sábado, 26 de marzo de 2022

EDITORIAL DE HACIENDO CAMINO MARZO 2022

HONRAR LA VIDA

¿Nos hemos preguntado alguna vez, quizás más de una, para que vivimos? Iniciaremos esta reflexión con algunos conceptos vertidos por el psicólogo Alfredo Moffat:

La negación de la edad es una tontería. Yo tenía miedo a esta etapa que empieza después de los sesenta años. Ahora, que más o menos estoy instalado en ella (tengo setenta y tres años), me doy cuenta que se me ha simplificado la vida, y la mayor parte de las cosas que antes me preocupaban, ahora creo que son boludeces, pero quedó lo esencial: el amor, los hijos, la justicia social, la solidaridad (y también el dulce de leche y la crema chantilly…). Esta edad no está tan mal, el tema de la muerte siempre angustia, pero yo creía que iba a ser peor. Es una tontería hacerse el pendejo, fíjense si tuviera que ir al gimnasio, sería todo un laburo y no podría gozar de esto de hacerme el filósofo. Cuando cumplí sesenta años hice una fiesta en la Escuela. Y dije: tengo dos caminos, o me convierto en un viejo sabio, o en un viejo pelotudo. Lo último me pareció aburrido. Cuando no asumís la edad, no gozas ni la una ni la otra. El temor a la vejez hace que la ocultemos, que sea considerada como algo indigno, a ocultar en un geriátrico porque ya no servimos más.

Acá en la Argentina tenemos la cultura de Mirta Legrand, pobre Mirta, para conservar la juventud debe usar una máscara de cirugía y no está gozando de esa edad.

Cuando estuve en Estados Unidos había una actriz que había sido muy famosa, Bette Davis que ya estaba muy viejita y tenía el rostro con las arrugas del tiempo. Era conductora y tenía programa muy respetado, en el que podía decir cosas sabias, porque estaba cómoda en esa edad, era creíble.

Se puede estar en cualquier edad, setenta, ochenta años, y el que tiene un proyecto se aleja de la muerte. Eso lo vi en Pichón (Riviere) anciano él decía: “la muerte está tan lejos como grande sea la esperanza que construimos”, el tema es la  construcción de la esperanza. ¿Cómo la podés construir?, si esa historia tiene sentido y se arroja adelante como esperanza.

Padres que no le tienen miedo a la muerte hacen hijos que no le tienen miedo a la vida”.

Hemos escuchado y repetido muchas veces que el ser humano debe dividir las 24 horas del día en: 8 para el trabajo, otras 8 para el descanso y las 8 restantes para el tiempo libre (recreación, ocio creador, etc.), desde un plano metafórico sería un ideal perfecto. Al hablar de trabajo nos estamos refiriendo al tiempo dedicado a la obtención de ingresos para vivir, abarcando también el costo que demande el espacio de entretenimiento. Pero también es cierto que desde hace muchísimos años los trabajadores, que conforman la mayoría de los seres humanos a que nos referíamos, vienen luchando por conseguir la jornada de 8 horas, en lugar de las agobiantes tareas realizadas de sol a sombra. Si bien se ha avanzado sobre el tema, esa lucha continúa aún en nuestros días, a pesar de todos los manifiestos, declaraciones, documentos internacionales y constituciones de muchos países. Escuchamos asombrados como en la actualidad se descubren almas que son mantenidas en forma de trabajo esclavo por sus patrones, oímos también sobre los cada vez más frecuentes casos de trata de personas, en especial mujeres que son incorporadas al mundo de la prostitución, no siendo ajenos muchos de ellos con niños y niñas y también varones en este menester. Todos estos seres son explotados a tiempo completo lo que deja muy distante la perfección ideal del reparto horario de la jornada.

domingo, 6 de marzo de 2022

EDITORIAL DE HACIENDO CAMINO FEBRERO 2022

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

Al comer y beber el hombre, busca lo que le permita no tener más hambre y sed. La alimentación es una necesidad insustituible para la vida, todo aquél que tiene la responsabilidad de conducir un pueblo debe tener la preocupación de saciar el hambre de su comunidad. Así lo han hecho en el transcurso de la historia todos los líderes que llevaban a su pueblo hacia la liberación. El caso más antiguo del que se tiene noticia es el del pueblo hebreo en su peregrinar por el desierto luego de la huída de Egipto. En aquella oportunidad Moisés y Aarón debieron soportar las murmuraciones que la comunidad hacía por tener que esforzarse para avanzar en el camino hacia la Tierra prometida, donde hallarían la real liberación. Esto ocurre siempre con la actitud irresponsable de aquellos que soportan pasivamente su destino y solo saben criticar a los que deben tomar iniciativas para el bienestar general (Ex 16). Siguiendo con los ejemplos que nos brinda el libro de mayor circulación universal, pero ya en el Nuevo Testamento, vemos la preocupación de Jesús para dar de comer a la muchedumbre que lo sigue y que se encuentra lejos de sus casas (leer la multiplicación de los panes Mt 14,13; Mc 6,34; Lc 9,12; Jn 6,1). En los dos ejemplos anteriores no fue lo que todos conocemos por milagro, sino que hubo una organización del pueblo, se formaron grupos de 50 a 100 personas con un jefe cada uno de ellos, lo que nos lleva a discernir que la solución viene de la unidad de donde va a surgir por medio de la solidaridad.

Hoy nos quieren hacer creer que la “magia” del mercado va a solucionar la necesidad de alimentación de la población, vemos que no sólo no es así sino que muchos no pueden alcanzar un bienestar mínimo para sus familias, debiendo hacer ingentes esfuerzos para sobrevivir estando mal alimentados, sin consumir los alimentos que necesariamente precisa el organismo para una vida sana.

Las fuerzas que regulan el mercado no conocen lo que significa solidaridad, y mucho menos compartir las riquezas que nos proporciona la tierra, de la que se apropiaron desconociendo que nos pertenece a todos.

Las multinacionales compuestas por grandes capitales, lo que nosotros hemos denominado en varias oportunidades como el “imperialismo sin bandera”, ya que lo único que les da sentido de pertenencia es el dinero acumulado a costa de expoliárselo a quienes no tienen los elementos para defenderse de estos atropellos, en nuestro país desde hace ya muchos años vienen comprando empresas del ramo alimenticio, porque ellos sí planifican a largo plazo y saben que una vez dominado el mercado podrán imponer las condiciones que más les favorezcan: precios, calidad, cantidad, etc.; en pocas palabras: nos van a decir qué debemos comer y a qué precio, y si no nos gusta o no podemos acceder a los productos, ¡a pasar hambre!, así de simple.

Apropiarse de lo que no les corresponde