viernes, 28 de diciembre de 2012

Navidad, acontecimiento desatinado


Por Nicolás Alessio, teólogo, 2012



Tener tino suele ser motivo de orgullo. Significa ser razonable y, como se suele decir, es lo  “políticamente correcto”. El desatino no tiene buena prensa. Causa problemas, sale de las normas, desordena y provoca. La Navidad no fue “políticamente correcta”.
Los textos proféticos hablan de la luz en las tinieblas. ¿Hay algo más desatinado que pensar una “luz” en lo absolutamente cotidiano del nacimiento de un niño en condiciones de precariedad? ¿Quién podría seriamente pensar en algo nuevo relevante a partir de aquel pesebre? Son los fulgores del Palacio Romano los que iluminan.
El imperio romano de Cesar Augusto estaba en una etapa de ordenamiento fiscal. Por esa razón obliga a sus súbditos al censo y por lo tanto a un nuevo empadronamiento. El dictamen  de los imperios es siempre atinado. María y José fueron obligados a ponerse en marcha a pesar de lo avanzado de su embarazo.
La Navidad es la contracara de la cordura imperial. Fue un hecho absolutamente desproporcionado. Los escuadrones militares enfrentados por un pequeño amamantado. La desmesura de los atrevidos.
 
El desatino, en este caso, es buena noticia para las víctimas. Es su única alternativa. Es una perspectiva no prevista por los emperadores. Por eso la Navidad no es para los acomodados a la lógica del poder imperialista. Por eso la Navidad es para los desobedientes, es un desatino capaz de mover la historia de los injusticiados en otra dirección. No solo los depredadores hacen historia. También los insubordinados.
La Iglesia ha banalizado la Navidad, reduciéndola a un acontecimiento, cuanto más, de moral individual, familiar. Le ha quitado su perspectiva más significativa: el anuncio de lo absurdo, de lo desproporcionado: los empobrecidos reciben una buena nueva liberadora. Y se ponen en camino, brazos en alto.
El capitalismo ha corrompido la Navidad, haciéndonos creer que consumir es lo mismo que celebrar.  Burla grotesca de los privilegiados que ofende a los desamparados.
Hoy Monsanto es Imperio. Hoy Monsanto es lo atinado. Hoy Monsanto es muerte.  
La Navidad es otra cosa. Y los que celebran la Navidad, debieran saberlo.
 

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