Europa, zona del desempleo,
protestas e inestabilidad política
En pocos años la Unión
Europea ya no pudo presumir de su progreso económico y estabilidad política.
Hoy, con la crisis, se debate en el estancamiento o directamente la recesión,
con ajustes y protestas.
EMILIO MARÍN
Hasta unos pocos años
atrás, Europa era presentada como la séptima maravilla del mundo capitalista.
Alemania y Francia, viejas rivales de la historia, eran las socias de la
prosperidad. Hasta países más bien atrasados, como España y Portugal, eran
bienvenidos al club del progreso de la Unión Europea y en pocos años parecía
que habían sido tocados por la varita mágica.
Se especulaba que el viejo
continente podía “despegarse” económica, política y hasta militarmente de
Estados Unidos, poniendo en jaque su hegemonía mundial. Era un nuevo centro de
poder y había arrebatado al ex bloque socialista la mitad del continente, comenzando
por la Alemania Democrática (RDA).
Y no pasó tanto tiempo.
Pero esa postal del mundo ya no existe ni en las mentes preeuropeas más
optimistas. Ahora es otra cosa.
España cuenta cerca de 6
millones de desocupados, un récord que mete miedo entre sus habitantes,
incluidos muchos inmigrantes latinoamericanos que fueron para allá en
medio de las crisis económicas de Argentina, Ecuador, etc. El índice de
desocupación es del 24,4 por ciento e irá en aumento, toda vez que el gobierno
derechoso de Mariano Rajoy viene aplicando desde que asumió un programa de
ajuste. “El 2013 no será tan negativo” declaró ese jefe de gobierno, dando por
descontando que 2012 será horrible.
Que la crisis española ha
calado hondo se advierte con otros datos, por ejemplo en que el gobierno
decidió salvar al Bankia, cuarto banco en importancia. Rajoy, en cambio, no salvó a
las 300.000 familias que desde el estallido de la crisis han perdido sus
viviendas por no poder afrontar el pago de sus hipotecas. El 20 de abril
anunció un recorte de 10.000 millones de euros entre salud y educación.
Por ese diferente tratamiento según la clase de
pertenencia, es que desde el 15 de mayo de 2011 un movimiento de indignados,
sobre todo jóvenes, se plantó en la Puerta del Sol, Madrid, y se extendió a
otras ciudades. En su primer aniversario, varios miles de indignados volvieron
a la capital y Barcelona para expresar su rechazo a las políticas de recesión y
recorte del gasto público.
Paradojalmente, el odio al ajuste español fue
capitalizado en las urnas por un partido, el Popular, aún más a la derecha que
el gobernante PSOE de los últimos ocho años. El remedio será peor que la
enfermedad. Quizás en la próxima oportunidad, o en la venidera o más adelante,
los españoles apoyen a un proyecto superador de la crisis. Con Rajoy o Alfredo
Pérez Rubalcaba (PSOE), no habrá soluciones.
El premio Nobel Paul Krugman vaticinó una próxima
corrida bancaria que terminará en algo así como el tristemente célebre
“corralito bancario” de la Argentina. Jamás ocurrirá algo así, dijeron a dúo
los dos partidos principales de la península, como si fueran expertos en
conducción de tiempos de crisis. Krugman también lo predijo para Grecia, que es
un tembladeral.
Cameron y el Partenon
No sólo anda muy mal la economía y la política bajo
la monarquía borbónica. Ese el panorama de la corona
británica, que quiere disimular con malos modales frente a Argentina por la
disputa de Malvinas. La reina Isabel II pronunció días atrás su discurso
anual ante la Cámara de los Lores (no, si lo iba a hacer ante la Cámara de los
Comunes) y allí leyó un mensaje a favor del ajuste. Bien a favor de un
capitalismo salvaje, pues prometió una flexibilización del mercado laboral para dar a
los empresarios “más confianza a la hora de emplear gente”. También anunció
menos regulación estatal, para facilitar la inversión privada y una
reforma de la pensión estatal.
Lo referido a las pensiones y jubilaciones es una
medida bien a tono con la crisis: quieren llevar la edad jubilatoria de 60 a 68
años, con aumento de las contribuciones o aportes.
David Cameron, asumido en mayo de 2010,
quiere eliminar 700.000 empleos públicos y recortar 130.000 millones de
dólares del gasto público, con políticas privatizadoras en la salud y la
educación universitaria.
Semejantes medidas provocaron mucho enojo y repudio
social. La modificación jubilatoria ya dio lugar en seis meses a tres marchas
de los gremios del sector estatal.
El gobierno conservador y liberal perdió por paliza
las elecciones locales de la primera semana de mayo, a manos de los laboristas.
Se atribuye a Winston Churchill decir que “no hay nada más parecido a un
conservador, que un laborista en el gobierno”. El tema es que ahora el
laborismo está en la oposición. No es entonces exactamente el mismo que con Tony
Blair acordaba todo en 2003 con el Trío de las Azores, con George Bush y José
M. Aznar.
Muy ilustrativa del mar de fondo que azota a Europa
es la situación en Grecia. Disimuló por algún tiempo sus malos números
económicos gracias a la banca norteamericana Goldman Sachs y la vista gorda del
Banco Central Europeo, hasta que el altísimo endeudamiento no pudo ser más
disimulado.
A partir de allí fue “salvada” por dos programas de
ajuste (2010 y 2012) decididos en Bruselas por la Unión Europea, de 130.000
millones de euros. De resultas de las draconianas condiciones, los gobiernos
griegos fueron bien calificados como “de ocupación” extranjera. Esas
administraciones hicieron “los deberes” ordenados por Alemania, despidiendo
empleados, rebajando salarios y pensiones, privatizando empresas públicas, y
sobre todo, pagando deuda externa.
La economía helénica retrocedió aún más. Las
manifestaciones populares se hicieron más numerosas y frecuentes, incluso para
protestar por el alto número de suicidios (1.500 desde el año 2009) a raíz de
la crisis económica. Sobre todo los jubilados se inmolan por las rebajas de sus
magros ingresos.
El partido socialdemócrata (PASOK) se pulverizó y
dejó el gobierno al liberal Nueva Democracia, que mantuvo al anterior dentro de
una coalición. Pero en los comicios del 6 de mayo ambos socios sufrieron un
drenaje severo de votos (3 millones menos) y no pudieron formar gobierno.
El presidente Karolos Papoulias encargó a los tres primeros partidos la
formación de gobierno pero no tuvo éxito. Volverán a votar el 17 de junio, sin
poder resolver la crisis política. Podría ganar la sorpresa del 6 de mayo,
Syrisa, la centroizquierda de Alexis Tsipras que plantea auditar la deuda y
pedir una moratoria sobre la parte legal. Podría ser un fruto no podrido de la
crisis pero no el fin de la inestabilidad.
Economía y política
Algunas economías están peor que otras, pero
ninguna, ni la alemana, nada en la abundancia.
La británica, por ejemplo, blanqueó en abril de
este año que estaba en recesión. La Eurozona como tal entró también en recesión
en el último trimestre del año y la proyección para 2012 no es precisamente
halagüeña.
Frente a esta realidad, Alemania presiona para
mantener tal como está el Pacto de Estabilidad Presupuestaria, con sanciones a
los países que excedan determinado déficit fiscal. El ajuste es lo
primero…
El nuevo presidente de Francia, Francois Hollande
ha pedido una flexibilización de esas pautas porque cree que no se debe
continuar con una “austeridad” a rajatabla. El próximo 23 de mayo, en
reunión de los gobernantes europeos, se podrá ver si comienza ese debate y si
Angela Merkel permite o no un cambio de esas políticas de ajuste.
En realidad habrá que ver bien quiénes llegan en
sus cargos a esa cumbre de líderes europeos. Es que en estos tiempos, y Nicolas
Sarkozy es un ejemplo reciente, fueron varios los que capotaron por chocar de
frente con la crisis y sus respectivas poblaciones.
La lista es muy representativa de la relación
íntima entre evolución o crisis de las economías y salud política o caída de
los gobiernos. Significa que esa crisis, nacida como financiera y económica,
hace rato que traspasó esos límites y se convirtió en netamente política.
La nómina incompleta de esos gobiernos derrotados
es la siguiente: Portugal (José Socrates), Irlanda (Brian Cowen), Gran Bretaña
(Gordon Brown), Checoslovaquia (Mirek Topolanek), España (José Luis Rodríguez
Zapatero), Hungría (Ferenc Gyurcsány), Dinamarca (Lars Lokke Rasmussen),
Eslovenia (Barut Pahor), Eslovaquia (Iveta Radicova), Italia (Silvio
Berlusconi), Grecia (Giorgios Papandreu) y Francia (Sarkozy).
En 2010 dimitió el primer ministro japonés, Yukio
Hatoyama, el cuarto recambio en cuatro años para un país que era ejemplo de
estabilidad. Hasta marzo de 2009 habían caído los gobiernos de Islandia,
Letonia, Bélgica y Hungría. La semana pasado dimitieron los de Holanda y
Rumania, y puede caer otra vez la pieza derechista de Petr Necas en República
Checa.
En este sentido tiene razón Cristina Fernández
cuando señala que “el mundo se nos cayó encima”. En particular la vieja Europa
capitalista está en la lona, con gran inestabilidad política sin que hasta
ahora se vea claramente una salida. Hay debacle de los partidos tradicionales,
alternancia y crecimiento de fuerzas de izquierda y extrema derecha, como si se
avecinaran crisis aún más profundas.
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Sergio Ortiz
face: Sergio Ortiz
twitter: sergioortizpl
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