EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA
Al comer y beber el hombre, busca lo que le permita no
tener más hambre y sed. La alimentación es una necesidad insustituible para la
vida, todo aquél que tiene la responsabilidad de conducir un pueblo debe tener
la preocupación de saciar el hambre de su comunidad. Así lo han hecho en el
transcurso de la historia todos los líderes que llevaban a su pueblo hacia la
liberación. El caso más antiguo del que se tiene noticia es el del pueblo
hebreo en su peregrinar por el desierto luego de la huída de Egipto. En aquella
oportunidad Moisés y Aarón debieron soportar las murmuraciones que la comunidad
hacía por tener que esforzarse para avanzar en el camino hacia la Tierra
prometida, donde hallarían la real liberación. Esto ocurre siempre con la
actitud irresponsable de aquellos que soportan pasivamente su destino y solo
saben criticar a los que deben tomar iniciativas para el bienestar general (Ex
16). Siguiendo con los ejemplos que nos brinda el libro de mayor circulación
universal, pero ya en el Nuevo Testamento, vemos la preocupación de Jesús para
dar de comer a la muchedumbre que lo sigue y que se encuentra lejos de sus
casas (leer la multiplicación de los panes Mt 14,13; Mc 6,34; Lc 9,12; Jn 6,1).
En los dos ejemplos anteriores no fue lo que todos conocemos por milagro, sino
que hubo una organización del pueblo, se formaron grupos de 50 a 100 personas
con un jefe cada uno de ellos, lo que nos lleva a discernir que la solución
viene de la unidad de donde va a surgir por medio de la solidaridad.
Hoy nos quieren hacer creer que la “magia” del mercado va
a solucionar la necesidad de alimentación de la población, vemos que no sólo no
es así sino que muchos no pueden alcanzar un bienestar mínimo para sus
familias, debiendo hacer ingentes esfuerzos para sobrevivir estando mal
alimentados, sin consumir los alimentos que necesariamente precisa el organismo
para una vida sana.
Las fuerzas que regulan el mercado no conocen lo que
significa solidaridad, y mucho menos compartir las riquezas que nos proporciona
la tierra, de la que se apropiaron desconociendo que nos pertenece a todos.
Las multinacionales compuestas por grandes capitales, lo
que nosotros hemos denominado en varias oportunidades como el “imperialismo sin bandera”, ya que lo único que les da sentido de pertenencia es el dinero
acumulado a costa de expoliárselo a quienes no tienen los elementos para
defenderse de estos atropellos, en nuestro país desde hace ya muchos años
vienen comprando empresas del ramo alimenticio, porque ellos sí planifican a
largo plazo y saben que una vez dominado el mercado podrán imponer las
condiciones que más les favorezcan: precios, calidad, cantidad, etc.; en pocas
palabras: nos van a decir qué debemos comer y a qué precio, y si no nos gusta o
no podemos acceder a los productos, ¡a pasar hambre!, así de simple.
Apropiarse de lo que no les corresponde
El Gobierno Nacional ha instrumentado diversas medidas económicas para ir acercándose a una mejor distribución de la riqueza producida por todos los argentinos, mencionaremos alguna de ellas. La ley de jubilación que popularmente se conoce como “del ama de casa”, que abarca a todo aquél que reúna los requisitos exigidos por la misma, sea mujer o varón, favoreció a dos millones cuatrocientos mil compatriotas que no poseían aportes suficientes para obtener el beneficio previsional, recordemos que hubo muchos años donde los empleadores con mucha permisividad de los gobiernos de turno (de facto y democráticos), tenían personal en negro y en numerosos casos teniéndolos en blanco les descontaban los aportes jubilatorios pero no los depositaban, quedándoselos ellos (no sé que figura delictiva corresponde a esto: ¿hurto, estafa?, algún experto en leyes quizás nos lo clarifique). Si bien todavía persisten casos como el mencionado, esperamos se tome conciencia del daño que se le hace con este accionar a los que participan trabajando para que los empresarios aumenten sus ganancias. En esto conviene aclarar que quienes se jubilaron con esta legislación, si bien no tenían los aportes requeridos, los están pagando mediante la moratoria que consigna la misma, es decir que el beneficio no es un obsequio, como muchos irresponsables murmuran por ahí.
Otra medida que contribuyó a esta distribución más
equitativa de la riqueza ha sido el subsidio universal por hijo, ampliado por
el de la madre en gestación, que no sólo permitió disponer de recursos para
mejorar la vida de las familias, sino que también se concretó con mayor nivel
de escolaridad y controles sanitarios en los niños y adolescentes.
Los dos aumentos anuales que tienen los jubilados, que en
la época del gobierno de De la Rúa cobraban $ 150.- de haber mensual, hoy
permite que la jubilación mínima esté cercana a los $ 30.000.-, es cierto que
todavía falta para llegar al 82% móvil, pero se han subido varios peldaños
dentro de las posibilidades del régimen jubilatorio de reparto, cuanto menos
trabajadores en negro haya, más cerca estaremos de alcanzar esa meta.
Así como hay una apropiación indebida de aquellos aportes
retenidos y no depositados, también esto sucede con los precios de los
productos que se nos ofrecen en los comercios. Esta última tiene
características diferenciadas de la anterior, ya que aquí la red de
comercialización, que es donde se forman los precios, aunque muchos pretendan
culpar al Estado, intenta recuperar parte de la distribución de la renta que
reciben todos quienes trabajan en relación de dependencia, sea cual fuere su
condición social, por supuesto que las más perjudicadas son las familias más
humildes.
Cada vez que hay un aumento generalizado de salarios y de
las jubilaciones, es automático un aumento en los precios sin razón técnica
alguna; lo único que pretenden es que “los de abajo” no
compartamos nada que mejore nuestra calidad de vida, sino por el contrario
buscan por todos los medios que en sus bolsillos se acumule aquello que por
justicia nos corresponde.
¿Podemos defendernos de estos abusos?
Sí. Hay varias maneras de poder defender el salario real,
aquí es necesario tener en cuenta dos elementos que mencionamos en el inicio de
esta nota: solidaridad y organización y por supuesto la imaginación de ver de qué manera lo
llevamos a la práctica.
Hoy el Gobierno puso en uso algunos programas como
“precios cuidados, mantenimiento de los precios de acuerdo con los empresarios
por períodos determinados, precios para distintos cortes de carne, etc.”, es
una forma por la cual vastos sectores de la sociedad pueden adquirir productos
que de otra manera les está vedado. Esta es una solución parcial al problema
del aumento desmedido de precios, pero marca claramente que hay productos que
pueden venderse en cualquier comercio a precios justos, por supuesto con el
margen de ganancia, también justa, para el comerciante. Si así ocurriera el
Estado no tendría que salir con este tipo de acciones y el comerciante vendería
más y también el dinero quedaría en la comunidad y no se iría fuera de ella.
Otra forma y muy efectiva son las compras comunitarias
(organizarse en grupos solidarios, no especulativos). Esto puede llegar a ser
mucho más efectivo, ya que perdurará en el tiempo, por lo menos hasta que los “precios del mercado”
dejen de ser abusivos y se conviertan en un elemento ético del servicio que
presta el comerciante a su comunidad, en la que vive y de la cual se beneficia.
Por último; tomar conciencia del poder que tenemos en
nuestras manos si actuamos unidos y organizados, un ejemplo claro sería no
adquirir productos que tienen precios abusivos.
Defender nuestros derechos es un acto de justicia.
Nicolás Salcito
Ver la publicación completa en:
www.haciendocamino.com.ar/hc-178.pdf
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