domingo, 10 de junio de 2012

LA SEMANA POLÍTICA


http://www.laarena.com.ar/opinion-el_magro_revival_de_los_sojeros_y_las_cacerolas_de_teflon-76335-111.html
El magro revival de los sojeros y las cacerolas de teflón
Hubo pequeños grupos caceroleando en barrios ricos de la Capital,
mientras algunos productores rurales cortaban de a ratos pocas rutas.
Un revival, por ahora muy disminuido, del lock out de 2008.
EMILIO MARÍN
Una de las frases más conocidas de Carlos Marx es que la historia se
repite dos veces, una como tragedia y otra como comedia o farsa. Y lo
que sucedió en la semana en la provincia de Buenos Aires y en parte de
la Capital Federal demuestra la vigencia de aquel pensamiento.
Es que la cerril oposición ruralista a pagar módicos impuestos del
inmobiliario rural en la zona más rica del país, terminó en una
declaración de paro de comercialización de nueve días. Tranqueras
adentro sus peones seguirán sudando la gota gorda, de sol a sol.
Mientras tanto, al costado de algunas rutas, pequeños piquetes de
sojeros expresaban su indignación con aquella suba en la gabela. En
San Pedro, sobre ruta 9, y en Azul, sobre la 3, provocaron breves
interrupciones del tránsito.

El jueves y viernes, en paralelo, sus familiares y amigos que viven en
Barrio Norte, Recoleta y Belgrano, barrios que se reputan como de
gente de buen poder adquisitivo, salieron a cacerolear. Eran las
mismas ollas que Ignacio Copani llamó “de teflón”, caras, durante el
lock  out de 2008.
Además de los quejosos por el aumento bonaerense de impuestos también
se sumaron los familiares de los represores presos por crímenes de
lesa humanidad. En las redes sociales, personajes como Cecilia Pando
instaban a  protestar contra “la dictadura K”.
En Callao y Santa Fe eran 300 personas el jueves y descendieron a 100
la noche siguiente. Por eso les fracasó el intento de llevar el ruido
a la Plaza de Mayo, donde iban a amplificar la protesta con la ayuda
de los medios monopólicos Clarín-TN y “La Nación”. Cayeron por su
propio peso y su casi nula capacidad de movilización.
A veces los argentinos parecen idiotas y pueden tener un poco cara de
idiotas, pero no son idiotas. En el debate sobre los impuestos
bonaerenses, comenzado hace dos semanas con intentos del gobernador de
aprobarlos por ley, fueron surgiendo los datos de una posición y la
otra.
Daniel Scioli pidió actualizar la valuación fiscal, congelada quince
años atrás. Se demostró que el 62 por ciento de los propietarios no
sufrirá aumento y los demás deberán oblar una suma mayor que en
promedio se estima en el 40 por ciento. De los 46 pesos la hectárea de
ahora, tendrán que abonar algo más de 70 pesos. La desvergonzada
cúpula agropecuaria no pudo desmentir que la hectárea vale 10.000
dólares pero paga por 270 de la misma moneda. ¿Dónde está “el
impuestazo” entonces?
El comunicado de esa cúpula enriquecida afirmó que estaba frente a un
“confiscatorio zarpazo fiscal”, en tanto el titular de la Sociedad
Rural, Hugo Biolcati, decía que era una maniobra “inconstitucional y
anti republicana, institucionalmente más grave  que la 125”. Con
mentiras y fundamentos tan sesgados, era lógico suponer que el lock
out, los cortes de rutas y el ruido de las cacerolas de Recoleta,
auspiciadas por el PRO, serían muy menores.

Scioli, de bueno a malo
Una de las cosas más notables de esta batalla impositiva y política
fue que los fuertes productores bonaerenses cambiaron su valoración de
Scioli. En general esos círculos siempre tendieron puentes con él y lo
estimaron como un potencial aliado suyo, en la tarea de ponerles
límites a la presidenta Cristina Fernández. Vieron con simpatía que
blanqueara, semanas atrás, sus propias apetencias presidenciales para
2015.
Sin embargo, bastó que el ex motonauta impulsara primero por ley el
aumento de impuestos y luego decidiera por decreto el aumento de la
valuación fiscal, para que aquellos círculos variaran sustancialmente
su punto de vista. Ahora tildan a Scioli de mero “virrey” que recauda
para “la reina Cristina”, como reiteró el titular de la FAA, Eduardo
Buzzi.
Un editorial de “Gaceta Ganadera”, el 31 de mayo, apremiaba: “¿a
título de qué, pues, el gobernador de Buenos Aires, cuya política ha
sido en varios órdenes menos temeraria que la del gobierno central, va
a malquistarse con un decreto de su puño y firma con sectores
ponderables de la población bonaerense, poniéndose así de espaldas al
sano criterio administrativo?”. Sonó a advertencia que, de seguir por
ese “mal camino”, lo pondrían en el índex de los políticos
“populistas”.
El nivel de cuestionamiento y amenaza al ex amigo Scioli también puede
mensurarse de los artículos de Joaquín Morales Solá. Luego de asegurar
sin fundamentos que el aumento de impuestos sería de entre 1.700 y el
2.000 por ciento, escribió: “Ninguna sociedad, en la historia de la
humanidad, aceptó pasivamente semejante rapacidad por parte del
Estado”. En suma, el gobernador que antes era piropeado como una buena
alternativa al kirchnerismo -incluso se pensó en una fórmula
presidencial de centro con Juan M. Urtubey para el 2011- se habría
convertido en el peor exponente de la confiscación estatal-populista.
No es que Scioli sea ahora el mejor gobernador. Simplemente, siendo lo
que es, creyó que debía cobrar un poco más a los que más tienen, para
recaudar unos 2.400 millones de pesos al año que le vendrán muy bien
para ir emprolijando las cuentas. Si fuera verdad que tiene un déficit
de 10.000 millones de pesos y que no podía pagar en término los
sueldos de junio y el medio aguinaldo a los empleados públicos, se
deberá concluir que su decisión fue atinada.
Además no le pueden reprochar apresuramiento porque intentó dos veces
que la Legislatura  sesionara y desde la oposición le negaron el
quórum. Luego asumió por decreto la actualización de la valuación
fiscal y el resto de la propuesta se votó por mayoría en la Cámara (64
contra 27 en Diputados y 29 contra 15 en el Senado). ¿Qué tienen que
reprocharle sus ex amigos de la Mesa de Enlace y los medios
monopólicos? El cronista no tiene ninguna simpatía política por
Scioli, pero cree que su proceder en esta oportunidad fue
irreprochable social y legalmente.

¿Pesos o dólares?
Hace ya varias semanas que la cotización del dólar “blue” -que bien
debería llamarse “black”- tiene una brecha del 30 por ciento con el
dólar oficial.
Los motivos de ese fenómeno difieren según el sector que opine. Para
los gurúes de la City, cercanos a las posiciones del capital
financiero nacional e internacional, sería la justa reacción “del
mercado" frente a desaguisados que cometería el gobierno con sus
controles del comercio exterior y otros procedimientos de la AFIP.
Para la administración CFK, se trata de maniobras especulativas de
bancos y empresas, que buscan una corrida bancaria y una devaluación
importante. Así lo reprochó el viceministro Axel Kicillof, en un alto
de su intervención dedicada sobre todo al fin de la intervención en
YPF, cuando dio una gran cantidad de datos sobre el plan
liquidacionista que los capitales españoles de Repsol habían tenido en
la petrolera.
En este tema, ante el silencio de radio del ministro de Economía,
Hernán Lorenzino, las de Kicillof y el jefe de Gabinete, Juan M. Abal
Medina en su visita al Congreso, fueron las voces del gobierno. Y
ambos negaron la existencia de un plan de pesificación y una eventual
devaluación. “Hay que pensar en pesos” dijeron ambos, en sintonía con
expresiones similares de la presidenta.
La mayor demanda del billete norteamericano fue acicateada por toda
clase de rumores sobre que serían pesificados incluso los depósitos en
dólares. Esto dio lugar a la campechana expresión de Kicillof de que
es algo que “no tiene gollete”. Más gráfico aún, agregó “esto no es
2001”.
Es muy posible que el joven viceministro tenga razón en que son los
bancos y grandes corporaciones los que motorizan, en última instancia,
estos movimientos especulativos con la divisa norteamericana.
Y no estaría mal, piensa este cronista, que hubiera un efectivo plan
de pesificación que deje a salvo los depósitos en aquella moneda, pero
que obligue a que las transacciones internas, sobre todo
inmobiliarias, de turismo, etc., sean realizadas exclusivamente en
nuestra moneda nacional.
¿Cuál sería el defecto de un plan nacional de esa índole, tan
desmentido por voceros del Poder Ejecutivo Nacional? Ninguno. Más aún,
despejaría del núcleo de caceroleros politizados y del PRO a algunos
honestos indignados por cuestiones domésticas del viaje de la nena de
15 a Disney o la venta del departamento que se le demora.
Estas últimas cuestiones, si bien no son de vida o muerte, deberían
ser aprobadas sin tantas trabas ni protocolos de la AFIP, con un par
de medidas pesificadoras bien pensadas.
Meter a peces gordos y pequeños en la misma pecera no es la única
culpa del oficialismo, además de la inflación. Se sabe que los bancos
y multinacionales con casa matriz en Europa y EE UU están pidiendo el
sobre-giro de dólares por su severa crisis. Y eso es lo que hay que
impedir, pero los resultados no parecen ser los más adecuados.
El otro error es que el gobierno también busca dólares, pero no para
atesoramiento personal como lo han chicaneado en Clarín, sino para
pagar los vencimientos de la deuda externa. Debe juntar más de 10.000
millones de dólares, que deberían tener un mejor destino, en pesos, en
obras y en inversiones para los argentinos, como las que se necesitan
en YPF.
--
Sergio Ortiz
face: Sergio Ortiz
twitter: sergioortizpl

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