martes, 24 de mayo de 2016

“El dolor que les atraviesa el corazón no tiene palabras”

Mensaje. “El dolor que les atraviesa el corazón no tiene palabras”

Narcotráfico. El mensaje fue leído al finalizar la misa presidida por Monseñor Carlos Ñáñez, concelebrada por Monseñor Ricardo Seirutti Obispo auxiliar, el padre Mariano Oberlin párroco de la comunidad y más de 100 sacerdotes de Córdoba, en la parroquia Crucifixión del Señor en barrio Müller de la ciudad capital. Una celebración en la que se rezó en comunidad por el drama y el dolor que provoca el avance del narcotráfico en nuestra gente, en la sociedad.
A  la comunidad de Córdoba
Nos dice Jesús: “Lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (cf. Mt. 25, 40).
El Arzobispo, los obispos auxiliares y los sacerdotes de Córdoba hacemos nuestro el eco de lo que vemos y oímos en el compartir cotidiano de nuestros barrios: las drogas y las adicciones avanzan día a día, las víctimas son cada vez más, el negocio del narcotráfico crece y se expande como una red de muerte. Dejemos de mirar para otro lado: el narcotráfico no es de los pobres en primer lugar. Los principales beneficiados de este negocio no viven en los barrios obreros y humildes de la provincia, aunque es en estos barrios en los que estalla el drama de una manera clara y notoria. El tratamiento que solemos hacer del tema, suele ser sobre cuestiones secundarias y no esenciales: discutimos sustancias y efectos, pero no las causas que han provocado lo que estamos viviendo. ¡BASTA DE INDIFERENCIA!Negar la realidad que estamos atravesando no es el camino; en cambio, reconocer lo que nos pasa puede ser el inicio de una nueva etapa.

Va creciendo una luz en la oscuridad, que se refleja en la convicción de muchos que trabajan en la prevención y el tratamiento de las adicciones. Aumentan las iniciativas, desde los distintos niveles gubernamentales y de la sociedad civil, que intentan incluir, acoger, y dar respuesta ante el dolor. Esta luz nos compromete a cada uno de los actores sociales a asumir nuestras responsabilidades y hacernos cargo del servicio que debemos prestar a la sociedad cordobesa. Aceptando la necesidad de responder articuladamente y en red a un problema complejo.
Como discípulos de Jesús, hoy, en Córdoba, escuchamos el grito que brota de las familias que sufren como víctimas de las adicciones. A ellos queremos expresarles nuestra cercanía silenciosa y respetuosa. El dolor que les atraviesa el corazón no tiene palabras, pero es un llamado urgente y apremiante que nos interpela como pastores y nos desafía a seguir buscando juntos, cuerpo a cuerpo, los caminos que abran horizontes de esperanza. Les pedimos perdón por nuestras lentitudes e invitamos a la sociedad en su conjunto a sumarse en la tarea de hacer de este dolor un punto de partida hacia una nueva manera de vivir y de relacionarnos. En el año de la misericordia, los sacerdotes de Córdoba queremos expresar nuestra voluntad de repensar y renovar nuestros ámbitos pastorales desde la fidelidad al Evangelio, de cara a la promoción de la vida, la inclusión y el acompañamiento de los que padecen este sufrimiento. Desde ahí, alentamos y animamos a todos los cordobeses a iniciar un proceso de “compasión misericordiosa” que nos haga CUIDAR Y ACOMPAÑAR LA VIDA de todos, especialmente de los más pequeños y humildes.
Arzobispo, Obispos auxiliares y Sacerdotes de la Arquidiócesis de Córdoba.
23 de Mayo de 2016.


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