domingo, 1 de septiembre de 2019

EDITORIAL DE HACIENDO CAMINO DE AGOSTO


¿TENEMOS YA UN NUEVO PRESIDENTE?
A pesar de la contundencia del triunfo electoral en las P.A.S.O. (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) del Frente de Todos cuya fórmula encabeza Alberto Fernández, llevando como vice a Cristina Fernández, debemos manifestar con toda certeza: CATEGÓRICAMENTE NO TENEMOS AÚN UN NUEVO PRESIDENTE. Es decir que el actual debe afrontar toda la responsabilidad de conducir el país hasta que caduque su mandato.
No pareciera que Macri lo entienda tan así, ya que el mismo domingo 11 de agosto a la noche, si bien aceptó la derrota, nos mandó a dormir a todos sin que sepamos las cifras del escrutinio; pero lo peor fue al día siguiente donde retó a toda la ciudadanía por la forma en que había votado, invalidando en su fuero íntimo la voluntad popular expresada en las urnas, simplemente por no haber optado por su persona. Agregando a esta insensatez la de solicitarle al ganador que tranquilice a los mercados, que en una acción maquiavélica el día lunes 12 el Poder Ejecutivo hizo ascender al dólar a cifras nunca alcanzadas sin la intervención que hasta el viernes anterior al comicio venía realizando. El pedido de perdón que hizo el martes fue otra puesta en escena, ya que siguió endilgándole la culpa “al otro”, en este caso a quienes no supieron votar el domingo anterior.
El país se incendiaba con mayor fuerza que la Amazonia misma, pero el timonel pasó el fin de semana largo (debido al feriado por el aniversario del paso a la inmortalidad del Gral. San Martín) descansando y jugando al fútbol en su quinta, no se quedó corta la gobernadora Vidal que voló a Bariloche, mucho menos la ministra de Seguridad Patricia Bullrich que nadó hasta Colonia en el hermano pais Uruguay, acotemos que allí fue increpada por una mujer en un bar por la muerte de Santiago Maldonado, a la cual respondió la funcionaria con un grueso epíteto nada digno de su rango.
Lo que debe quedar claro es que en las P.A.S.O. solo se habilitaron a ciudadanos como candidatos para las elecciones generales del 27 de octubre próximo.
¿El holgado triunfo del 11 de agosto por 20 puntos de diferencia, nos debe dejar tranquilos a los militantes del Movimiento Nacional y Popular y, como dice el antiguo proverbio árabe, sentarnos en el umbral de la puerta para ver pasar el cadáver del neo-liberalismo? Tajantemente NO, muy contrariamente debemos fortalecer el espíritu militante para lograr ampliar la victoria que hemos alcanzado en las mismas. No podemos olvidar los turbios manejos con que nos tiene acostumbrado el oficialismo, ellos no condicionan la comunicación a la política, todo a la inversa, la comunicación condiciona a la política, nosotros no podemos suponer que Ripoll (Secretario de Difusión del primer peronismo) le dijera a Perón lo que tenía que decir, sino totalmente al revés. Ellos, reciben las instrucciones que les pasa Durán Barba, entonces todo se convierte en falacias y cuentos de hadas.


Aquí se nos plantea una situación muy delicada, ¿cómo llegamos a aquellos votantes de Cambiemos que fueron seducidos por el canto de sirena del “cambio” y que hoy a pesar de que en su fuero interno reconocen que fueron engañados o estafados, volvieron a votarlos porque para ellos no hay otra opción? En líneas generales son quienes están convencidos por el relato comunicacional que “los políticos son todos iguales”, “se robaron todo”, “a mí el gobierno nunca me dio nada, todo lo hice con mi laburo”, “vamos a ser Venezuela”, y otras muletillas más que escuchamos cotidianamente.
Debemos tener prioridades, no debemos distraernos con aquellos que integran el 27% del núcleo duro macrista, ellos están motivados por el intenso odio que llevan en todo su ser, entonces va a ser imposible entablar un diálogo que conduzca a algún final feliz; lo que nos debe sí motivar es esa mayoría volátil en cuanto a decidir la opción de su voto, que son precisamente a los que nos referimos en el párrafo anterior.
Tenemos enormidad de momentos para el encuentro con el otro, sea en la familia, en el grupo de amistades o simplemente en un lugar donde concurre el público para realizar cualquier tipo de acción: un supermercado, el almacén del barrio, un banco, el taxi o remis, el ómnibus o en un lugar de esparcimiento o recreación. Es fundamental que no debemos “salir a la cancha” enojados, porque casi siempre el que se enoja “pierde”, entonces no tenemos la posibilidad de seducir a quien tenemos en frente.
Es muy importante escuchar al otro, porque es la única manera de poder ir conociéndolo y cuando más le dejemos expresarse, más lo vamos a conocer y es casi seguro que tendremos uno o más puntos en común en los que estemos de acuerdo y también demostrarle que nos interesa lo que le pasa. Allí comienza el diálogo que nos irá llevando a que pueda comprender el punto de vista nuestro y que con toda libertad reflexione sobre lo que decíamos que no había otra opción para elegir en el cuarto oscuro.
Nunca debemos colocarnos como si estuviéramos sobre una tarima dando cátedra y filosofando sobre los temas candentes que están aconteciendo en la actualidad y que nos afectan a todos, por ello debemos dejar de lado la arrogancia de quién “se las sabe todas”, es ahí donde precisamente podemos saber muchas cosas, pero fallamos por nuestra postura falta de humildad.
Tenemos que tener muy presente que hoy la sociedad está viviendo tiempos muy hedonistas, por lo tanto hay que evitar herir los sentimiento personales con actitudes que pueden ser interpretadas como desprecio hacia los demás.
Persuadir antes que mandar
En su libro Conducción Política, el Gral. Perón expresaba: “Hay que distinguir bien lo que es mando (militar) de lo que es gobierno. (...) Bien se trate de la conducción política o de la dirección política, el método no puede ser jamás el del mando, es el de la persuasión. Allá se actúa por órdenes, aquí por explicaciones. Allá se ordena y se cumple. Aquí se persuade primero, para que cada uno, a conciencia, cumpla una obligación dentro de su absoluta libertad en la acción política. (...) De manera que el conductor militar es un hombre que manda. El conductor político es un predicador que persuade, que indica caminos y que muestra ejemplos y entonces la gente lo sigue.”
Nos debe quedar claro que debemos utilizar la comunicación como herramienta de persuasión y estamos obligados a realizar un análisis profundo de todo aquello que no hemos realizado correctamente y por ello hemos fracasado en algún momento. Entonces, como decía Albert Eistein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Cerramos esta reflexión con otra enseñanza de quien fuera, y aún sigue siéndolo, nuestro conductor: “Unidad de concepción para la unidad de acción”.

Nicolás Salcito

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