los géneros, razas varias, ancianos, niños… Pero para
hacerlo tenemos que desarrollar una empatía radical y empezar desde los
espacios excluidos. No funciona que los “incluidos” inviten a los excluidos a
sus movimientos. Tiene que ser al revés. Los que aún se creen incluidos
necesitan ir a esos espacios intersticiales en los que habita la exclusión y
empezar desde ahí.
En ese sentido quería dar las gracias a Catalunya Plural por entender
que para poder tener esta conversación conmigo, que vivo en la cama el 90% del
tiempo con Encefalomielitis Miálgica, lo hemos tenido que hacer a mí manera.
Unos necesitan una rampa para su silla de ruedas. Otros necesitamos Skype y email.
Fuente: eldiario.es
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