jueves, 26 de julio de 2018

EDITORIAL HACIENDO CAMINO JULIO


¿FUNDAMENTALISTA YO?

Muchas veces escuchamos que se cataloga a alguien como “es un fundamentalista”, en algunas oportunidades también fuimos etiquetados de igual manera; pero ¿qué es el fundamentalismo? Transcribimos tres definiciones del Diccionario de la Real Academia Española del término como para comenzar a orientarnos:
1m. Movimiento religioso y político de masas que pretende restaurar la pureza islámica mediante la aplicación estricta de la ley coránica a la vida social.
2m. Creencia religiosa basada en una interpretación literal de la Biblia, surgidaen Norteamérica en coincidencia con la Primera Guerra Mundial.
3m. Exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida.
Vemos que las dos primeras se refieren específicamente a religiones determinadas, en cambio la tercera es más abarcativa y la podemos aplicar además a distintas situaciones que se dan en nuestra sociedad como el deporte, la política, la economía entre otras. Precisamente es la intransigencia que muchas veces asumimos frente a la discusión de diferentes temáticas y ante la cual no aceptamos las opiniones diferentes a la nuestra sólo en una postura cerrada en el “no por el no” o “el sí por el sí” en sí mismo, sin análisis y mucho menos con criterio crítico, postura de fanatismo hacia el tema en debate.
Esta manera acérrima de defender nuestras ideas sobre determinados tópicos, muchas veces nos llevan a situaciones que no en pocas oportunidades pueden convertirse en violentas. De aquí surgen muchas fobias que hoy pululan en la sociedad.
Juan José Tamayo hace referencia a distintos tipos de violencia que hoy son cotidianas en nuestras comunidades:

“Los dioses del Mercado, del Patriarcado y del Fundamentalismo son las nuevas metamorfosis de la creencia en el Ser Superior. Este cambio explica las tres violencias ejercidas en su nombre: la estructural, la machista y la religiosa

El término violencia estructural es aplicable en aquellas situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de los procesos de estratificación social, es decir, sin necesidad de formas de violencia directa.
Violencia machista
La Conferencia de Pekín de 1995 de Naciones Unidas la define como ‘todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada’
Muchas personas en el mundo, más allá de su nacionalidad, nivel socioeconómico o estudios, sufren violencia machista o de género. Las cifras oficiales señalan que 1 de cada 3 mujeres han padecido maltrato, acoso, abuso, violación o cualquier otra manifestación de esta lacra social, la primera causa de muerte o invalidez en las mujeres de entre 15 y 44 años, según Naciones Unidas. La violencia machista puede ser física o sexual, pero también psicológica, ‘la más difícil de delimitar’ para el psicólogo Javier Medina.
Violencia religiosa
La violencia de la religión ha sido una plaga sobre la humanidad durante siglos, ejercida en todo el mundo, siempre presente, periódicamente muy extrema.
Es un problema porque la religión está siendo utilizada por esas fuerzas, grupos y naciones que buscan el poder y la dominación, usando la religión como una justificación, como una causa, como un propósito.
Pero esto no puede ser, ya ves, porque Dios inició todas las religiones del mundo, porque Dios sabe que no todo el mundo puede seguir una única enseñanza o un único maestro.
Por tanto, castigar a los no creyentes es un crimen contra Dios. Acusar a aquellos que no pueden responder a tu religión representa confusión, arrogancia y un crimen contra Dios.”
Evidentemente del simple análisis de lo que hemos expuesto, resulta que el fundamentalismo asumido personal o colectivamente, provoca en nuestros corazones un sentimiento de rencor, resentimiento y desprecio hacia quien o quienes tienen una opinión contraria a la nuestra, lo que nos hace agresivos hacia estas personas inclusive en la propia familia.
En la actualidad dentro del modelo neo-liberal en el que se está sumiendo el mundo podemos observar claramente que hay dos fobias que están afectando a toda la humanidad: la xenofobia y la aporofobia, la primera es el rechazo, el odio y la hostilidad hacia otras razas y a los extranjeros; la segunda es el neologismo que da nombre al miedo y a la repulsión a los pobres y fue acuñado por la filósofa española Adela Cortina siendo incorporado al Diccionario de la lengua española a fines de 2017.
Cuando decimos que estas dos graves aversiones que sufren los pueblos se vislumbran dentro de un régimen neo-liberal, lo hacemos porque este sistema económico excluyente de las grandes mayorías de las comunidades, es conducido precisamente por las clases más poderosas económicamente sea en forma directa o por medio de gobernantes dóciles a sus designios.
Estos dos flagelos los podemos observar todos los días en la persecución que sufren los migrantes (extranjeros y pobres) que huyen de las guerras en sus países y que en Europa son rechazados por los Estados, que en varias oportunidades sufrieron el mismo dolor cuando hambreados por las dos grandes guerras que sacudieron a los europeos buscaron refugio en nuestra América que les abrió los brazos fraternalmente.
Nuestro querido país no está exento de estos sufrimientos, vemos como día a día hay más trabajadores que quedan sin su empleo, otros que están precarizados y la más triste vidriera es en las grandes ciudades en que cada día vemos más ancianos, varones, mujeres y niños en situación de calle, soportando con cartones, diarios y todo lo que puedan conseguir el frío invernal, sin techo, sin trabajo y sin tierra.
Dentro de este esquema, para nosotros diabólico, no es la raza ni la nacionalidad en sí misma lo que nos discrimina, sino tu fortuna, si eres rico no importa para esta sociedad si tu piel es negra, amarilla, si tu cara es la de un colla o un judío, nada de esto importa, te acepta y te abre las puertas. Pero cuidado, si eres pobre serás excluido aunque fueras blanquito y de ojos azules. Así es el odio de clase que practican los ricos hacia los que poco o nada tenemos.
Hermoso tema para la reflexión.

Nicolás Salcito

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