miércoles, 22 de abril de 2020

EDITORIAL DE ABRIL DE HACIENDO CAMINO

LO MÁS BUENO Y LO MÁS MISERABLE


En momentos muy críticos por los que atraviesa una sociedad, sean estos provocado por catástrofes naturales (terremotos, sunamis, etc.), iniciadas por el ser humano (guerras, deforestaciones masivas, fumigaciones tóxicas, etc.) o aquellas a las que no le podemos atribuir un origen muy seguro, como es el caso de la pandemia del Covid19 que hoy nos afecta, ante el posible peligro que nos acecha, en cada integrante de la comunidad afloran sentimientos que nos llevan a actuar con lo mejor de nuestros valores, pero también lo hacen esas fuerzas que llevamos dentro, muchas veces desconocidas, que nos inducen a tomar acciones de lo más miserables. En el primer caso aparece la necesidad de salvarnos todos juntos, allí vemos la solidaridad, el pensar en un mundo mejor, en soñar con un país mejor; en el segundo observamos que quienes todos los días comparten los espacios comunes, el trabajo, la calle, los comercios sacan a la superficie sus valores más oscuros, egoístas, con una hipocresía profunda y se pliegan al “sálvense quien pueda”. Entre estas actitudes están el odio al pobre, tratarlos de vagos cuando realmente están en un estado de vulnerabilidad, el desprecio absoluto frente a la desocupación que sufren muchos semejantes, que lleva al hambre, la enfermedad y hasta la muerte.
Se visibiliza entonces la famosa “grieta”, esa que expresa el enorme abismo existente entre nuestras diferentes escalas de valores para evaluar una situación crítica y determinarnos a colaborar a la solución o a fugarnos y abandonar a su suerte a los demás. Y donde más podemos apreciarla es con la injusta distribución de la riqueza y podemos decir junto con Mempo Giardinelli que: “El grado de concentración de la riqueza es, además de obsceno, agobiante. Y en la Argentina es ya insostenible”.
Algunos botones de muestra: el economista Horacio Rovelli acaba de calcular que “si el 70 por ciento de los titulares de los 400.000 millones de dólares de activos argentinos en el exterior pagaran el impuesto a los bienes personales, el Estado dispondría de más de 5.000 millones de dólares anuales para enfrentar la emergencia”. En nuestro país 28 empresas extranjeras concentran el 80% de la canasta de alimentos y artículos de limpieza, lo que permite la fijación a su arbitrio de los precios de sus productos. La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) encontró 2.600 millones de dólares en 950 cuentas radicadas fuera del país. Se trata de cuentas que no han sido declaradas ante el fisco nacional y cada una posee como mínimo un millón de dólares. Durante el gobierno anterior, la AFIP había desestimado investigar estas situaciones.
Lo mejor que llevamos dentro
Si bien por lo general lo que se difunde por los distintos medios, no sólo de comunicación masiva sino también en las redes sociales, son los casos que conductas de personas, grupos, empresas, etc. que no se comportan solidariamente con los demás, los más comunes son de quienes ponen a disposición de la comunidad toda la solidaridad, el esfuerzo y en la mayoría de los casos de forma anónima. Así tenemos numerosos voluntarios que se incorporaron a colaborar con los equipos de salud, otros que lo hacen acompañando a las personas mayores o con dificultades, haciéndoles las compras y los trámites, quienes organizan bancos de alimentos para ayudar a familias que por la imposibilidad de ejercer su trabajo se ven en situación de vulnerabilidad, así muchas más.