Matilde
Gastalver
Hola, Señor. Sí, puedes unirte a nuestro paso,
vamos camino de Emaús. ¿Que por qué este desánimo y esta tristeza en nuestro
caminar de esta mañana?
¿Eres tú el único que no ha leído hoy las noticias?
¿No sabes del nuevo decreto del Gobierno? Ya no van a tener Sanidad los
inmigrantes en situación irregular, solo las mujeres en gestación y los niños.
Los otros 150.000, no. Qué van a hacer si ya no alcanzaban a pagar los 250€ por
la habitación donde viven. No encuentran trabajo, si acaso alguna hora aislada;
pequeñas chapuzas, y los que tenían prestación ya la han acabado. ¿Cómo harán
si se enferman?
¿Qué van a hacer, Jesús, qué camino les queda? ¿O
es que quieren expulsarlos y aprovechan la excusa del ahorro social? ¿No
se dan cuenta de que si se ponen enfermos no va a poder pagar a los médicos?
Vendrán los contagios y aumentará el rechazo social.
Llevamos tiempo oyendo malas noticias. Todo me
abrumaba, pero la noticia de hoy me desborda, Jesús. Es tan injusto que no hago
más que pensar que hay que hacer algo. Y no hallo el qué hacer. Quizás sea el
momento de que tu Iglesia lo entienda y ahora que están reunidos todos los
obispos se propongan seguirte, donar sus bienes, dejar los palacios
episcopales, hacer huelga de hambre invitando a sumarse a todos, o hacer con
los irregulares como hizo el samaritano bueno.
Pero, tengo miedo, Señor, anoche en la tele Rouco
habló de que la salida a la crisis será por la caridad, no habló de justicia.
Caridad no suena a darlo todo, sino a dar lo que sobra. Su gesto era duro, leía
deprisa, como si no sintiera nada. Después dijo que no es el papel de la
Iglesia entrar en el análisis ni en las soluciones propiamente económicas y
políticas. ¿Qué dice con eso? No hablamos de análisis, sino de hacer lo que
toca. Decir muy claro que esto es injusto, que no son soluciones cargar aún más
las espaldas de los que ya van encorvados. Que otros tienen la culpa, que
graben la crisis a otros grandes sueldos, que devuelvan los que han robado. Que
no miren para otro lado, y sigan guardándose muchas soluciones.
Tú sabes que pueden, que tienen fuerza, mira la que
organizaron para recibir al Papa. Esto es más importante porque hablamos de
miles. ¡Si todos quisiéramos! ¡Si nuestras misas de este domingo habláramos de
esto, de cómo resolverlo, de qué medidas tomar, de cómo implicarnos…!
Ya se ha hecho tarde, Señor y aún no acabamos. Pasa
a nuestra casa, entre todos prepararemos la cena; unas tortillas y un poco de
pan. Toma tú la palabra, y yo te entrego las mías. Cuéntanos cómo lo hacías tú,
cómo salías al paso para sanar el dolor y tomar parte con quien menos tenía.
Queremos oírte, escuchar tu palabra, para iluminar nuestras vidas, para saber
cómo hacer y renovar la esperanza. Quédate esta noche en casa, Señor.
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