domingo, 1 de abril de 2012

MALVINAS: LA GUERRA PERGEÑADA POR LOS INGLESES

por Carlos Pancho Gaitán

Se cumplen hoy treinta años del comienzo de la recuperación de las Malvinas, territorio irredento de la nación argentina.
La República Argentina, como heredera de España, tiene sobre las Islas disputadas, exactamente los mismos derechos que sobre la Patagonia y proveniente de los mismos orígenes”. (Paul Groussac, Las Islas Malvinas, 1936). El Gobierno de Buenos Aires creó la Comandancia Militar de las Malvinas el 10 de junio de 1829.
En enero de 1833, la fragata “Clío” del imperio colonialista de Gran Bretaña toma por asalto a las islas, expulsa al Capitán José Maria Pinedo –que no combate, y que luego fue juzgado y separado de la Marina- y depone al gobernador Luis Vernet, designado por el gobierno de Buenos Aires.
El gobierno de Balcarce, encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, realizó la correspondiente denuncia en el campo internacional, y desde entonces nuestro país sostiene el reclamo sobre un hecho que ultraja el sentir y los intereses nacionales.

El Gaucho Antonio Rivero, comandando a otros dos gauchos y 5 indígenas, enarboló el pabellón argentino y enfrentó a los ingleses dando muerte a varios de ellos. Derrotado, fue acusado de bandido y salteador. Habría finalmente muerto, en la Batalla de Obligado en 1845, peleando por la soberanía argentina contra ingleses y franceses, el 20 de noviembre de 1845, a las órdenes del General Lucio V. Mansilla.
En la década de los sesenta del siglo XX y a partir de la Resolución 2065 de las Naciones Unidas, tomada con la participación del embajador argentino Lucio García del Solar, en un contexto de auge de los intentos descolonizadores en el mundo, se dio una situación muy favorable a la República Argentina, puesto que la mencionada Resolución obligaba a Gran Bretaña a sentarse a negociar con la Argentina la restitución de las islas.
En esos tiempos y notoriamente luego de la crisis petrolera de principios de los 70, estaba ya claro para los intereses británicos y norteamericanos que necesitaban ir previendo nuevas fuentes de recursos energéticos no renovables, las que estaban en poder de países cada vez más concientes de la avidez imperialista en relación con éstos y de sus derechos al respecto.
Las islas Malvinas constituían una zona que, por un lado, estaba en ese entonces en la estrategia de la superpotencia del norte para armar la Organización del Tratado del Atlántico Sur – la OTAS – en el marco de la confrontación de la aún vigente “guerra fría”, como un instrumento más en el bloqueo de la entonces Unión Soviética.
Por otra parte, se tenía ya conciencia acerca de la importancia económica internacional del área para la explotación del krill y de la pesca, así como las perspectivas de potencial e inmensa reserva petrolera, que Inglaterra no tiene.
La dictadura militar instaurada en la Argentina en 1976, instrumentó el acuerdo con los Estados Unidos y específicamente con la CIA, para intervenir en Centroamérica, armando, entrenando y financiando a los denominados “contras” para luchar contra el gobierno sandinista y contra los insurgentes de Guatemala y El Salvador.
Este acuerdo considerablemente afiatado con los Estados Unidos, hizo presumir ingenuamente a la dictadura encabezada por el Gral. Fortunato Galtieri – quien había asumido la presidencia en diciembre de 1981 – que la alianza con Estados Unidos constituía para ese país una prioridad superior a cualquier otro acuerdo.
Fue el Teniente General Vernon Walters, embajador itinerante de los Estados Unidos y Subdirector General de la CIA – que contaba entre sus cualidades una capacidad de gran bebedor – quien habría instalado la idea en el general Galtieri, pues éste le habría preguntado si el presidente Reagan apoyaría a la Argentina en una hipotética toma de las islas Malvinas, a lo que Walters habría respondido: “Sí, siempre que no se mate a ningún súbdito británico”.
En realidad, el objetivo norteamericano era convencer a los militares argentinos – por medio de Vernon Walters, de quien Galtieri era un aliado incondicional – para convertir  a las Islas Malvinas en una base militar naval – “Base de las Falklands”, con un estatus similar al de la isla Diego García o Ascensión – en la estrategia contra los soviéticos y sus aliados, en su perspectiva de conformación de la OTAS, la cual fracasó por falta de consenso, debido a las posiciones de Brasil y de Sudáfrica.
No obstante, Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos, en forma coherente con su alianza estratégica con la Primer Ministro de Gran Bretaña, Margaret Thatcher, y cuando ya todos los servicios de inteligencia y la diplomacia sabían lo que se venía, le avisó a Galtieri el 1º de abril de 1982: “Tengo buenas razones para afirmar que Gran Bretaña responderá con la fuerza a una acción militar argentina”.
La cúpula militar, demostrando su incapacidad, creyó que los Estados Unidos iban a mantener por lo menos su “no ingerencia” y que los británicos, ante los hechos consumados, iban a sentarse a negociar, sin responder militarmente.
Lo que no pensaron - ¿o algunos sí? - es que estaban sirviendo a la estrategia de Gran Bretaña, de descolocar y aislar a la Argentina internacionalmente y poder así avanzar en la consolidación de su pretensión de mantener y profundizar su control sobre el territorio de las islas, para explotar sus recursos sin tener que dar explicaciones.
Para ello, además, hicieron incorporar en la nueva Constitución de la Unión Europea (por el Tratado de Lisboa, que entró en vigor en diciembre de 2009) a las “Falkland Islands”, como territorio británico de ultramar.
La historia demuestra que hechos similares nunca fueron producto de la casualidad. La guerra de Malvinas fue fogoneada por los ingleses y por intereses específicos y la duda es, si no fue simplemente la tarea de la guerra de zapa, que contó con la complicidad manifiesta de algunos miembros de la camarilla militar que tenían la responsabilidad de decidir, entregando los recursos y sacrificando irresponsablemente a militares honestos, y a una clase de jóvenes soldados que creían estar sirviendo a su país, utilizando el concurso de un pueblo al que se lo tocó en la fibra patriótica más sensible.
   Carlos “Pancho”Gaitán. 2 de abril de 2012.-

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